Cómo demonios conseguí bajar esos escalones sin matarme es algo que no sabría explicar. Salí corriendo como si el lugar estuviera en llamas, dejando a la señorita Manoban sola en las escaleras con la boca abierta, la ropa desordenada y el pelo revuelto como si alguien la hubiera asaltado.
Pasé sin pararme por la cafetería de la catorce y llegué a la última puerta del rellano, que crucé de un salto (algo nada fácil con esos zapatos), abrí la puerta metálica y me apoyé contra la pared, jadeando.
«Pero ¿Qué acaba de pasar?» ¿Acabo de follarme a mi jefa en las escaleras? Solté una exclamación y me tapé la boca con las manos.
¿Y le ordene que lo haga?
«Dios». Pero ¿Qué mierda me pasa?
Alucinada me aparté con dificultad de la pared y subí unos cuantos tramos de escaleras hasta el baño más cercano. Comprobé todos los cubículos para asegurarme de que estaban vacíos y después cerré con llave la puerta principal. Cuando me acerqué al espejo del baño hice una mueca. Parecía que me hubieran centrifugado y puesto a secar.
Mi pelo era un desastre. Todas mis ondas tan cuidadosamente ordenadas eran ahora una masa de nudos salvajes. Al parecer a la señorita Lisa le gustaba que llevara el pelo suelto. Tendría que recordarlo.
«Un momento... ¿Qué?» ¿De dónde había salido eso? No tenía que recordar nada, ni hablar. Golpeé la encimera de los lavabos con el puño y me acerqué más para evaluar los daños.
Tenía los labios hinchados y el maquillaje corrido. El vestido estaba dado de sí y prácticamente me quedaba colgando; y otra vez me había quedado sin bragas.
«Hija-de-puta». Ya eran las segundas. ¿Qué hacía con ellas?
—¡Oh, Dios! —exclamé en un ataque de terror. No estarían en alguna parte de la sala de reuniones, ¿verdad? ¿Las había recogido y tirado? Debería preguntarle para estar segura. Pero no. No le iba a dar la satisfacción de reconocer que esto... esto.
¿Qué era esto?
Sacudí de nuevo la cabeza, frotándome la cara con las manos. Dios, lo había arruinado todo. Cuando llegué esa mañana tenía un plan. Iba a entrar ahí, tirarle ese recibo a su atractiva cara y decirle que se lo metiera por donde le cupiera. Pero ella estaba tan tremendamente sexy con ese traje color gris y el pelo con aspecto desarreglado, dándole un aire perfecto, que simplemente había perdido la capacidad de pensar con claridad. Patético. ¿Qué tenía ella que hacía que el cerebro se me convirtiera en puré y me humedeciera así?
Esto no estaba bien. ¿Cómo iba a poder mirarla sin imaginármela desnuda?
Bueno, si, no desnuda. Técnicamente no le había visto totalmente desnuda todavía, pero lo que había visto me hacía estremecer.
«No. ¿Acabo de decir "todavía"?»
Podría dimitir. Lo pensé durante un minuto, pero no me gustó lo que me hizo sentir. Me encantaba mi trabajo y la señorita Lisa Manoban podía ser la mayor capulla del mundo, pero había podido tratar con ella durante nueve meses y (si no teníamos en cuenta las últimas veinticuatro horas) me las había apañado para conseguir trabajar con ella como no lo había hecho nadie antes. Y por mucho que odiara admitirlo, me encantaba verla trabajar. Era una capulla tremendamente impaciente, una perfeccionista obsesiva, le ponía a todo el mundo el listón a la misma altura y no aceptaba nada que no fuera lo mejor que pudieras hacer. Pero tenía que admitir que siempre había agradecido que diera por hecho que podía hacerlo mejor, trabajar más, hacer lo que hiciera falta para sacar adelante mi tarea... incluso aunque sus métodos no me encantaran. Realmente era una genia del mundo del marketing; toda su familia lo era.
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No soporto a mi jefa - Chaelisa G!P
FanfictionLisa es la hija de la dueña de la empresa "JYL Ult" y es la jefa de Rosé. Al principio, estas dos chicas se odian, no paran de pelearse, pero ellas después de discutir siempre tienen sexo, pero poco a poco, empiezan a sentir celos cuando una está ce...