XIV

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1/2 partes

El ojiazul paseaba por la vereda dirigiéndose hacia su casa en la tranquilidad de la noche, aunque el excesivo ruido de música que llegaba desde una casa captó su atención.

Giró su rostro y allí estaba la casa donde provenía el ruido. Luces de colores se veían a través de las ventanas, la puerta abierta dejaba entrar y salir a cualquiera que quisiese, y eso Louis lo tomó como invitación.

Con pasos seguros se encaminó hacia la puerta, chocando con varios muchachos ya borrachos en el camino, traspasó la puerta y el olor a alcohol y adolescentes hormonales inundó sus fosas nasales.

La música retumbaba en las paredes, la gente bailaba por donde sea y el ruido de la gente gritando entre sí era ensordecedor.

Como pudo traspasó la multitud y llegó hasta una habitación que pudo distinguir como la cocina debido a la cantidad de botellas destapadas sobre la isla y la heladera entornada.

Terminó por abrir la heladera, husmeó lo que había dentro y luego sacó del electrodoméstico una botella sin abrir de agua. Estaba destapándola cuando una voz frenó su movimiento.

-¿Quién eres?

Giró sobre su eje aún con la botella en la mano, casi se le escurre al ver al chico frente a él. Un muchacho un poco más alto que él, de pelo castaño rizado llegando a sus hombros, ojos verdes y labios carnosos lo miraba con el ceño fruncido.

-¿Quién eres tú? –evitó contestarle al rizado.

-Yo pregunté primero, así que quiero una respuesta primero –ordenó cruzándose de brazos.

-Soy Louis – respondió al fin rodando los ojos –, Louis Tomlinson.

-¿Y quién te invitó a esta fiesta?

-Nadie –se encogió de hombros –. Pasaba por la calle, vi que salía música de aquí, la puerta estaba abierta y entré, simple.

-O sea que tú ves una puerta abierta en una casa y entras como si nada.

-Exacto –dijo antes de terminar de desenroscar la tapa de la botella y darle un trago al líquido.

-¿Y qué si el agua que estas bebiendo tiene algún tipo de droga? Digo, no conoces a nadie aquí y te das el tupé de abrir la heladera y tomar algo de allí.

-Uno –levantó su dedo índice –, me aseguré de que esta botella estuviera bien cerrada antes de tomar. Dos –levanta su dedo medio –, ahora te conozco a ti –alza su dedo pulgar –, y tres, la heladera ya estaba abierta, para ser precisos.

El rizado tensó su mandíbula y frunció aún más su ceño. No le gustaba nada el tono que usaba el castaño frente a él ni que gente desconocida se de el lujo de entrar a sus fiestas sin invitación.

Se acercó peligrosamente hacia Louis hasta que su rostro quedó casi pegado al contrario. Louis ni se inmutó por la cercanía. Es más, disfrutaba ver al rizado enfadado, porque el sí que conocía al ojiverde.

-¿Me vas a decir tu nombre o lo tengo que adivinar? –cuestionó Louis con una sonrisa.

-Soy Harry –respondió serio.

-Un gusto, Harry –el castaño se separó y le tendió su mano libre a Harry, quien la estrechó a regañadientes.

En vez de obtener una respuesta por parte del más alto, este simplemente se dio vuelta y salió de la cocina así sin más, dejando un poco perplejo al castaño. Terminó por encogerse de hombros y sentarse sobre la mesada de la cocina hasta terminar con el contenido de la botella.

Ensalada de frutasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora