(-VIII-)

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TW:
-crossdressing
-ligero ooc
-mención de drogas y abstinencia
-bifobia interiorizada y celos

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No podía entender su reacción, el nerviosismo que antes mostraba con sus ojos negros mirando la ventana contraría ahora lo veían con total seriedad y una fría calma que hacía que escuchara con atención su propio corazón, sin poder regresarle la mirada podía sentir esos ojos helados quemándole la sien. —¿Qué?

—No voy a repetirlo —. Mikey ya no quería estar ahí, su seriedad expresaba el desagrado que sentía. Ya no le importaba perderse en las calles de esa avenida ni caminar por la acera con esos incómodos tacones que ya le habían cansado las piernas al correr de ese hotel, sin olvidar que también debía cargar ese bolso deportivo para nada discreto. Ya pensaría en algo, su prioridad era alejarse del auto o explotar nuevamente. —Ya no quiero estar aquí.

Siempre fue así de caprichoso, nunca pedía favores y esperaba que todo se le cumpliera sin necesidad de alzar demasiado la voz, por esa razón pudo escuchar el susurro demandante. Estando aún molesto, su mente deseaba seguir la discusión y librarse de esos pensamientos a base de gritos desesperados por atención. Bien pudo detenerse, estacionar el auto prudentemente y dejarlo ir, pero él también era terco y necio cuando olvidaba su temprana madurez, frenando el auto y raspando las llantas de hule negro casi dejando marcas en el pavimento. Para suerte de ambos, esa noche el tráfico se había disipado como si el destino supiera que una discusión entre ambos fuera a provocar un apocalipsis.

Ningún auto iba detrás de ellos.

Cuando el shock se desvaneció, sintió un nuevo golpe de adrenalina que lo impulsaba a seguir desatando su lengua como si su relación no estuviera rota. —Está bien, ¡Lárgate! —. Volvió a apretar los dientes sintiendo como el ácido estomacal subía a su garganta. —¡Luego no vengas rogando por mi ayuda!

Sabía que decía disparates, aunque una parte de él quería creer que él lo necesitaba más que a la inversa. Las calles estaban bien iluminadas por la zona central, donde abundan restaurantes de comida rápida y edificios que presentaban entretenimiento, apuestas y colores brillantes era lo que se podía ver entre los carteles neón de los edificios que no se prestaban como servicios alimenticios. No dudó en bajar con todas sus cosas y mostrar su ceño fruncido, azotando la puerta para regresarle una mirada afilada, unos ojos que había creído olvidar de entre tantas peleas que tuvieron, nunca le mostró esos ojos a él. —Yo ya no necesito de ti —. Aún necesitaba ayuda para varias cosas al ser tan mimado, pero eso no significaba que para ello dependiera de alguien, le gustaba la compañía y portarse infantilmente, y eso no significaba que fuera un inútil. —Ya sea para matar o para cuidarme el culo, puedo hacerlo sólo —. Sentía nuevamente el arranque de querer bajarlo del auto y molerlo a golpes, conformándose con patear la puerta del auto lo suficiente como para dejar una abolladura, conteniéndose de dejarlo sin puerta al recordar que el auto no era sólo de Draken.

—Maldito —. El golpe lo había asustado, al punto de hacerlo brincar en su asiento. Él también quería seguir gritándole, hacerlo recapacitar por las decisiones que ha tomado los últimos doce años a través de la ventana de un auto no fue el mejor razonamiento que tuvo, sin embargo, cuando ya tenía las palabras en la boca fue callado con una mirada de odio.

—Es lo que soy, y si te molesta entonces deberíamos volver a ser desconocidos como esta mañana —. Sonaba a una despedida amarga, pero la decepción ya ni le cabía en el cuerpo. Él mismo sabía que no debía tener la mínima esperanza en su pasado y aun así se permitió imaginar estar con sus amigos. Si Draken quería verlo como en el pasado pues ocultaría su tristeza nuevamente, escondería todo del mismo para darle la despedida que quería. —Adiós, Ryuguji.

𝗰𝗮𝗻𝗻𝗶𝗯𝗮𝗹 𝗾𝘂𝗲𝗲𝗻 | draken/mikeyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora