𝗰𝗮𝗻𝗻𝗶𝗯𝗮𝗹 𝗾𝘂𝗲𝗲𝗻 | draken/mikey

(-IX-)

TW:
-moralidad dudosa
-bifobia interiorizada
-chisme más que nada
-ligero ooc en varios personajes

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No le quedó de otra más que meditar en silencio mientras se conectaba la llamada, se sentía más calmado ya con un objetivo en mente, molestar a su querido amigo y contarle la tarde que había tenido, primero Takemicchi regresa del pasado y luego su reencuentro con Mikey. Necesitaba ayuda para procesar todos esos eventos y su entrometido amigo lo mataría si se enteraba que le ocultó una noticia como esa. —Si es por el precio del vestido, no voy a bajarlo más Tachibana.

—Soy yo —. Su voz era toda la presentación que necesitaba, tan profunda como seria, sería imposible que cualquiera de sus íntimos amigos la confundiera. —Necesito hablar contigo.

Tuvo que sentarse, Draken no era de contar la pesadez de su trabajo por una llamada, algo había pasado y tenía que ser demasiado fuerte como para que haya recurrido a hablarlo. Revisando su reloj se dio cuenta que pasaba una hora de la media noche, apenas había terminado el día. —Cuéntame —. Se había quedado dormido en el sillón de su taller, según él solo iba a descansar los ojos y terminó durmiendo casi seis horas, ahora estaba atrasado con su trabajo. De no ser por la llamada de Draken habría despertado al día siguiente con un terrible dolor de cuello y muchos pendientes.

—Fue un día muy extraño, no sé ni cómo describirlo —. Se decepcionó cuando escuchó eso por la bocina de su teléfono, poniéndolo en altavoz para tener las manos libres y trabajar al mismo tiempo que ayudaba a su amigo.

Creía que sería algo más impactante. —¿Para eso llamas tan tarde? —. Cortando la tela que iba a usar mañana mientras tomaba el teléfono para regresarlo a su oreja. Si no iba a decir algo interesante entonces la llamada podía esperar. —Estoy ocupado.

—Encontré a Mikey.

Y se hizo el silencio, en lo que procesaba la bomba que acababa de escuchar, soltando las grandes tijeras sólo para tomar con desesperación el teléfono y gritarle. —¡¿Qué?! —. El grito fue demasiado fuerte, tanto que el mismo Draken apartó un poco la oreja del auricular. —¡Se supone que eso se dice antes, idiota! —. Ahora sí tenía sentido de ser esa llamada, Mikey había desaparecido de la vida de todos después de enterrar las cartas, nadie sabía de él ni de su paradero. Dejaron de buscarlo a petición de este Draken y Chifuyu. —¿Qué pasó con él?

—No sé ni cómo explicarlo —. Las dudas eran demasiadas y sentía que no serían respondidas en su totalidad en una llamada telefónica, se sentía impotente al no ver los gestos directos de quien le informaba, el lenguaje corporal era muy importante para ese tipo de cosas. No iba a pedirle que esperaran a verse en persona porque estaba demasiado intrigado, pero sentía que algo faltaba. —Pase de confrontarlo a besarlo en una fiesta privada y luego él mató a alguien, al final nos peleamos y lo estoy esperando.

Y es por eso por lo que no le gustaba que Draken le contara sus problemas por llamada, no sabe relatar bien, su capacidad para narrar queda en una frase y el resto se atasca en sus facciones, claro que por el tono de su voz podía notar que estaba frustrado por muchas cosas y a su vez se le escuchaba tratar de contener sus emociones en una sola frase. —Draken, te faltó algo importante —. Era irritante para él escuchar algo como eso de una forma tan simple y vaga.

—¿Ah sí?

Lo peor era que ni siquiera lo notaba, no se daba cuenta que mientras él contaba el impactante regreso de uno de sus mejores amigos durante la pubertad y adolescencia temprana, sumándole a eso un beso y el hecho de que acaba de mencionar que el mismo niño que le gustaba que lo llevaran por postres después de una larga siesta, necesitaba todo el contexto y Draken solo le daba migajas. —¡Detalles! —. No escatimó en gritarle nuevamente al teléfono, si bien era el otro quien llamaba para dejar sus inquietudes y buscar un consejo para aclararle la mente, no iba a dudar en reclamarle por la falta de información, si iba a contarle algo no debía dejarlo a medias. —Te atreves a contarme una historia que tiene el mismo sentido que una comedia de taquilla barata y no me dices nada importante —. La hora no era la adecuada y aun así estaba más despierto que nunca, poco le importaba tener aún lagañas en los ojos, el sueño se había largado a quien sabe dónde. —Tengo demasiadas preguntas y muy poca paciencia —. Ya estaba hasta rascándose el puente de la nariz de la pura desesperación.