II

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Louis y Harry estaban sentados en el sofá de su casa haciendo una entrevista. Dalai se encontraba en el medio de ambos para así poder tener sus manos unidas detrás de la chica. De esta forma, el entrevistador que estaba sentado frente a ellos, James Corden, no notaría sus manos.

-Hay varios rumores de que Da es hija de ambos por el parecido y cercanía que tienen -James habló sorprendiendo a la pareja y a Dalai -. ¿Esos rumores son ciertos?

Era casi el final de la entrevista. Habían aceptado tenerla en su casa porque no tenían ganas de exponer a Dalai en un estudio ni querían salir de su casa. No contaban con que camarógrafos estarían por toda su casa agobiándolos. Cada pregunta se hacía más difícil de contestar sin decir algo perjudicial, mal interpretativo o que exponga a la castaña sentada en el medio de la pareja.

Louis y Harry se quedaron pensando en darle la respuesta adecuada, Dalai esperaba ansiosamente que sus padres al fin dijeran la verdad. ¿Spoiler? No pasó.

-No, no lo es -Louis negó con la cabeza.

-Ella simplemente es mi sobrina, hija de Gemma -mintió el rizado lo suficientemente confianza como para convencer a James de sus palabras y que no indague más en el tema.

Al parecer el hombre se la creyó y continuó viendo su anotador para analizar cual iba a ser su última pregunta antes de marcharse.

Por otro lado, Dalai sintió una opresión en el pecho y un cosquilleo en la nariz, señal de que pronto lloraría. Disimuladamente separó la mano de sus padres con un movimiento rápido y se levantó del sofá.

-Si me disculpan voy a mi cuarto, no me siento bien -se excusó con una sonrisa falsa antes de subir corriendo las escaleras.

Subió los peldaños lo más rápido posible, corrió hacia su habitación y se encerró en ella cerrando la puerta blanca con seguro antes de deslizarse hacia el suelo y sentarse allí con sus rodillas en el pecho, sus brazos alrededor de sus piernas y su cabeza en el hueco de en medio de las rodillas.

Finalmente, pudo dejar salir todas las lágrimas que venía conteniendo hace rato. Mientras las lágrimas bajaban por sus mejillas, su mente fue atacada por preguntas.

¿Acaso le daba asco a sus padres y por eso no decían la verdad? ¿O de verdad quieren protegerla de los medios? ¿No confiaban en que Dalai guardara el secreto de su relación? ¿La creían chica para saber todo?

No sabe por cuánto tiempo su mente jugó en su contra haciendo suposiciones sin sentido, lo que sabe es que el ruido de la puerta ser tocada constantemente la sacó del hueco de sus rodillas.

-Amor, ábrenos por favor -pidió Louis con la voz quebrada, aunque eso a la chica no le importó en esos momentos.

-No quiero verlos -la voz de Dalai era apenas audible para los adultos tras la puerta -. Váyanse, por favor.

Intentaron un par de veces más y no tenían respuesta por parte de la castaña. Estaban a punto de darse por vencido y marcharse, pero Harry regresó los pasos que había dado y golpeó con sus nudillos una última vez la puerta.

-Hija -llamó Harry en un susurro, su cabeza contra la madera -, déjanos entrar y dinos qué te ocurre, por favor.

El pestillo fue removido con un sonido chillante, señal de que la puerta fue destrabada. Harry la abrió rápidamente y entró en el cuarto de la chica siendo seguido por Louis. A la pareja no le gustó para nada la escena que encontraron frente a sus ojos.

Dalai estaba frente a ellos. Tenía ojos rojos por tanto llanto derramado de golpe, se sorbía la nariz para evitar derramar mocos y su cabello desordenado. Louis y Harry se quedaron mudos por la imagen de su hija así, el silencio reinó hasta que el castaño por fin habló.

Ensalada de frutasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora