Problemas de media noche

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Itachi pudo comprender lo que era tener un esposo embarazado cuando a las cuatro menos cinco sintió un pellizco en su antebrazo, y seguido de este vinieron cinco más. Tan sólo ese fue el inicio de su pesadilla, no se imaginó que esa madrugada Obito le pidiera media tienda y un postre ¿Dónde diablos conseguiría siquiera un lugar abierto a esa jodida hora? Esa madrugada pudieron llegar a un acuerdo y él le cocinó un poco de arroz. Pero la siguiente noche no fue tan fácil, y odiaba no poder evadir aquella responsabilidad.

—Ya veo, tú no me amas, es eso —se cruzó de brazos, bastante indignado.

Itachi boqueo, no entendiendo los cambios de humor en su esposo.

—Obito sólo te dije que no podía conseguir una jodida sandía a las dos de la mañana

—¿Escuchaste eso bebé? Tú papá no nos quiere

Un grito sin voz salió de su garganta, poniéndose sus pantuflas en forma de conejito y quedándose parado a mitad de la puerta.

—Iré por la sandía, pero hay de ti que te quedes dormido. — lo señaló, abandonando por completo la estancia.

Media hora después y bastante cansado regreso a casa, con cuidado fue hasta la cocina en dónde corto en trozos finos la fruta que le había costado demasiado conseguir.

Con esmero subió hasta su pieza, en dónde tan sólo encontró a su esposo dormido. Un pequeño tic se sitúo en su ojo izquierdo, esto debía ser una broma.

—¡Media aldea crucé! — gritó, despertando al azabache. —Di el triple de lo que cuesta una fea e insípida sandía, y tú y bebé sólo se quedan dormidos — dramatizó.

Obito pestañeo, estrujando uno de sus ojos.

—Si tanto te duele cometela tú —se recostó, volviendo a dormir.

—Ni siquiera me gusta está cosa — lloriqueo tragándose la sandía.

Vaya madrugada.

Piel dulce para las hormigas |Itaobi|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora