24| Pintando un poco del pasado.

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A ti que mereces la felicidad.

Ps.

—Quiero demostrarte que puedo tocarte igual e incluso mejor que antes.

Alik Lébedev. 🎨

Al instante todo se ilumina, mostrando las paredes pintadas, lienzos por doquier, la madera del piso manchada por las gotas de pintura, carboncillos, todo un rotundo desastre, ya que nadie entra aquí, ni siquiera Elisabeth.

La observo caminar lentamente hasta el lienzo frente al ventanal, se acuclilla y recoge un pincel, lo toma entre sus dedos delgados y se queda mirando detenidamente el cuadro.

Me gusta el silencio, pero hoy tengo una gran necesidad de escucharla, quiero oírla, quiero saber qué demonios oculta y por supuesto que me diga la verdad.

Se gira por fin con sus ojos expectantes y suelta un suspiro, para después medio sonreír de lado y avanzar a un punto fijo.

—Este es el cuadro que estaba en tu oficina —lejos de preguntar es más una afirmación.

Su mirada fija en el cuadro parece cautivada, como desde la primera vez.

Se acerca un poco más al lienzo en blanco y negro, hace el amago de querer tocarlo, pero agarro su muñeca con rapidez impidiéndole que lo arruine.

—Oh, si... lo siento. Es que es tan irreal —susurra— ¿Qué significa?

Se gira curiosa.

—No te interesa —respondo de inmediato incomodo.

Sus ojos me fijan, pero no parecen ofendidos.

—¿Todos los cuadros que están aquí son tuyos?

—Lo son.

Le confirmo metiendo mis manos a mis bolsillos.

—Sabes que no te hablare de mis cicatrices. —emite de la nada— ¿cierto?

—Lo sé.

Y de verdad lo sé, pero me enterare de cualquier forma, sea de su boca o no.

—¿Desde cuándo pintas?

Sabía que traerla aquí desencadenaría una serie de preguntas, y es normal, ella es curiosa, yo quiero ganarme su confianza y recuperar lo que tenemos.

Recorre todo el lugar a paso lento, admirando cada detalle del lugar hasta que se encuentra con un lienzo en especial, que no recordaba.

Se pone de rodillas y se sienta sobre sus talones dejando el pincel que cargaba en el suelo para tomar entre sus manos el cuadro.

Puedo percibir una especie de nostalgia, como si entendiera el mensaje que transmite.

En completo silencio me acerco a la mesa donde tengo las pinturas óleo, los pinceles y agarro un par de ellos, blancos, verdes, azules, rojos. Me acerco a ella y me coloco en la misma posición, dejando las cosas aun lado.

—Desde que tengo uso de razón. —respondo a su pregunta.

Sus ojos me capturan.

—Eso es mucho tiempo.

Asiento en silencio.

—¿Tú lo pintaste?

Reparo el cuadro en sus manos con nostalgia, hasta llegar a la firma que muestra una ML perfectamente en cursiva.

—No. —carraspeo.

—¿Quien...

Parece notar mi cambio de humor, porque deja el lienzo en su lugar. Se gira a mí y aprovecho que tengo toda su atención para hacer lo que quiero.

Lienzo Ruso +18 © |Actualizándose lentamente|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora