Capitulo 10: Amor y otras desgracias

569 49 8
                                    

Las autoridades habían disparado, y como Maynott había empujado a Lucille con fuerza, esta cayó al suelo en el momento que la policía comenzó con los disparos.

Sin embargo, Lucille pese al gran susto que pasó, noto de inmediato que a Francoeur le habían disparado con una gran variedad de dardos tranquilizantes. Los suficientes como para derribar un caballo.

-¡Subanlo a la patrulla!- Ordenó Victor.

-¡¿Que es lo que hacen?! ¡¿A donde se lo llevan?!- Gritó Lucille intentando levantarse del suelo.

-Arrestenla por obstrucción a la justicia- Ordenó a sus hombres.

-¡¿Que?! -

Cuatro hombres se dirigían a ella para tomarla, no obstante, una segunda patrulla de policía llegó rápidamente para obstaculizar su paso hacia la chica. De ella, Raoul y Émile salieron para subirla y escapar junto a un hombre con una de las mascaras de ardilla que vendían en el evento puesta, que conducía el vehículo robado.

-¡Rápido sube!- Llamó Raoul a Lucille.

-¡Pero Francoeur...!- Intentó ella ver a dónde se llevaban a la pulga.

-¡No hay tiempo señorita Lucille! ¡suba!- Decía Émile ya muy nervioso por el caos.

-¡Rápido suban!- Exclamó el hombre apresurando a todos.

Los tres se subieron y el conductor escapó con la mayor velocidad que pudo del lugar. Pasando entre callejones y peligrosos pasajes para perder a la policía que los perseguía en sus patrullas.

Adentro de la camioneta estaban también Maud y madame Carlotta, ambas intentaban tranquilizar a la angustiada Lucille que estaba sufriendo la incertidumbre de qué pasará con su amado.

-¿A donde nos dirigimos?- Preguntó Émile.

El hombre viendo que se encontraba en una ruta segura se sacó la mascara dejando al descubierto su identidad. Era el ex inspector Paté, quien hace solo un día había llegado con el profesor nuevamente a París.

-Debemos hacer un viaje rápido al laboratorio, el profesor esta empacando sus cosas para intentar crear un suero que revierta el estado del joven Francoeur. Él y ustedes se quedarán conmigo en mi casa de campo a las afueras de la ciudad. Debemos mantenernos ocultos mientras buscamos la forma de ayudar a su hijo. -

Llegando al invernadero Disjardins quitaron toda la cinta policial que habían dejado los oficiales, y entre la espesa vegetación intentaron llegar hasta los vestigios de lo que alguna vez fue el laboratorio.

-Señorita Auclaire, le recomiendo que se quede en el vehículo. Sus nervios ya han sido lo suficientemente alterados por un día, por favor quédese con las demás damas hasta que apacigüe su angustia.- Recomendó Pate a la cantante quien también había bajado del auto.

-Mi angustia se apaciguará una vez que vuelva a ver a Francoeur, y se desvanecerá cuando lo vea como un humano y a salvo. Ayudaré en lo que pueda, inspector. -Respondió Lucille firme pese a su rostro cansado y manchado por las lagrimas negruzcas que habían corrido todo su maquillaje.

-Yo también iré inspector, ese muchacho estuvo varios días bajo mi cuidado, yo también soy responsable de su seguridad- Dijo Carlotta bajando también del vehículo.

-Yo también, no quiero dejar a Émile solo en esto- Respondió Maud imitando a las otras dos mujeres.

-Como quieran damas, solo tengan cuidado- Suspiró Paté.

Todos se adentraron en la gran estructura de vidrio.

Raoul y Émile vieron el lugar; el enorme agujero que Francoeur había dejado en el techo de vidrio, y a lo lejos el enorme girasol derribado que había destruido todo. Si la culpa antes los carcomía, ahora un terror enorme por lo que podría hacerles el profesor Disjardins les invadía por completo.

A monster in Paris: Una historia alternativaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora