EL ROSAL ROJO

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EL DIARIO DE UNA DEMENTE (Parte Vll, EL ROSAL ROJO)

Y verás querida, el primer rosal fue este, el rojo y déjame decirte que me cambió la vida, a diferencia de lo que muchos pueden pensar si supieran la historia que vos estás por escuchar no me fue difícil hacerlo, este fue el más fácil, fue el que más planeé y el que mejor me salió, bajo este hermoso rosal rojo, yacen las cenizas de la primer persona que me jodió la vida, ese hijo de puta que abusó varías veces de mí cuando era solo una niña de seis años, los ojos de la rubia se engrandecieron más y sus lágrimas salían sin control, te contaré la historia.

Ese maldito abusó de mí, y desde entonces juré que no se quedaría así, para cuando cumplí veinte años, no era una mujer tan agraciada como podrás darte cuenta, pero para un vejete de más de cincuenta como él, fue encontrar un tesoro, verás cuando supe que enviudó, empecé mi plan, frecuentando los lugares a los que él iba, y sonriéndole cada vez que lo veía, no pudo recistirse y cayó redondito, meses después me invitó a salir, y yo acepté, me comportaba dulce y cariñosa con él, hasta que cayó rendido a mis pies y me propuso matrimonio, sí cariño, no me veas así, me casé con mi abusador, y con todo el asco del mundo accedí a tener sexo con él, pero todo tenía un porqué.

Cuatro meses después de nuestra boda me trajo a vivir a esta mansión, e hizo un testamento a mi favor, el maldito asqueroso en verdad creyó que estaba perdidamente enamorada de él, así que ya instalados acá, empecé mi plan, le colocaba pequeñas dosis de arsénico en su comida, y él fue enfermando y enfermando, y al ser un anciano nadie sospecho de su abnegada esposa, que no hacía más que cuidarlo y llorar cada vez que le daban un resultado desfavorable, hasta esa noche de octubre en la que el maldito agonizaba, y entonces empezó a decirme que amaba y no quería irse porque quien cuidaría de mí.

Lo tomé en mis brazos, y viéndolo a los ojos le dije: "Has cuidado de mí desde que tenía seis años" jamás voy a olvidar el pánico con el que me vio, fue el mismo pánico con el que yo lo veía quitarse la ropa para después obligarme a chupar su asqueroso miembro, el maldito anciano intentó soltarse de mis brazos, pero lo sujeté fuerte, mientras le decía al oído que lo que lo estaba matando era el veneno que yo le ponía en la comida, murió viéndome a los ojos, en cuanto murió llamé a la funeraria y pedí su incineración, borrando así todo rastro de mi crimen, luego vine a este jardín y planté el hermoso rosal rojo, usando como abono sus cenizas, y entonces la primer voz se instaló en mi cabeza.

La rubia empezó forcejear para soltarse, así que le acomodé un golpe en la cara, "calma querida, aún faltan historias, total somos amigas y ahora sos mi confidente ¿No?, ¿Ves el rosal blanco? Ese fue un poco más doloroso".

Continuará...

- Lissbeth SM.

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