La vida es aburrida en este momento. Como si no hubiera nada más que esperar. Como un tocadiscos que está atascado reproduciendo la misma melodía una y otra vez. Hubo un tiempo en que le gustaba la música. Ahora todo parece volverse exasperante. Le pone de los nervios. Se siente hastiado, agitado. Y el aburrimiento, con su cara de suficiencia, bailaba a su alrededor en círculos.
La lógica estaba sentada dentro de su cerebro, dando una serenata. Diciéndole que es sólo una fase. Momentánea y transitoria. Él lo cree. Las cosas cambiarán. ¿Pero cómo?
Sigue tropezando con las extremidades lassitudes del aburrimiento. Lo encuentra en todas partes. En su plato de desayuno, en el desorden de los cubiertos, entre las páginas de sus libros, en el interior de su armario, en el propio aire que respira. Se pregunta si es el único que se siente así. Quizá fuera el único que estaba confinado en una jaula. Normalmente no le importaba quedarse encerrado, pero ¿qué es eso del afán rebelde por hacer lo que no se debe hacer? ¿Cómo se enfrenta uno a ese sentimiento?
Se quedó de pie frente a la ventana cerrada, mirando a través del cristal, sin percatarse de la lluvia que caía. Sus ojos vagan y luego se fijan en las gotas de agua que ruedan por el borde de una línea. Se fija en las minúsculas gotas -que se deslizan por los cables o las ramas de los árboles o la punta de las hojas-, una tras otra después de un fuerte chaparrón. Luego caen en el olvido. Supuso que esa era su vida ahora, tan sombría como esas gotas. Tan aburrida y prosaica. Se dejaba llevar por la corriente. Cediendo a la gravedad. Entregándose al destino. Sin saber a dónde será llevado. Sin saber el camino a seguir. Y el aburrimiento seguía prevaleciendo.
Pero tal vez una de esas gotas encuentre su camino en las manos de la suave hierba verde, o en el regazo de una bonita flor. Y desde allí se evaporen y escapen al aire. Encontrar una nueva forma, un nuevo significado. No enjauladas, no encogidas. Libres para ir a cualquier parte. Ser cualquier cosa. Volar alto hacia las nubes. No para convertirse en lluvia de nuevo, pero tal vez esta vez, precipitarse en nieve. O simplemente vagar y fundirse con los vientos que soplan. Tal vez visitar el mar. Ver las cosas que siempre había querido ver.
Sí, un día la vida será libre. Libre de esta rutina monótona. Hasta entonces, siguió mirando estas gotas. Y el aburrimiento siguió girando en piruetas perfectas.
Ya estaba harto de esta enfermedad, haciéndole creer que había una cura. Intentando esconderse dentro de su piel mientras le devoraba lentamente desde dentro. Había buscado una cura que durara para siempre, pero cada vez que creía tenerla, se le escapaba, alejándose de su alcance.
Ya estaba harto de esta enfermedad, que le hacía creer en una falsa esperanza. Ya estaba harto de esta enfermedad, que le hacía sangrar el corazón y lo dejaba extraviado en un valle de recuerdos olvidados. Ya tuvo suficiente de esta enfermedad llamada amor que lo hace vulnerable mientras filtra su veneno dentro de él, el caos persiste en sus pensamientos de lo que podría ser y lo que podría haber sido, sólo para darse cuenta de que nunca fue la cura sino esta enfermedad la que lo mantiene cuerdo.
La culpa asciende desde las profundidades de su piel, devorando su torso como un caníbal suelto. El olor a carne cruda y a alcohol llena el aire. La agonía es su invitada de honor estos días. Cuando los fantasmas de su pasado le estrujan el alma, baila al ritmo de su corazón sollozante. Y engulle a toda prisa, otro vaso de pena.
Son las 3 en la oscuridad y su vista se vuelve borrosa. Demasiado cansado para morir y demasiado dolorido para vivir. Se acerca a su memoria y clava sus uñas en ella. Se limita a rozar su lienzo de viejo regocijo podrido. Dejando un regusto que quema las almas hasta convertirlas en cenizas. Pero la pena era para él lo que el agua era para el océano.
Él mira las marcas que ella dejó cada noche, mientras lo abría y dejaba que la vergüenza se derramara. Cada mañana se lavaba con un cubo lleno de pena, ocultando las noches de pecados. Porque poco sabe el mundo, de todos los pecados que había cometido. Borracho de dolor y perdido en su agudo abrazo. Poco sabían que hacía el amor con agujas cada noche...
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𝔄𝔡𝔦𝔠𝔱𝔬 𝔞 𝔱𝔦 [𝔖𝔢𝔳𝔪𝔦𝔬𝔫𝔢]
FanficUna calada, y luego una segunda. No pudo evitar dar otra calada. Al igual que no podía dejar de desviar la mirada hacia su figura dormida, bañada por la luz de la luna. Una mirada más y ya está. Pero sabía que se estaba mintiendo a sí mismo; desde q...