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Como un vívido castillo de arena destrozado por los torrentes de agua, a veces terminaba siendo un revoltijo de emociones sin sentido; de esos que se venían abajo con el más simple vaivén de corrientes inesperadas de sucesos. Por mucho que buscara la fortaleza para continuar, siendo el pilar de quienes más quería; no podía simplemente ignorar las propias grietas que llegaban hasta el núcleo de su vigor, donde también se veía rozando su amor propio y el resto de sus inseguridades que, poco a poco, más se fragmentaban si no hacía algo al respecto para frenarlo.

Las etiquetas, el menosprecio, la presión, las limitaciones, la seguridad, el amor; todo estaba llevándolo al borde del abismo de la locura, un lugar recóndito de su propia mente en la que nunca se imaginó estar, es más, de la cual desconocía su existencia.

Y el problema tenía dos sencillas soluciones; pero él decidía hacer un enorme laberinto por el cual todavía dudaba cruzar, a pensar de conocer dos trágicas salidas de las cuales no quería un fin.

JungKook aparcó fuera de esa casa color púrpura pastel en la que habitaba, casi cinco días después de no haber dado señales de vida alguna. ¿Que si fue un poco exagerado de su parte el ni siquiera tomarse la molestia de responder llamadas? Tal vez, pero le hizo bien para poder pensar mejor qué haría a partir de ese punto.

Decidió quedarse en el auto un par de minutos más. TaeHyung estaría todavía en el trabajo, así que no sentía la presión de explotar todo de una vez.

Ah, TaeHyung... el causante de sus delirios y preocupaciones.

Por mucho que quisiera aparentar que nada estaba ocurriendo, tenía que tomar las riendas de la situación antes de que más ambos se aferraran; en especial él mismo (por mucho que el omega ya estuviese calado hasta en sus huesos y en lo profundo de su ser). TaeHyung cada vez más se estaba mostrando dispuesto e insistente en querer una familia; obviamente juntos. Pero ya no podía seguir así. Su lobo jamás despertaría, lo asimiló cuando descubrió la única salida que tenía de esa maldición era por medio de otro.

Y no, nunca estuvo en sus planes considerarlo.

Tomando una bocanada de aire, y llevando un gran mal presentimiento en el pecho, bajó de su auto y entró a tientas a su hogar.

No tuvo ni que cerrar la puerta para saber que no estaba solo como creyó.

TaeHyung levantó su mirar desde su anterior punto fijo del comedor al detectar ese aroma. El olor suave de su alfa parecía estar un poco agrio, pero considerando que no lo tuvo cerca por varios días en condiciones no muy aptas... el omega se sentía en el cielo, deseando fervientemente restregarse contra su cuello para tenerlo impregnado nuevamente.

Lamentablemente, tenía que controlarse.

—Volviste. —Atinó a decir, no muy seguro de cómo dirigirle la palabra.

JungKook asintió, dándose cuenta que no podría atrasar más esta conversación—. Necesitamos hablar.

—¡Já! ¿Hola? ¿Cómo estás? —TaeHyung se alzó de hombros, con el sonar de su voz quebrarse levemente—. Hey... me disculpo por haberme ido sin decir nada... no sé, con algo de eso estaría bien comenzar.

—Tenía que pensar algunas cosas.

—¿Y te funcionó?

El ambiente era, por decir menos, asquerosamente incómodo. El ardor en sus pechos les hacía saber que no querían esto... pero eso es lo que tendrían si continuaban fingiendo tranquilidad.

—¿Recuerdas cuando yo me puse paranoico pensando que tenías una relación? Fue una locura pensar siquiera que jugaras con mi sentimientos. —El omega ni siquiera se inmutó; era como si quisiera traer las remembranzas de un ayer hermoso al caos que ambos danzaban hasta no encontrar el final de la música—. Todavía no éramos algo formal... y yo ya era capaz de percibir todos los detalles erróneos en ti. Aunque no eras tú; sino tus mentiras... Nunca me imaginé que con eso y más, incluso así querría estar contigo. ¿Lo peor? Es que tal vez ahora si los estás manipulando a tu antojo.

Tokki | ᵏᵒᵒᵏᵗᵃᵉDonde viven las historias. Descúbrelo ahora