Capítulo 15 ☆ FLORENCIA

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A veces, cuando creía estar en cierta paz con el cuerpo inerte y la cabeza vacía, no era más que una percepción de mi vida que podría cambiar si volvía a caer en consciencia, como también lo fue el rechazo hacía mi profesor esos días en Florencia, la búsqueda interna y el amorío con mi estilista. Todo lo que había pasado no había sido nada más que una simple percepción, porque no conocía a la realidad, aquella que era múltiple y podía cambiar solamente con cambiar la creencia a la vida que me rodeaba.

Estando frente a mi profesor, con el café calientito y las magdalenas, su cabello perfecto, su piel lisa y sus dientes sonrientes, sabía que sería el fin a buscar otra alternativa que no fuera esa misma que estaba viviendo, mi amor por Jeon Jungkook era más que una perspectiva y odiaba no poder negarlo.

— Y bien profesor, ¿Qué tiene para decirme?

Fue con algo de orgullo que me acomodé frente a él.

No sabía por qué no tenía el corazón acelerado, pero sabía la paz interior que podía desprender cuando estaba junto a él y eso valía más que cualquier pecado pasional sexual que hubiese podido vivir con el estilista Kim.

— Por favor no apresuremos las cosas, me gustaría saber como has estado. — Tomó un sorbo de su café. — ¿Deseas tomarte algo?

En realidad, si.

— Me gustaría un agua nada más.

— ¿Vienes de ejercitarte?

— Algo así.

Levantó su brazo musculoso y reluciente solamente para llamar al mesonero y pedir mi agua y de inmediato volteó a decirme:

— Te ves increíble, por cierto.

No sabía como tomarme el cumplido así que solo mordí mis labios y asentí.

— Gracias... Jeon.

No sabía que tan profundo podía ser nuestro actual encuentro ni cuando tiempo íbamos a durar allí, estaba totalmente a la deriva y no podía sentirme más cómodo.

— Parece que todo se ha arreglado. — Me dijo desprevenidamente, como si supiera algo que yo no.

— ¿A qué te refieres?

—  A que te siento mejor. — Sacó un cigarrillo del paquete, me dejó uno en la mesa frente a mis narices y el suyo lo colocó en su boca, volviendo a guardar la caja en su bolsillo. — Ya sabes, te siento y lo mejor de todo es que sé que estás bien.

— ¿Que te hace decir eso? — Tomé el cigarrillo y lo encendí. — No soy el mismo, Jeon...

Por un momento lo vi desviar su mirada hacía la gente y devolvérmela a los segundos con una sonrisa acompañada, de esas cómplices de un secreto mutuo, donde en ese momento no sabía del todo cual era aquel secreto. Inhaló el humo de su cigarro como si fuese su único desayuno y al exhalarlo se me quedó mirando seriamente, yo estaba igual, nos quedamos un rato en la presencia del otro, sin hablar ni esperar a que pase.

— Nos siento fluir. — Me dijo. — Por primera vez me siento en el espacio que siempre me quise sentir contigo.

Oh.

— ¿Y ese cual es?

— El ideal. — Comentó. — En el que sin preocupaciones, somos testigos de vernos crecer y adelantar lo que alguna vez creamos y fue bello.

Tragué en seco, llevándome el cigarrillo a la boca y viendo como el mesonero traía el agua en un vaso transparente con hielos y lo dejaba en la mesa sin siquiera darse cuenta de nuestra tensión mutua, nuestras miradas asesinas, nuestra pasión del hiberno. Su mirada seguía puesta en mi, analizándome de una manera poco más seductora que cualquier otro análisis, era tal vez una expresión de confianza, una de prejuicio.

atómicos ☆ kookminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora