Gemidos silenciosos.

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Al día siguiente me encontraba bastante
cansado, apenas había dormido entre pensar en aquellas misteriosas palabras que me había dicho Julián, y el calentón que me entraba nada más pensar en él.
Me la habré cascado unas 7 veces durante toda la noche, gastando así casi todo el rollo de papel higiénico de guardaba sobre mi escritorio.

— ¿Estás bien, Ferrán? — Me preguntó mi mejor amigo Marcos viendo cómo estaba apunto de quedarme dormido sobre mi mesa.

— No, no lo estoy, no puedo dejar de pensar en él — Dije casi gritando mientras levantaba mi cabeza.

Mi vista fue directa al profesor que se encontraba detrás del escritorio, él me veía con una sonrisa ladina mientras se acercaba a mí apoyando sus manos sobre mi mesa, y haciendo así que sus bíceps se marcasen más.

— ¿En quién no puedes dejar de pensar? — Me preguntó Julián con una voz grave.

Dios mío, juro que se me paró en ese preciso instante.

— E-esto yo... — Tartamudeé apartando mi vista de él mientras trataba de ocultar mi erección con uno de mis brazos, cosa que fue en vano ya que él se captó de esto.

La miró indiscretamente y sonrió aún más viéndome fijamente a los ojos, se alejó y me fijé en sus aparentes brazos musculosos que anteriormente estaban tan cerca de mi.

— Me llamo Julián y estaré de guardia con vosotros ya que vuestra profesora está enferma hoy — Con razón él estaba ahí.

Mientras él tomaba asiento en la silla del profesor yo comencé a fantasear en cómo podría estar agarrándome fuertemente de la cintura y me embestía sin cuidado una y otra vez con su miembro.

Al terminar la clase salí de esta sin mirarlo, mi erección ya no estaba ya que la logré controlar sin tener que ir al servicio. Asomé mi cabeza en la puerta para ver si Marcos ya venía pero en eso choqué mi rostro directamente con el pecho del profesor haciendo que me sonrojase bastante.

Él rió levemente al ver mi reacción — Hasta luego~ — Dijo con su típica voz grave y sensual.

"Se me ha vuelto a parar" pensé para mis adentros.

Un leve agarrón en mi nalga me hizo darme la vuelta y ver como él se iba son una sonrisa algo pícara.

• • •

No me volví a encontrar con él en el resto del día pero eso no significa que no me la hubiese pasado pensando en él.

Ahora me encontraba en la biblioteca. Al ser las 8 p.m. y además viernes, no habían muchas personas, unas 3 o 4 a parte de mí.

Fui a buscar un último libro que necesitaba para mis estudios así que fui a por él pero me di cuenta de que el estante en donde este se encontraba era algo alto para mí y no lo lograba alcanzar.

Nada más me puse de puntillas para alcanzarlo sentí una presencia detrás de mí, un cuerpo que emanaba un leve calor, se acercó a mí y acarició suavemente mi brazo y mano antes de alcanzar aquel dichoso libro y pisarlo sobre la mano que no tenía extendida.

— Quisiera darte algo más que unas simples clases — Susurró en mi oído mientras colocaba su mano sobre la mía y con la otra iba deslizándola pausadamente sobre mi pecho y abdomen llegando así al borde de mi pantalón donde comenzó a desabrochar el cinturón lentamente.

— ¿Q-que haces? — Volví a tartamudear del nerviosismo que me causaban sus acciones.

— Hago lo que tu mirada me pedía a gritos que hiciese — Aquellas palabras me hicieron soltar un leve suspiro, mientras él comenzaba a repartir pequeños besos por mi cuello y con su mano se iba dirigiendo con cuidado hacia mí virilidad.

Estaba nervioso, lo admito, nunca había estado en una situación así y no sabía cómo reaccionar ante esto por lo que simplemente me relajé y dejé que aquel momento fluyese.

Solté el libro dejándolo caer de golpe al suelo y puse mi otra mano en la estantería mientras él utilizaba ambas de sus manos para acabar de desabrochar mi pantalón y así bajarlo, agarró mi cadera tal como yo fantaseaba que lo hiciese y comenzó a frotar suavemente su entrepierna notablemente erecta contra mi trasero, cosa que me hizo soltar más de un jadeo.

Escurrió su mano por mi ropa interior aún no su entrepierna pegada a mis nalgas y comenzó a tocar con cuidado mi zona sacándome algún que otro leve gemido mientras dejaba pequeños besos y chupones en mi cuello.

Toda aquella fantástica gloria paró de repente mientras se separaba de mí. Me giré para verlo y estaba algo sonrojado, podía notar por sobre su vaquero aquel miembro erecto.

— ¿No te parece mejor que vayamos a otra parte más solitaria? — Sus palabras me hicieron sonrojar.

— E-eh... Está bien — Dije casi en un susurro ya que estábamos en la biblioteca aún que seguramente ya hubieran escuchado alguno de mis jadeos o gemidos.

☁︎︎ 𝓈ℴ𝓁ℴ ℯ𝓇𝒶 𝓊𝓃𝒶 𝒸𝓁𝒶𝓈ℯ 𝒹ℯ ℯ𝓂𝓅𝓇ℯ𝓈𝒶𝓇𝒾𝒶𝓁ℯ𝓈...˚ ⩩ ⋆Donde viven las historias. Descúbrelo ahora