TWENTY

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T/N Castillo POV:

Decidí pasar al laboratorio de Tony, tal vez estaba ahí y yo podía ser de ayuda. No quise buscar a Thor y hablar con él porque las cosas se volvieron raras, él tampoco a tomado la iniciativa ni demostrado que quiere charlar, supongo que no tiene ánimos de hacerlo pronto.


— ¿Tony? -entré-. ¿Estás?

— Hola, señorita Castillo. -me sobresalté.

— Hola, JARVIS. ¿Sabes dónde puedo encontrar a Tony?

— El señor Stark se encuentra en su oficina atendiendo una conferencia extranjera. ¿Es de urgencia su llamado?

— Oh, para nada. Sólo pasaba para verlo un rato. Si está ocupado, puedo esperar.

— ¿Gusta que le haga saber al señor Stark que lo espera en su laboratorio?

— No, JARVIS. Gracias, en un momento más yo paso a su oficina a buscarlo.

— Entendido. ¿Puedo ayudarla en algo más?

— Sería todo, muy amable.

— A su servicio, señorita Castillo.


Una vez que JARVIS se fue, me sentí con la confianza para quedarme a ver los instrumentos de Tony. Era un laboratorio enorme y había cientos de materiales químicos que jamás hubiera creído tener a semejante disposición.

Tenía plutonio y palatio de a montones. Sus equipos de soldadura eran de la mejor calidad que jamás había visto, cientos de herramientas y entre ellas demasiados utensilios de precisión.

Durante los últimos días, mi ánimo había estado por los suelos, mi rendimiento físico aún más y actividad ni se diga.
Al ver material en abundancia, una idea cruzó mi mente. No sabía si funcionaría, apenas había leído un poco al respecto y había escasos proyectos que validaran la vigencia de ésta tecnología... pero aún así puse manos a la obra.


(...)


— ¿Linda? -llegó por detrás.

— ¡Tony! -llevé la mano a mi pecho y me giré logrando que se pegara aún más a mí.

— ¿Por qué te asustas tan fácil? -me quitó los lentes protectores-. Me gusta que los traigas puestos.

— Estaba soldando.

— ¿Sí? ¿Me ayudarás a hacer un nuevo prototipo?

— No... hice un proyecto... mío.

— Uy... enséñame.

— No sé si funcione... pensándolo bien, es muy torpe. Gasté tu material a lo tonto y no debí-

— No, quiero ver qué hiciste.

— Lo siento-

— Muéstrame.

— Es un sostén. -se cruzó de brazos y puso el dedo índice sobre sus labios esbozando una pequeña sonrisa-. Mira.


Se alejó un poco y con un par de dedos, di dos toques cortos en mi pecho, lo que hizo que mi sostén se fuera desvaneciendo nanómetro por nanómetro. Sonreí de inmediato.


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