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Disfrutabas de la fiesta que tu mejor amigo Souya había hecho en su casa, varios miembros de la Toman se encontraban en ella. Bailabas al ritmo de la música acompañada del peliazul, veías de reojo como su hermano, Nahoya los veía desde el sofá, se encontraba bebiendo una lata de cerveza.
En verdad no te llevabas bien con el chico de cabello naranja, aunque este siempre tenía una sonrisa en la cara y se mantenía feliz todo el tiempo, cuando los veía a ustedes dos juntos siempre se mantenía serio.
Seguiste bailando junto a Souya quien mantenía ambas manos en tu cadera desde atrás y su cara estaba sobre tu hombro.
—¿Por qué tu hermano nos ve de esa forma? —murmuraste solo para que Souya te escuchara. —Me pone algo incómoda.
Te miraba sin descaro alguno, notaste como relamió sus labios y te sonrió, sentiste tus mejillas sonrojarse y apartaste rápidamente la vista para no tener que volver a hacer contacto visual con él.
—No lo sé, a mi también me pone incómodo. —respondió Souya. Dejaron de hablar del tema y luego de unos minutos notaste que Nahoya ya no se encontraba en el sofá porque este se encontraba vacío, agradeciste a todos los dioses existentes que se haya ido, de verdad te ponía muy nerviosa que estuviera ahí mirándote.
Ahora estabas bebiendo alguna bebida rara que te dio Baji, te encontrabas recostada en la pequeña barra, había sido muy agotador estar bailando toda la noche y solo querías dormir porque tus ojos pesaban.
Subiste hasta el segundo piso en busca de un lugar en donde descansar y empezaste a recorrer el pasillo, habían unas cuantas habitaciones, la casa de los gemelos era algo grande y espaciosa, no sabías porque si solamente vivían ellos dos. Abrías las puertas y encontrabas algunas escenas algo subidas de tono de parejas que gracias al alcohol decidieron encerrarse en esas habitaciones; salías avergonzada diciendo perdón y luego reías un poco ya que era muy gracioso para ti encontrarte con eso.
Sonreíste cuando encontraste un cuarto libre ya que no escuchaste ruido alguno en este, abriste la puerta y la cerraste detrás de ti, quitaste rápidamente y con algo de torpeza tus zapatos que te empezaban a molestar, te sentaste en la orilla de la cama y un suspiro de satisfacción salió de tu boca.
Arrugaste la nariz cuando escuchaste un gemido dentro del baño, te reprochaste mentalmente ya que al parecer este cuarto estaba también ocupado justamente cuando lo único que querías era descansar. Caminaste hasta el baño para abrir la puerta y lo que viste te dejó sorprendida que incluso tenías la boca ligeramente abierta.
Era Nahoya quien estaba con los pantalones desabrochados y todo su miembro erecto se encontraba al descubierto, su mano derecha lo rodeaba y pequeñas gotas del líquido blanco estaban en la punta, tenía una sonrisa en el rostro y los ojos semiabiertos, te fue inevitable no mirar hacia abajo.
