Capitulo XIV - Extrañar(nos)

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APOV:

Todo gira en torno a ella, mis comidas son las que ella prefiera, mis pensamientos son únicamente sobre su bienestar, comodidad y felicidad.

La figura femenina en mi vida se redujo a ella, mi madre y mi hermana.

Todo recuerdo de ella me inunda, me provoca y hace que hasta el movimiento más inocente sea erótico.

La extraño y ella esta allá, tan lejos.

No encuentro consuelo más que en sus brazos, con su cara escondida en mi pecho o su mirada tierna que no tiene más destinatario que este pobre cabezón que se muere por ella.

Venezuela es un país muy aburrido sin ella.

Venezuela vacía.

Pecho vacío.

Brazos vacíos.

Corazón solo.

Armando solin.

Cabezón solito.

¿Que será de esta pobre alma incompleta e incompetente que lo único que desea es ser amado?, ¿será que estoy exagerando?

No puedo puntualizar cual fue el momento en el que de pronto supe interpretar a Beatriz, simplemente pase de no saber su nombre; a saber cuál es la forma en que mueve los labios cuando está nerviosa y cuantos lunares tiene en el pecho.

Algo que me cautivo de ella fue su intimidad. A solas, Beatriz es más ella, pero acompañada se transforma. Es como si Betty estuviera hecha para el mundo. Cuando la gente la comprende, enciende esa magnífica necesidad de protegerla, de amarla.

Beatriz a solas encuentra motivos para todo, es como si también fuera inmune al mundo. Esta maravilla de visión la descubrí en el lugar más inhumano del planeta, su oficina, "la cueva".

Dios mío, cuanto he cambiado, no me reconozco ni dentro ni fuera de mi cabeza. Ella me mostro, sin proponérselo, unos sentimientos desconocidos, casi irreconocibles para los simples estúpidos snobs como lo era yo. Transformaron lo efímero de mi ser por algo, nuevo, más trascendental y eterno. Poquito a poco se metió en mi cabeza, en mi vida y en mi corazón.

El hecho de haber sido amantes es tan bello, que quisiera gritárselo al mundo para presumirlo, pero a la vez esconderlo de todos, ocultar este tesoro celosamente para que nadie disfrute como yo. Incluso la palabra amante tomo un rumbo diferente, no de forma despectiva para llamar a otra persona, sino por la raíz misma de la palabra. Amantes, personas que se aman, que se desean con locura y buscan la felicidad del otro. El acto mismo de amarse, de consumirse en necesidad por el tacto del otro, por un gesto aunque sea. Desear la cercanía del otro, de su presencia y de ninguna otra. Beatriz es una amante apasionada por naturaleza y yo soy afortunado por poder presenciar este milagro de la existencia.

Estoy maravillado y embelesado de toda ella, de cómo es capaz de dirigir impecablemente una empresa con miles de empleados, de tener la destreza de negociar lo innegociable, de iluminar lo más oscuro de un ser despreciable. Sin duda deseo que haga conmigo lo que quiera, que me dirija, que me domine, que sea yo el receptor de todas sus necesidades, de bajarle las estrellas si es que me lo pide.

Nada de lo que yo haga es lo mínimo que se merece.

Nada que yo le consiga para satisfacerla será suficiente para mí.

He de dedicar mi vida, mi tiempo y todo lo que tenga, para que ella sea feliz.

LA AMO

Hacerla feliz es simple, según ella, porque siempre me ha dicho que mi felicidad es su felicidad.

Locura Mía (1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora