XIX

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⚠️TW: TCA⚠️

Por favor si sos sensible con este tema, no leas el capítulo y espera al siguiente. Ya una vez dado el correspondiente avisovqueda bajo tu total responsabilidad leer esto.
Yo escribo esto desde mi conocimiento y experiencia personal, asi que ahorrate comentarios ofensivos o críticas porqie cada proceso es totalmente diferente.

Harry:  20 años

Louis: 21 años

Louis: 21 años

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Martes:

-Me voy a bañar –avisó Louis dejando los cubiertos sobre la mesa.

Harry miró el plato, a medio comer de su novio, y asintió.

-Ok, amor.

Louis caminó hacia su habitación, buscó las cosas para cambiarse luego de la lucha para luego ir al cuarto de baño, que quedaba pegado a la pieza.

Entró allí, cerró la puerta y se miró al espejo. Su flequillo un tanto despeinado, sus ojos azules un poco apagados, sus mejillas regordetas y sus labios resecos. No le gustaba nada de lo que mostraba su reflejo. Y agradeció que éste solo mostrara del pecho para arriba, porque si el objeto llegaba a reflejar su abdomen, seguramente lo habría partido contra el piso.

Bajó su mirada y miró aquella parte de su cuerpo. La odiaba. Odiaba cómo unos rollitos se formaban al costado de su cuerpo, cómo al mirarse de costado tenía una pancita, cómo se veía con el torso desnudo.

Se odiaba.

Ese odio le hacía creer cosas que no eran reales, como que su novio Harry, el perfecto rizado de ojos verdes, hoyuelos, sonrisa perfecta y cuerpo de modelo, lo dejaría al notar que estaba subiendo de peso y que comenzaba a tener panza. Esas cosas claramente no eran reales, pero nuestro peor enemigo es nuestro reflejo, y como éste no reflejaba lo que Louis quería, su mente le jugaba en contra, con esa vocecita susurrándole que tenía que bajar de peso o su novio lo dejaría, que si tenía esa panza en verano todos lo miraría con disgusto, que no le entrarían los pantalones.

Todas esas mentiras que su mente le decían eran las que ahora mismo celebraban que el ojiazul estuviese de rodillas frente al inodoro mientras se metía en su boca dos dedos para provocarse arcadas y expulsar la comida que ingirió diez minutos atrás.

Según había leído, si vomitas apenas comes, estos alimentos no se digieren correctamente. Así que allí estaba, expulsando todo lo que comió en el comedor hace un rato. Sus ojos lagrimeaban, su garganta ardía y su boca se sentía seca. Se sentía pésimo por haber vomitado lo que cocinó su chico con tanto amor, se sentía mal tanto física como mentalmente. Física por escuchar a su estómago rugir en busca de alimento, y mentalmente por no poder acallar esa voz y poder pasar una porción de comida sin sentirse un asco.

Ensalada de frutasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora