NINE

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T/N Castillo POV:

Desperté alrededor de las 08:00 am. Decidí ir a la cocina y desayunar algo. Siempre hay fruta picada y almacenada en el refrigerador, comienzo a creer que si no fuera por mí o por el señor Rogers, toda se iría a la basura.

Casualmente me encontré con Bruce.


— ¡Buenos días, Bruce!

— T/N... -se quedó callado unos segundos-. ¿Qué tal?

— Todo en orden, ¿qué hay contigo?

— Qué gusto. También todo en orden. -limitó a dar detalles.

— ¿En qué trabajas ahora?

— Emm... distribución de electrones. El radio atómico de metaloides y algunos elementos. Investigaciones de gases nobles, experimentando mucho y ver reacciones de algunas sustancias.

— Suena muy interesante. Soy muy buena para la química y sus ramas. Si necesitas ayuda éstos días, sabes dónde encontrarme.

— Bueno, de hecho, ya que lo mencionas... puede que necesite un ayudante pronto.

— Oh, bueno. Yo encantada.

— Gracias. -frunció el ceño con una sonrisa amable.



Después de quedarme un rato charlando con él, me encontré con Tony y lo saludé rápidamente ya que estaba ocupado.

No tenía mucho que hacer así que salí a correr, no sin antes poner música en mis audífonos. Ayuda a despejar la mente y en serio lo necesitaba. Tiendo a ser más sentimental de lo que me gusta aceptar y últimamente he recordado muchas cosas en las que me empeñé en olvidar.

Después de haberme dejado llevar y perderme en la música, noté que estaba afuera de mi universidad, en serio la extrañaba... se supone que en un mes volveré.

Estaba hambrienta y llegué a comer algo cerca del lugar. Me quedé sentada en un parque cercano y miré detenidamente a las personas: viejos, adultos, niños... me ayudó a pensar y reflexionar sobre muchas cosas. Recorrí un par de edificios que se convirtieron en mis favoritos desde el día que llegué aquí y el día fue bastante tranquilo.

Apenas noté que comenzaba a oscurecer, quise darme prisa en llegar a la torre pues ya había tenido problemas con Tony por no avisar mis escapadas. Revisé mi celular y en efecto, 15 llamadas perdidas. Ni siquiera mi madre se preocupaba tanto por mí. Decidí no responder ni llamarle de vuelta, ya estaba a diez minutos de llegar.

Me acerqué al metro, una mala decisión, ya era de noche y no había tanto flujo de personas como en la tarde. Me acerqué a la orilla del andén y miré por el túnel en busca del tren... nada. Vi a un hombre orinar, me asqueé y salí.

Bajé por la calle donde se encuentra mi antiguo departamento. Solía conocer muy bien al dueño, por eso mismo me dejó entregárselo sin finalizar el contrato. Aún recuerdo la última vez que vi el lugar completamente vacío, Tony me ayudó a sacar mis cosas de ahí. Sentí nostalgia pero seguí caminando.

Otra llamada que tampoco respondí, no quería un sermón por el celular para luego llegar y me diera otro en persona. Pasé por unas calles que no estaban alumbradas, no le di importancia hasta que escuché unas risas más adelante. Risas y voces de hombre. ¿Ahora qué carajos va a pasar?


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