Uzumaki Naruto un chico que sueña con ser ninja y lograr ser hokage
¿lo lograra?
Conose a una persona que considera como su padre o ¿madre? pero no todo es lindo, una prueba donde su resultado no salio como esperaba
-¿omega?-
Aaa~ que pinche bello día era hoy, los pájaros cantaban, la brisa mañanera calida y fresca a la vez, movían como olas al mar las persianas de la habitación de un rubio, que, dormía tan placenteramente bien, que de seguro ni sus gases sentiría.
Paz
Paz
Y se fue la mierda con la la pinche musica a todo volumen y la vos más desafinada que pudo escuchar.
— ¡Esta son las mañanitas que cantaba el rey David!—dejando en claro chillaba como puerco— ¡A los muchachitos lindos se las cantamos así!—minato que bueno que era Hokage y no cantante
Cuál cumpleañero en Latinoamérica, era despertado con la bocina en el oído con las mañanitas a todo volumen mientras su adorado padre cantaba como los "angeles"
— ¡Duelen mis oídos duelen!—grito mientras se escondía en la seguridad de las sábanas
— ¡¿Que dijiste?!—grito el rubio mayor al no escuchar por culpa del ruidoso aparato
— ¡QUE DUELE—
—¡¿HA?!—
A si ¿Escuchan eso? Es la ventana rompiéndose en pedazos por culpa de una Kushina enfadada que por consecuencia de sus dos amores, arrojó por la ventana la bocina.
Todo quedó en silencio.
Cosa que se rompió pues estaba segura de que toda la aldea escucho los chillidos de dos cerdos a la lejanía
Balla cumpleaños.
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— No tenías que hacer eso mamá ¡Se supone que es mi cumpleaños!—bufo molesto el Omega menor
— Tal vez si ALGUIEN no hiciera tanto alboroto que molestará los vecinos—respondió enfadada mientras servía los platillos
— Esa fuiste tu—pensaron ambos rubios
— Está bien, vamos a calmarnos, ¡Hoy el cumpleaños de nuestro solecito!—grito como fangirl mientras acurrucaba a su pequeño cachorro en tres sus brazos
— ¡Papá no hagas eso!—chillo sonrojado al sentir como su padre lo inundaba de feromonas
— Es para cuidarte cariño para cuidarte—sonrió
Kushina en la lejanía los veía con una hermosa sonrisa, mientras en sus manos cargaba un pastel de colores naranjas llamativos, el favorito de su hijo.
Recordaba a viva piel el momento donde su pequeño cachorro llegó al mundo para alegrar su vida y la de Minato.
