Feliz Cumpleaños, Hermanito

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Me desperté en la mañana recordando que ese día era el cumpleaños de mi hermanito. Por supuesto que tenía planes para el día. Había planificado que pasaría a una tienda antes de irme a la escuela y compraría algunas cosas para celebrar. Al salir de la escuela pasaría por una cafetería a comprar su postre favorito. Antes de salir de casa, le conté a mi abuela mi plan y ella estuvo de acuerdo.

Entré a la piñatería y me abrumó la cantidad de cosas que había, pero yo sabía lo que buscaba. Me dirigí al mostrador e indiqué a la mujer que lo atendía que me brindara un par de gorros de fiesta, una hilera de banderas con la inscripción "Feliz cumpleaños", una bolsa de globos, una velita de dulce en forma de "8" y una pequeña piñata de su dibujo favorito, Ben 10.

Pasé las siguientes horas en la escuela, deseando que el tiempo volara y así ir con mi hermanito lo más pronto posible. Permití que mis emociones me motivaran a poner atención a las clases y es que estaba alegre, pero a la vez ansioso y no quería que eso me afectara.

Di un respiro profundo de alivio cuando el timbre sonó y sin esperar más, me fui de ese lugar. Como tenía pensado hacer, me encaminé a una cafetería y pedí que me empaquetaran un trozo de brownie de chocolate. Al niño le gustaba el postre con una bola de helado de vainilla, pero si lo pedía así se derretiría y no quería un desastre dulce. Igualmente ordené una botellita de leche de banano, el complemento perfecto.

Con todas las cosas listas, me dirigí hacia mi destino. Tuve que tomar un autobús y en aproximadamente quince minutos ya estaba ahí. Empecé sacando las decoraciones y las coloqué con cuidado en el espacio que tenía. Abrí la bolsa de globos e inflé unos cuantos, el sitio no era grande, no había dónde poner tantas cosas.

Saqué el postrecito, la velita y la caja de fósforos que había traído de casa. Puse la vela encima del postre y la prendí cuidadosamente para que el viento no la apagara. Luego de ponerlo a un lado, tomé asiento.

−Hola, hermanito. ¿Cómo estás? Hoy es tu cumpleaños y vine a saludarte. Mira, te traje tus cosas favoritas, bueno, algunas. Lo siento, pero el postre no tiene helado como te gusta; es que se derretiría antes de traerlo hasta acá. Estaba muy emocionado de venir y quise prepararte esta sorpresa. Sé que no es mucho, pero es todo pensando en ti. Espero que te guste lo que te preparé. ¿Sabes? Te extraño mucho. Mi vida se ha vuelto muy aburrida y ya no soy el mismo. Todos los días son grises para mí y me siento tan solo... No he dejado de arrepentirme por lo que sucedió, sé que fue todo mi culpa, quisiera haber sido yo en tu lugar, pero no fue así. Mis sueños no dejan de repetir el fatídico día, ni hacerme imaginar el momento en que me reúna contigo.

Podía comparar mis ojos con unas cataratas, pero ni éstas desbordaban tanta agua como lo hacía yo.

−Hace un año que te fuiste para siempre y sé que tengo todo el crédito por esto. Espero que algún día puedas perdonarme. Comprenderé si no lo haces, no lo merezco, pero debes saber que aún estoy pagando y lo seguiré haciendo por el resto de mi vida. Si tan solo...− Estiré mi mano y toqué la fría grava que componía la lápida. Pasé mis dedos por la escritura, a la vez que hacía una mueca de dolor.

−Ese día... Estabas muy feliz por la nueva bicicleta que te habían regalado por tu cumpleaños número siete. Me pediste que te acompañara afuera a pasear en ella. De mala gana salí y en vez de cuidarte, pasé jugando en mi celular. No me di cuenta cuando te bajaste de la acera, ni cuando ese estúpido carro se aproximaba. Lo último que escuché fue un claxon, el chirrido de unas llantas y tu grito desgarrador. Luego nada. El pitido en mis oídos me desconcertó y quedé en estado de shock. No fue hasta que mamá salió y me hizo reaccionar que supe lo que pasaba. Corrí, me acerqué a ti, te sostuve en mis brazos y lloré pidiéndote que aguantaras, que mamá llamaba a una ambulancia y pronto llegarían a salvarte. Me mirabas con tus ojitos de niño mientras lágrimas salían de ellos. "Te quiero mucho, hermano. Cuídate y cuida a mamá. Te espero en el cielo." fue lo último que me dijiste. Fui sacudido por una persona que me quitó de tu lado en contra de mi voluntad. Te subieron a la ambulancia y llevaron al hospital. Todo fue en vano, ni siquiera resististe llegar hasta allá.

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