Hermione se paseó por el pasillo exterior, mordiéndose las uñas con ansiedad y jugueteando con el teléfono. Era una mala mentirosa, se lo habían dicho más a menudo de lo que le gustaba, pero supuso que podría hacerlo por teléfono. Así que llamó a Ron y trató de sonar lo más casual posible.
"...esto es un verdadero desorden, sabes cariño, y estoy muy ocupada limpiando todas las cosas. Así que no te preocupes si no vengo durante unos días, ¿está bien?"
"¿Quieres ayuda con eso?"
"No", se apresuró a rechazar la oferta. Jugando la carta de la simpatía, dijo: "Realmente necesito hacer esto por mí misma. Todas las cosas de mis padres me recuerdan a ellos. Me traen viejos recuerdos... Así que estaba pensando que tal vez debería renovarla. Darle un nuevo aspecto, para poder, ya sabes, tener un nuevo comienzo".
"Lo que necesites, nena. Te quiero".
Desconectó la llamada y suspiró. Ahora era el momento de afrontar el otro problema. Todas las cosas por las que había pasado durante su vida escolar parecían un parque temático comparado con esto. Se las vería con un boggart para enfrentarse a sus mayores miedos diez veces más, antes que enfrentarse a lo que había al otro lado de la puerta. Snape, no podía imaginar cómo reaccionaría él y ni siquiera podía imaginar cómo sería tenerlo allí. Ese hombre estaba más allá de sus conocimientos; no sabía qué hacer y odiaba no saber. Si al menos viniera con un manual de instrucciones, podría habérselo aprendido de memoria. Pero él llegó como una sorpresa y, por desgracia, ella no era muy buena en las pruebas improvisadas.
Snape estaba sentado en la cama, no del todo, pero sí apoyado en algunas almohadas; sus ojos curiosos observaban la extensión de la habitación de este extraño, donde se encontraba después de haberse despertado. Levantó la cabeza cuando entró Hermione y sus ojos se posaron en ella con una curiosa mezcla de sorpresa, asombro y confusión. Su cerebro había registrado el hecho de que ella había cuidado de él; después de que no pudiera seguir adelante, sus pies habían llevado involuntariamente su cuerpo a una casa cualquiera y se había arrojado frente a ella, y afortunadamente había resultado ser la de ella. Pero aún no podía procesar la parte del "por qué" de la pregunta.
¿Por qué no alertó a las autoridades? ¿Por qué lo trajo? ¿Por qué se molestó en curarle? ¿Por qué le importaba?
La miró estupefacto, los engranajes de su cabeza se pusieron en marcha y, antes de que pudiera pronunciar otra palabra, le sobrevino un ataque de tos. Ella se acercó con cuidado a su cama y le ayudó a tomar un vaso de agua. Él lo tomó, pero la miró con desconfianza mientras daba sorbos tentativos. Quizás estaba tan poco acostumbrado a la amabilidad que se mostraba incrédulo ante la más mínima muestra de humanidad.
Hermione comprendió la razón de su mudez y optó por hablar primero. "¿Cómo te sientes ahora? ¿Te duele algo? ¿Hay algo que pueda hacer? ¿Qué necesitas?"
Hablar todavía era difícil, un graznido salió de su boca- el sonido agrio y frágil. Todavía se estaba recuperando y hablar era un ruido áspero. Era tan diferente de su barítono sedoso normal que era casi melancólico. Seguía siendo profundo y sonoro, pero sin la nota de hostilidad que ella asociaba antes con él. Ahora, evocaba simpatía.
"Yo... aprecio lo que haya hecho,... señorita Granger. Pero yo...""Por favor, señor", mitigó Hermione. "Llámame Hermione. Y espero que esté bien que te llame Severus".
Aunque Hermione seguía dirigiéndose a Arthur como "señor Weasley", por respeto, ya que era el padre de su novio- Sirius, Remus y los demás insistían en tutearlos. Así que esperaba que a él también le pareciera bien, ahora que ya no era su profesor. Él, sin embargo, no se sentía nada cómodo. Sus ojos se dirigieron a su rostro y su expresión cambió a una de desagrado. "No soy... realmente capaz de irme yo mismo, si no, no tenga ninguna duda, lo habría hecho. Pero me temo que voy a tener que pedirte que se vaya". Su voz era peligrosamente calmada; en las clases ese tono solía aparecer justo segundos antes de que arrancara jirones a cualquier alumno que hubiera tenido la desgracia de provocar su ira.
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𝔄𝔡𝔦𝔠𝔱𝔬 𝔞 𝔱𝔦 [𝔖𝔢𝔳𝔪𝔦𝔬𝔫𝔢]
أدب الهواةUna calada, y luego una segunda. No pudo evitar dar otra calada. Al igual que no podía dejar de desviar la mirada hacia su figura dormida, bañada por la luz de la luna. Una mirada más y ya está. Pero sabía que se estaba mintiendo a sí mismo; desde q...