Capitulo 2: El monstruo

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El color anaranjado del cielo contaminaba todo Paris con su calidez mientras atardecía. Y tras casi terminar todas sus entregas del día y haber pasado a Barbés por una correa nueva, Raoul y Émile se dirigían a dejar su ultima entrega.

-¡Vaya! ¡Te lo agradezco muchísimo Raoul!- Exclamó con sarcasmo el hombrecillo.

-¡Lo hice con mucho gusto Émile! pero... ¿que?- Preguntó Raoul a su vez con obvia incredulidad a su amigo.

-E-estaba hablando con ella y lo arruinaste.

-¡Eres un picarón! Te voy a pellizcar- Pinchó la mejilla de su amigo con los dedos haciendo una voz burlona.- Al fin te decidiste a invitarla a salir ¿verdad?

-¡N-no! ¡Si! Bu-bueno, no. Es... algo complicado.

- ¿Que es tan complicado? La invitas, se ruboriza, dice que si, te ruborizas ¡y listo! ¡es una cita!

-Pero... no es tan simple, es que... cada vez que la veo mi lengua se queda sellada en mi paladar.

-Por eso tienes que hacerle una carta, así lo único que se sellará será el sobre- Dijo riendo de su propio y pequeño juego de palabras.

-Una carta... no es una mala idea.

-¡Claro que no es una mala idea! es fantástica, es mía. Si quieres te ayudo, se me dan las palabras, lo sabes.

-Si, si, lo se, em... ¿pero tu sabes mucho sobre el amor?

-¿Cómo?- rió con vanidad- Eres adorable ¿que si se sobre el amor? ¿tienes alguna idea de lo que dicen en París? "Cuando Raoul está presente las gatitas lo tienen en la mente"

-Oh... de hecho eso rima.

-Es mejor que una rima hermano.

Catherine se salía varias veces del camino por la velocidad en que iba, ganándose los gritos y groserías de los transeúntes.

-¡Raoul! ¡Vas demasiado rápido! -Exclamó Émile ya molesto por su forma de conducir.

-¡Lo se! desde que Catherine usa aceite de girasol ¡realmente vuela!- Giró hacia la izquierda de golpe, haciendo que Émile chocara con su abrigo de piel.

-Si, por cierto... tu abrigo, da mucha comezón, parece de... heno.

-¡¿Heno?! ¿es un chiste? ¿lo que pague por esto? ha ha Émile... esto es genuino y cien por ciento unico.

-Bueno, ya entregamos las gallinas ¿cual es nuestra última parada? -Preguntó Émile.

-Vamos al invernadero Disjardins a entregar estos sacos de fertilizante que pidió el profesor, es un lugar grande lleno de plantas. Podrías grabar algo bueno ahí con tu cámara nueva.

-¿Tú lo crees?

-¡Por supuesto! Somos los mejores amigos del hijo del profesor ¿por que no?

-¿No lo se... a decir verdad nunca he ido para allá.

-Es un lugar enorme, te encantará. Además tienes que estrenar en un sitio digno esa belleza que acabas de comprar.

Émile y Raoul llegaron al invernadero del profesor. Y como era de esperarse el agitado viaje en Catherine había mareado al pobre pelirrojo en cuanto se bajó del vehículo.
Emile observó con asombro la gigantesca estructura de vidrio y hierro a la que habían llegado y exclamó:

-¡Wow!

-Te caerá bien el profesor, es un personaje adelantado a su tiempo, es un visionario. Casi como yo.- Dijo Raoul mientras dejaba el fertilizante frente a la puerta con una carretilla- Jamás me deja ver su trabajo.

A monster in Paris: Una historia alternativaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora