15 - Final

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Recomendable comenzar a escuchar la canción cuando aparezca este símbolo °

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Corría entre los pastizales con gran emoción.

Sus pequeñas piernitas apenas si lo hacían moverse de dirección. Era como ver a una tierna masita desplazarse entre lo llano de los horizontes naturales. También podía resultar cómico por los constantes tropezones que tenía contra raíces salientes de los árboles y algunas rocas; aun así no dejaba de ser una escena que podría causarle una sobre dosis de dulzura a cualquiera que la presenciase. Pero, claro, los únicos testigos no eran más que un montón de rocas y fauna silvestre. 

El cachorro recorría el bosque entre los —para él— grandes y frondosos arbustos con bonitas flores de colores secos. Las cientos de combinaciones de olores hacían picar su naricita y, aunque podía serle demasiado molesto, amaba esa sensación casi tan familiar como cuando estaba a punto de irse a dormir con una bonita canción de cuna sobre un osito de invierno puesta en esa voz que lo relajaba y amaba de peculiar, además de tranquilizar esa parte interna de él que no llegaba a comprender. Esos recuerdos le gustaban porque le hacían sentirse tranquilo y protegido, como todos los días de su vivir... Justo lo contrario a como ahora.

Llevaba un par de minutos caminando en diminutos círculos de troncos talados para el camping familiar, o por lo menos para el cachorro todo era igual a lo anterior y eso era justo ese lugar; un punto vacío de entre tantas matas diferentes. Donde anteriormente estaba reposaban varias marcas en forma de tache que le fueron mostradas para ubicarse, y ahora no veía ninguna de ellas en los bonitos troncos de los árboles.

Sí, estaba perdido. Incluso un cachorro como él lograba comprenderlo por la horrible opresión que se incrustaba en su pechito.

Con un miedo de no reconocer nada, ni sentir el combinado y perfecto aroma de sus padres cerca, el cachorro comenzó a sollozar desconsoladamente.

Las lágrimas corrían por sus mofletes regordetes, y sus manitas las limpiaban con un notorio temblar sin propósito aparente, pues un segundo después seguiría llorando y manchando sus ropitas de su corto mar de sollozos.

Sólo quería encontrar a sus papitos y terminar con ese horrible juego, con el cual no podía verlos ni tenerlos cerca.

Entonces lloró aún más fuerte, espantando a unos pocos pajaritos de entre el follaje de los árboles.

Un lobo, de precioso pelaje gris cenizo degradado a un negro del mismo tono, ojos arraigados ámbar y filosos colmillos, escuchó los pequeños y agudos alaridos del cachorro; agudizando sus sentidos para encontrarlo lo más pronto posible al sentir la desesperación correr al igual que la adrenalina por sus patas.

Tokki | ᵏᵒᵒᵏᵗᵃᵉDonde viven las historias. Descúbrelo ahora