Breakin' it!

53 10 28
                                    

"Siempre hay algo que se interpone en el camino, pero si no dejas que te perturbe sabrás cómo romperlo."

Mi familia consistía en mi padre, madre, hermana mayor y hermano menor. Papá es albañil, aunque su gran sueño era ser arquitecto. Mamá, ama de casa, aunque deseaba ser doctora. Ninguno pudo realizar sus estudios por falta de dinero. Crecí en un hogar donde mi padre era quien trabajaba y mi madre se encargaba de los niños.

Mi padre es un hombre muy trabajador, no duda en tomar horas extras. ¿Lo malo? Es realmente estricto, nada fraternal. Él quería que asistiéramos a la escuela para aprender lo básico, leer, escribir, sumar y demás. Mi padre tiene la mentalidad que el hombre es el que debe trabajar y la mujer hacer trabajos domésticos. Por eso, tenía su confianza en mi hermano pequeño, que fuera él quien sacara adelante a la familia.

Mi hermana dejó los estudios antes de entrar a la universidad. Ella no tenía mucho interés de continuar estudiando, se sentía bastante influida por el pensamiento de mi padre. A mamá no le hizo gracia, ella siempre quiso que saliéramos adelante y que nos superáramos; ya que ella no había podido.

Por el contrario, por mis venas corría la sangre de médico de mi madre. Yo sí quería estudiar, ser una profesional, convertirme en una doctora renombrada y ayudar a los demás. Mi madre estaba feliz, veía su sueño realizado en mí y me apoyaba ciegamente, casi a escondidas de papá. Si el tema surgía, era motivo de peleas en casa.

Yo me encontraba realmente motivada, con mi objetivo en mente. Sabía que tener el brazo extendido de mamá era suficiente. El dinero no era problema, podía conseguir una beca, trabajar medio tiempo o hacer mandados remunerados. Siempre he creído que lo importante es creer que lo podemos lograr, no los obstáculos del camino.

Cuando estaba en primer año de secundaria, mamá enfermó. Comenzó como una gripe, no recuerdo bien qué la ocasionó. Al principio, nadie le tomó mucha importancia, creímos que no sería nada grave. Pero nos equivocamos... A la gripe, le procedió una tos muy fuerte, fiebre, náuseas y vómitos y otros síntomas.

Mi madre pasaba cansada todo el tiempo, se levantaba poco de la cama, comía casi nada y su estado de ánimo era deplorable. Cuando eso ocurrió, mi hermana recién había abandonado sus estudios; así que se encargaba de muchas de las tareas de mamá. El resto de la familia no sabíamos qué hacer, yo ayudaba a mi hermana en lo que podía. Mi padre se esforzaba en comprar medicina, pero el dinero no alcanzaba para los gastos de la casa más medicina.

Un día, que jamás voy a olvidar, mamá mandó a llamarme. Cuando lo hizo, mi corazón dio un vuelco, tenía un mal presentimiento. Yo solía acompañarla cuando podía, pero a veces lo evitaba; me dolía verla en ese estado. Al entrar en su habitación, me paralicé. Era como ver a una persona diferente, esa no era mi mamá. Con dificultad, me pidió acercarme; yo obedecí. Me senté a su lado en una silla pequeña, ella me tendió su mano. Las lágrimas empezaron a escocer mis ojos; sin embargo, las retuve lo más que pude. Ella me miraba con ternura, como cuando de niña caía y ella curaba mis heridas, diciendo, "No llores".

–Hija mía– me dijo con voz suave –pronto me iré, pero no tengas miedo: Jamás te dejaré. Tu mamá estará para ti cuando la busques y recuerda que siempre estaré aquí– puso su mano en mi pecho, sobre el corazón –No dejes de perseguir tus sueños, eres una buena chica y la palabra "rendirse" no está en tu diccionario. Tienes mucho camino por delante y si te esfuerzas, llegarás lejos. Yo estaré esperándote en la meta, pequeña. Te amo.

Me acerqué a ella y bese su frente, bañándola de lágrimas. Esa noche mi madre falleció. A pesar que ya sabía que pasaría, no pude evitar ponerme mal, muy triste. Hasta el momento, es el dolor más duro que he tenido en la vida.

Pasé muy deprimida por días, no hablaba con nadie, no quería salir de la habitación y hasta quise dejar de estudiar, como mi hermana. Sin mamá, no tenía motivación alguna, no tenía apoyo. Me sentía sola, aun estando rodeada del resto de mi familia y compañeros que se compadecían de mí.

Dejé de asistir a la escuela dos semanas, ¿para qué continuar? Mientras comíamos, en una ocasión, mi padre expresó que había hecho bien dejando mis clases, que ya era hora que buscara empleo y ayudara a la casa. Me dijo que aunque la muerte de mamá era dolorosa, tenía que superarlo y seguir con mi vida, que había personas en casa que me necesitaban.

Más que entristecerme, sus palabras me molestaron, ¿Cómo se atrevía? ¿Tenía que ser tan desalmado? Al dormir, soñé con mi mamá, me repitió las últimas palabras que me había dicho y nos infundimos en un abrazo. Me hizo sentir que lo que dijo no había sido mentiras y que ella seguía conmigo.

Eso bastó para mí, la siguiente mañana desperté con determinación. Regresaría a la escuela y me pondría al tanto de las clases. Así hice. Me esforcé el doble por estudiar y me dediqué a buscar un empleo. El dinero que ganara lo ahorraría para la universidad.

Un año después, me gradué de bachillerato, al siguiente, comencé la universidad y en más o menos ocho años, me gradué de la facultad de medicina. El proceso no fue nada fácil: mi padre me dio la espalda, trabajar y estudiar al mismo tiempo era cansadísimo, las desveladas por las tareas y exámenes eran frustrantes y muchas cosas más. No obstante, todo mi esfuerzo valió la pena y ahora me enorgullezco de mi decisión.

El camino fue difícil, lleno de obstáculos. Muchas veces quise desistir, pero como me dijo mi madre en aquella ocasión, la palabra "rendirse" no estaba en mi diccionario. Avancé hasta conseguir mi propósito y honrar la memoria de mi madre. 


Nota: Historia creada para el concurso: Inspírate con BTS del perfil WattpadKpopES.




Sígueme en Instagram: rea_purpleheart 💜

Story CollectionDonde viven las historias. Descúbrelo ahora