Lágrimas angelicales

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Itachi corría bastante apresurado, quería cuanto antes llegar hasta el niño azabache y explicarle las cosas, no quería que Obito le dejara de hablar sólo por un mal entendido. Sabía que el niño azabache era muy frágil. No por nada lo observaba llorar desde la rama de un árbol. Si tan sólo pudiera predecir el futuro nunca hubiera llevado al pequeño niño a ese lugar de dangos, maldita sea la hora en que quiso ser amable con la niña que había arruinado todo.

Porque él nunca demostró interés por Izumi, pensó que la pelicastaña sabía que sólo eran amigos sin libertad a ser algo más, siempre debió poner límites y dejar las cosas claras, porque a sus cortos trece años ya tenía noción de las cosas.

Sin detenerse un segundo a que sus pulmones tomaran aire llegó hasta su lugar secreto, en dónde se llevó una gran decepción al no ver al niño en el lago, sólo le quedaba un lugar y resaba a kami para que ahí estuviera el azabache.

Toco despacio la puerta siendo abierta por una señora de tiernas arrugas que le sonrió dejándolo pasar a la sala. El lugar se sentía cálido pero por partes muy frío, como si lentamente el calor hogareño estuviera muriendo.

La abuela de Obito le indicó que el chico estaba arriba, en su habitación, que podría pasar y que por favor le hiciera compañía a su nieto en lo que ella iba de compras al mercado.

Itachi asintió subiendo con nerviosismo las escaleras, aunque su rostro tan pacífico demostrará lo contrario.

Al tocar la puerta con relieves de madera escucho un sonoro voy, seguido de un silencio abrumador.

Cuando Obito abrió la puerta se llevó la gran sorpresa de ver al pelinegro ahí ¿no se suponía que tendría una cita con su novia Izumi y por eso ellos no podían tener una?

—¿Que haces aquí?

—Vine por ti Obito —una sonrisa suave se vislumbro en su rostro.

—¿Y tu novia qué? Vete a tener una cita con ella. —Quiso cerrarle la puerta en la cara al Uchiha.

—No Obito, espera —tenía suerte de ser muy ágil y poder entrar con rapidez a la pieza —ella no es mi novia, so-solo que Izumi confundió amabilidad con enamoramiento, ¡él único que me gusta eres tú!

Oh Itachi, al parecer no eras tan inteligente.

—Tú no debías escuchar eso, bu-bueno no aún —apretó los ojos maldiciendo por lo bajó.

—¿Y-yo te gu-gusto? —un sonrojo adorno sus mejillas.

—Si, siento si eso te molesta o te incomo-

—¡Le gusto al chico que me gusta! —Obito interrumpió a Itachi dando leves saltitos.

—¿¡Enserio también te gustó!? — cuestionó bastante feliz y emocionado.

—Si, menso —Obito rio de forma dulce, acercándose de forma inocente a Itachi, plantando un leve besito. —Cuando seamos más grandes nos casaremos, tendremos un bebé y un perrito

—Ay Obito —Itachi suspiro enamorado.

Piel dulce para las hormigas |Itaobi|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora