EL INICIO

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EL DIARIO DE UNA DEMENTE (Parte l)

Son las siete de la mañana, abro los ojos después de haber tenido una muy mala noche, lo primero que escucho son las voces en mi cabeza, sacudo fuerte la cabeza tratando de que se vayan, salgo de la cama y me dirijo a la ducha, las voces son imposibles de callar.

Sos voces que me recuerdan el maldito desastre que soy, gritos de mi mente que me dicen que no sirvo para nada, que acabe conmigo, me meto a la ducha y al caer el agua en mi cabeza me es inevitable no llorar, me siento tan poca cosa, tan inútil, tan buena para nada, caigo al suelo de mi baño llorando mientras el agua recorre mi cuerpo.

Después de un largo tiempo llorando salgo de la ducha, evito el espejo, no tolero verme, voy a mi clóset busco ropa, nada me gusta todo me queda mal, golpeo mi estómago, aprieto mis pechos y lloro otra vez, es la segunda vez que lloro en menos de una hora, es lo que llevo despierta, tomo café, no ingiero nada más, las voces en mi cabeza siguen sin callarse.

Salgo al trabajo, lloro durante todo el trayecto, las voces en mi cabeza dicen que debo hacerlo ya, mi terapeuta dice que no las escuche que haga cosas para distraerme es por eso que escribo este diario, es el diario de una demente, aunque mi psicólogo dice que no estoy demente que la depresión y ansiedad son enfermedades.

Llego al trabajo y es como si nada pasara, bromeo, río, me llevo bien con todos, soy excelente en lo que hago, a la hora de comida, voy a comer con amigos, frente a mi está una de mis amigas la más bonita, rubia, delgada, y yo soy tan fea.

Entre risas y risas comemos, pero las voces me dicen que vea a mi compañera que ella si llegará lejos porque no es un estorbo como yo, así que pido más y más y más comida, me paro y voy al baño me encierro a llorar, nunca seré como mi compañera de trabajo, nunca seré bonita, las voces en mi cabeza me dicen que tome todas las pastillas para dormir, que ya llegó el momento de terminar con mi inútil existencia, las ignoro, limpio mi rímel corrido y salgo como si nada a seguir riendo.

Salgo del trabajo, paso al supermercado compro unas cuntas cosas, y unas cuantas botellas de alcohol, el médico dice que no debo tomar alcohol, pero me tienen harta las voces en mi cabeza, de pronto escucho que todas las voces en mi cabeza dicen: "Ya vienen por vos, ya vienen por vos" todas a la vez y empiezo a dar gristos en el supermercado, caigo al suelo llorando junto al carrito de compras en posición fetal, con las manos en mi cabeza, la gente me ve, unos se asustan, otros se burlan, unos más graban, pero nadie me ayuda, ¡Joder estoy sufriendo un ataque de pánico, ¡Ayúdenme!

Continuará...

- Lissbeth SM.

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