Moscú
Agustín Ramon, era un hombre con experiencia. Sus años, en conjunto con la crudeza y las diferentes situaciones que la vida lo había obligado a vivir, le daban una cierta sabiduría que muchos del grupo no tenían. Y esa sabiduría, esa intuición generada del seno de su vivencia, le brindó la posibilidad de ver muchas cosas en esa casa y en ese grupo de atracadores, con los cuales su hijo y él tuvieron que convivir: la manera en la cual esa chica de mirada vacía y altanera llamada Tokio, miraba a su hijo; la forma en la cual ese niño Rio, observaba a esa muchacha; la forma en la cual esa misteriosa mujer llamada Nairobi, observaba a su alrededor con curiosidad y precaución.
Sin embargo, fueron tres cosas las que lo habían tenido pensativo a lo largo de todos esos meses en los que compartieron una convivencia de "entrenamiento".
La primera de ellas, era que el Profesor era alguien con educación, un hombre muchísimo más inteligente que todos en ese salón, exceptuando quizás al ingeniero argentino, que tendía a compartir sus conocimientos algunas veces en clases. Pero al contrario de este último, que no dudaba en mostrar esa faceta egocéntrica y pedante, el Profesor, era un hombre respetuoso y bondadoso. Algo solitario y algo torpe a la hora de comunicarse sobre otro tema que no fuera algo relacionado con el plan, pero no por eso dejaba de ser amable. O por lo menos con él lo había sido, le había dado la posibilidad de llevar a ese trabajo a su hijo y a su ahijada. Lo respetaba, un plan cómo ese no se idealizaba y se planificaba de la noche a la mañana.
La segunda cosa, era la forma en la cual ese sujeto llamado Berlín, tendía a mirar con cierto aburrimiento algunas cosas con respecto al plan. Todo indicaba a que él había sido uno de los encargados de ayudar al Profesor a perfeccionar la planificación, lo notaba en la manera en la cual solía dibujar garabatos durante la clase, al costado de su cuaderno, con un desinterés arrogante que ese extraño sujeto tendía a aparentar. Porque si, ese tipo era alguien extraño. Con toda la facha de ser un tipo con clase, su manera de hablar y de expresarse, detonaba modales que él desde su más baja posición de simple minero, le eran ciertamente llamativos. Pero lo que más le llamaba la atención a Moscú, era la forma en la cual tendía a buscar con la mirada a ese ingeniero o la forma en la cual la comisura de sus labios se alzaba levemente, cada vez que le tocaba a ese argentino a hablar.
—Mi nombre es Palermo, yo me encargare de ayudar tanto a la señorita Nairobi aquí presente. Con todo lo relacionado a las máquinas, por si surge algún percance— Había dicho aquella ocasión, señalando a la mujer sentada a un lado, tomando control total de la clase por unos momentos, dejando al Profesor de lado— Cómo también me encargaré de ayudar al señor Moscú, en la creación del túnel. Estoy a su servicio, estimados colegas– Fue claro al decir, posando su mirada burlona indirectamente sobre la ciudad de Alemania que simplemente escuchaba en silencio.
El hombre argentino, era de por si un caso llamativo. Mientras estaban en Toledo, no era tan reservado y serio, cómo lo eran el Profesor y Berlín, de hecho, si no fuera porque en ocasiones veía la seriedad que tomaba su mirada a la hora de hablar de los planes a llevar a cabo, Moscú podría jurar que para él estar en ese sitio había sido una lotería o unas vacaciones pagadas. Bromeaba continuamente con su hijo Denver y el otro niñito llamado Rio, tendía a hacer enojar a las mujeres de la banda con comentarios que se notaban que eran crudamente a propósito, coqueteaba con descaró con uno de los muchachos serbios, e incluso más de una vez, había compartido con él parte de su vida en Argentina acompañados de un vino caro que él descaradamente había robado de ese sujeto llamado Berlín.
Bastó cruzar las puertas de ese edificio para que viera verdaderamente porqué razón Palermo era "El segundo al mando, después de Berlín" a palabras del Profesor. Su personalidad, así como su carácter llevadero y burlón, fue remplazada por la de un verdadero profesional. Sin vacilación, siguiendo el Plan al pie de la letra. Cómo lo que había sucedido por ejemplo, con esa mujer embarazada y su ejecución comandada por Berlín. Palermo no permitió que Denver la ejecute, aún a pesar de que eso le llevará una mirada de muerte por parte de Berlín por llevarle la contraria, según palabras de su propio hijo.
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Sin relaciones personales [Berlín x Palermo]
RomanceCuando el Profesor, les aclaró "Sin relaciones personales". De alguna manera, todos supieron que esa regla, no recaía en Berlín y Palermo, el hombre al mando del atraco y su mano derecha. Cada vez que los miembros de la banda se dieron cuenta de que...