ー☆ XII

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Llegó el sábado, un día cualquiera para algunos, pero no para Natsuki, pues ese día ocurriría la tan esperada fiestas a la que anhelaba asistir, y quizá, también hacer algún avance con el pelirrojo.

A pesar de estar emocionada, no podía evitar pensar en la discusión que había tenido con su hermano.

☁︎ Flashback ☁︎

…¿Te gusta Kirishima?

La rubia lo miró expectante de su respuesta, sintiendo un malestar en el estómago. Quería que su hermano fuera sincero con ella, sin embargo, no quería escuchar la respuesta.

Por más estúpido que suene, Kirishima significaba algo para ella, y aunque no fuera tan fuerte como el lazo que tenía con el rubio, no quería que este se viera afectado por un simple crush.

Pasaron algunos minutos en silencio, mirándose fijamente, ninguno dispuesto a hablar o responder, sentían que la mínima palabra podría desatar una bomba entre ellos, y era lo que menos querían.

El ruido de unas llaves en la planta baja hizo presencia, y el rubio aprovechó la distracción para empujar a su hermana lejos de la habitación y entrar, poniendo cerrojo en esta.

☁︎ Fin del Flashback ☁︎

Su hermano no se había dignado a responder su pregunta, y había optado por escapar, en su lugar. Sabía que responder una pregunta de ese tipo era difícil e incluso bochornoso, sin embargo no podía creer que este había hecho una acción tan cobarde viniendo de el, pero ella también era persistente, y haría lo posible para que la situación no se quedara así.

 Sabía que responder una pregunta de ese tipo era difícil e incluso bochornoso, sin embargo no podía creer que este había hecho una acción tan cobarde viniendo de el, pero ella también era persistente, y haría lo posible para que la situación no s...

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Cobarde. Katsuki Bakugo se sentía como un cobarde. No poder aceptar sus sentimientos y mentirle a su hermana en la cara, escapar, son cosas que eran tan impropias de sí, pero daba igual, porque él ya no era el mismo, ya no se sentía como él mismo, y sabía el porqué.

Él sabía que se sentía así, por culpa del pelirrojo. Kirishima Eijiro, el pelirrojo de 1,70 con ojos color rubí y dientes afilados, con una personalidad tan brillante y amistosa que podría opacar el mismo sol, era la causa de su malestar. Había estado rondando en su cabeza por días, y no podía sacarlo de allí ni aunque quisiera.
Al inicio pensó que esto se debía a la particular apariencia del chico, lo cual sirvió de excusa por un par de días, hasta que se dio cuenta que era algo totalmente diferente.

El rubio tenía problemas para controlar sus emociones, lo sabía muy bien, por lo cual practicaba boxeo para poder expulsar los chorros de sentimientos que formaban tormentas en su mente. La mayoría del tiempo, se sentía como un huracán, un huracán arrasando con todas las personas alrededor suyo, y por esa misma razón era tan explosivo y agresivo con todos. Pero descubrió que existía una persona que podía hacer que ese huracán desapareciera.

El no sentía las típicas mariposas en su interior, ni se sentía nervioso ni ansioso cerca de él chico, él sentía calma, paz. Cuando estaba junto al pelirrojo, todo el huracán de emociones en su mente se disipaba, y solo quedaba un río, un río calmo y tranquilo, el cual se movía de forma pausada y relajante.

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