Cuando amaneció el jueves, supe que teníamos que hablar. Yo iba a estar fuera de la oficina todo el viernes, así que el jueves era nuestro último día juntas antes de que se fuera. Había estado con su tutor del máster toda la mañana, y yo, según pasaban los minutos, me iba poniendo cada vez más nerviosa acerca de... todo. Estaba bastante segura de que la interacción en mi despacho del día anterior nos había revelado a ambas que ella estaba lentamente llegándome cada vez más. Quería estar con ella casi todo el tiempo y no solo en plan «desnudas y salvajes». Quería estar cerca de ella y mi propia necesidad de autoconservación llevaba toda la semana dándome la lata.
¿Qué había dicho ella? «No quiero querer esto. No es bueno para mí». Y solo cuando nos descubrió Jennie, al salir del baño, entendí de verdad lo que quería decir Rosé. Había estado odiando mi deseo por ella porque era la primera vez en mi toda vida que era incapaz de sacar algo de mi cabeza a la fuerza y centrarme en el trabajo, pero nadie (ni siquiera mi familia) me culparía por sentirme atraída por Roseanne. Por el contrario, ella siempre se vería afectada por la mala reputación de ser una mujer que se había acostado con la jefa para ascender. Para alguien tan brillante y tan dedicada como ella, esa asociación sería una constante y dolorosa espina.
Hacía bien en poner distancia entre nosotras. Esa necesidad que sentíamos cuando estábamos juntas era totalmente insana. Nada bueno podía salir de ahí y decidí una vez más utilizar el tiempo que íbamos a estar separadas para volver a centrarme. Cuando entré en mi despacho después de comer, me sorprendió encontrarla sentada en su mesa, muy ocupada trabajando en algo en su ordenador.
—No sabía que iba a venir esta tarde —dije intentando mantener mi voz alejada de cualquier emoción.
—Sí, tenía que ocuparme de unos preparativos de última hora para San Diego y todavía tengo que hablar de mi ausencia con usted —dijo sin apartar la vista del monitor del ordenador.
—¿Por qué no viene a mi despacho entonces?
—No —me dijo rápidamente—. Creo que podemos hablar de esto aquí fuera —me lanzó una mirada traviesa y me hizo un gesto para señalar la silla que tenía delante—. ¿Por qué no se sienta, señorita Manoban?
«Ah, la ventaja de jugar en casa». Me senté frente a ella.
—Sé que mañana no va a estar, así que no hay razón para que yo venga entonces. Me he dado cuenta de que no le gusta tener asistente, pero he buscado un reemplazo temporal para las dos semanas que voy a estar ausente y ya le he dado a Hyeri una lista detallada de su agenda y las cosas que necesita. Dudo que vaya a haber ningún problema, pero, por si acaso, ella me ha prometido estar pendiente de usted también —levantó una ceja desafiante y yo puse los ojos en blanco.
Ella continuó:
—Tiene todos mis números, incluyendo el de la casa de mi padre en Bismarck, por si necesita algo.
Comprobó una lista que tenía delante y me di cuenta de lo serena y eficiente que se estaba mostrando. No es que no supiera que era todas esas cosas, pero me resultó aún más evidente entonces. Nuestras miradas se encontraron y ella prosiguió:
—Llegaré a California unas horas antes que usted, así que la recogeré en el aeropuerto.
Seguimos mirándonos unos minutos más y yo estuve casi segura de que ambas estábamos pensando lo mismo: San Diego iba a ser una prueba tremenda.
La atmósfera del despacho empezó a cambiar lentamente, el silencio diciendo mucho más de lo que cualquier palabra podía decir. Apreté con fuerza la mandíbula cuando noté que se le había acelerado la respiración. Necesité toda mi fuerza de voluntad para no rodear su mesa y acercarme a besarla.
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No soporto a mi jefa - Chaelisa G!P
Fiksi PenggemarLisa es la hija de la dueña de la empresa "JYL Ult" y es la jefa de Rosé. Al principio, estas dos chicas se odian, no paran de pelearse, pero ellas después de discutir siempre tienen sexo, pero poco a poco, empiezan a sentir celos cuando una está ce...