Capítulo 2: Lectura imprevista.

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Filadelfia.
30 de noviembre.
6:30 am.

Blake POV

Abro mis ojos debido a la alarma que puse en mi celular anoche, me siento en la cama estirándome para agarrar mis lentes, doy un bostezo y reviso si me ha llegado un mensaje y como era de esperarse.

No tengo nada.

Meh, no me importa, lo único importante es que hoy es un día espectacular para ir al bosque a leer un poco antes de ir a la Universidad.

Agarro mi toalla y salgo de mi habitación para darme una ducha, en el pasillo me encuentro a mamá con su bufanda que la abriga del frio.

—Buenos días cariño —me saluda con una sonrisa.

—Buenos días ma ¿Cómo amaneciste? —Le pregunto dándole un beso en la frente.

—Pues con un poco de tos pero lo más seguro es que sea el frío —se abriga más con su bufanda.

—Espero que te mejores, te recomiendo que te tomes un té caliente, ¡por cierto! iré a leer un rato antes de ir a la Uní ¿Vale? Así que no me esperes —asiente con la cabeza y sigo mi camino al baño.

Al entrar, me dispongo a quitarme el pijama e ir a la ducha, en el momento en que abro la llave siento como todo mi cuerpo se relaja.

—Mmm agua caliente —murmuró mientras me lavo.

Al pasar los minutos salgo del baño con una toalla en la cintura, y otra en mi cuello, llego a mi habitación y me coloco una camiseta de manga larga, encima una chaqueta color negro, mis pantalones azules, y mis botas, está nevando así que también llevaré una bufanda.

Cuando ya estoy listo miro mi pequeña estantería, no tengo muchos libros pero me encanta releerlos.

—Vamos a ver ¿Qué libro puedo llevar? ¿Orgullo y Prejuicio? O ¿Mujercitas? Sintiéndome indeciso hago lo que cualquier persona normal haría— De tin Marín de do pinguie, cucaramacara títere fue, yo no fui fue tete pegale pegale que ella fue —mi dedo cae en Mujercitas y sonrió.

Agarro mi celular junto con mi mochila y mis lentes, salgo con prisa de mi habitación bajando las escaleras con sumo cuidado. No tengo hambre y los más seguro es que si mi mamá me ve, me obligará a comer, es muy estricta con eso de la comida, cuando estoy a punto de abrir la puerta escucho su voz demandante.

—Blake Müller, a la cocina ¡Ahora! —Cierro los ojos fuertemente, sin decir nada mis pies cambian su destino a la cocina y veo a mamá sirviendo el desayuno.

—Ya te he dicho que no me llames por ese apellido.

Me siento incomodo cada que lo hacen, no me gusta y nunca me gustara, si tan solo mama me hubiera puesto sus apellidos fuera feliz, ¡pero no! El registro me tiene con uno de él y uno de ella.

—Y ¿Por cuál apellido quieres que te diga Blake? —dice con algo de cansancio ya que hemos tenido esta conversación millones de veces.

—No lose, por el tuyo supongo —me cruzó de brazos.

—Sabes que el de tu papá... —la interrumpo tan rápido en cuanto dice la palabra «papá»

—Ese hombre, jamás fue, ni es, ni será mi padre.

Ella suspira pero no dice nada, solo sirve el desayuno y se sienta al frente a mí. Toda la comida nos la pasamos en silencio, es un tema incómodo y delicado para nosotros dos. Doy el último bocado dando las gracias y salgo de la casa no sin antes darle un beso en la frente.

Una Caperucita Feroz [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora