ー☆ VII

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Luego de que Kirishima curara sus heridas, el rubio decidió irse a casa, ya casi eran las 12 y no deseaba regaños cuando ni siquiera estaba de humor para ello.

Por insistencia del chico, había terminado incluso llevándose uno de sus abrigos, con la excusa de que afuera estaba haciendo mucho frío y no quería que él se enfermara. El rubio no lo admitiría — y tal vez no lo haga nunca—, pero su abrigo olía malditamente bien, justo como olía Kirishima, y ese olor por alguna razón le encantaba.

El rubio estaba muy confundido ¿Acaso Kirishima lo iba a besar? A pesar de que la idea no sonaba tentadora para él, algo en su interior no podía evitar emocionarse cada vez que imaginaba a Kirishima junto a él. Estaba 100% seguro de que no sentía nada por ese pelo de mierda, pero aún así, cada vez se veía más emocionado por llegar a clases y escuchar un "Buenos días, Blasty" junto con esa sonrisa que se quedaba grabada en su mente, y le ponía de buen humor inconscientemente.

Aunque Katsuki tuviera sentimientos por el pelirrojo, ¿Que iba a pasar con ellos? él no se sentía listo para iniciar una relación con el pelirrojo cuando ni podía olvidar su pasado. recordó las palabras de Shindo "¿O es que GroundZero tiene una nueva puta?" Maldición, cada vez que lo recordaba sentía ganas de ir junto a ese bastardo y romperle la cara. Las personas podían ser muy crueles, sobre todo con aquellos que tenían más gustos mas… diferentes, y Katsuki no quería que Kirishima sufriera por ello.

Llegó a su casa a media noche, a pesar de que la casa del pelirrojo no quedaba tan lejos. Al entrar, su madre se le acercó y le reclamó por haber salido de la nada y sin avisar, y al notar las heridas en su rostro se alarmó, pero el rubio, agotado, la ignoró como siempre. Mientras subía las escaleras hacia su habitación, se topó con su hermana en el marco de su habitación.

—Katsuki… —le había llamado, pero éste hizo oídos sordos y se encerró en su habitación.

Sentía que todo le daba vueltas, y el golpe en su boca aún dolía, pero aún sentía los toques del pelirrojo en su rostro, en sus brazos, como si su contacto quemara, pero al mismo tiempo le hiciera querer más, se sentía incorrecto, sentía que el simple hecho de ser tocado por un ángel como el pelirrojo era un fruto del que no podía disfrutar un perdedor como el.

Un nuevo día de clase llegó, y con este, los estudiantes regresaron a sus clases luego de un fin de semana lleno de emociones —para algunos—

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Un nuevo día de clase llegó, y con este, los estudiantes regresaron a sus clases luego de un fin de semana lleno de emociones —para algunos—.

Natsuki iba caminando junto a su hermano, como de costumbre, pero por alguna razón lo sentía ido.

A pesar de estar junto a ella, e incluso hablaba, se sentía como si estuviera en otra parte, lejos. Hacía mucho tiempo que no estaba así, y le preocupaba, ya que en todo el fin de semana este no le había dirigido la palabra, ni siquiera había salido de su habitación. Tenía unas grandes ojeras bajo sus orbes rojas, y se veía cansado, un poco demacrado incluso, como si no hubiera dormido. La rubia se decidió a preguntarle, pero antes de eso, interrumpieron su caminata.

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