—Tienen una semana para entregar la redacción, confío plenamente en vuestras capacidades. — terminó de decir la profesora de Literatura del Omega. Louis suspiró. No lo malentiendan, él amaba escribir textos de cualquier tipo, y sus calificaciones siempre eran brillantes en ese ámbito, pero detestaba cuando el trabajo se trataba de una ''Redacción con tema libre'', ya que él nunca era capaz de encontrar un tema que creyese suficientemente bueno o que valiera la pena.
Prefería que eso viniera pautado, normalmente.
Tomó su libreta de un color verde oscuro y salió del aula, junto con sus otros compañeros, y caminó hacia la cafetería para pedir un café.
Sin embargo, algo llamó su atención. Haciendo que sonriera como un estúpido.
Su Alfa, junto con otros tres chicos, estaban vestidos con faldas de tul de color rosa y unas orejas de conejito de color blanco en sus cabezas. Tenían un pequeño puesto de castañas, en la cual estas se cocinaban lentamente, y emanaban un olor demasiado atrayente y cálido que Louis definitivamente amaba.
Louis hizo contacto visual con su Alfa, y este le guiñó un ojo.
El Omega, definitivamente, iba a aprovechar eso, por lo que no tardó en sacar de su bolsillo su teléfono móvil y hacerle algunas fotos a su Alfa, mientras esperaba en la fila del puesto de castañas, que, por más sorprendente que le pareciera, estaba muy lleno de gente interesada en comprar.
Al cabo de unos minutos, fue su turno, y su Alfa corrió a atenderle con una sonrisa de hoyuelos marcados. —Buenas tardes, señor, ¿Qué se le ofrece? —habló Harry, remarcando su acento británico, al punto de que Louis quisiera grabarlo en video.
—Mmm... una docena de castañas y un café americano, por favor. —sonrió dulcemente a Harry mientras señalaba las castañas con su mano.
—Perfecto, espere. —dijo Harry, comenzando a hacer todas las elaboraciones; encargó un café americano a uno de sus compañeros y él mismo escogió las mejores castañas para meterlas en un recipiente de papel de periódico para entregárselas a su Omega.
—¿Cuánto es? —preguntó Louis, sacando su monedero de su bolsillo.
—Oh, no. No se preocupe. Invita la casa. —guiñó un ojo e hizo una pequeña reverencia al Omega. Luego pasó al lado derecho del puesto para servir a otra persona. Louis rodó los ojos y negó con la cabeza mientras sonreía. Tomó una castaña del recipiente y le quitó la piel que la cubría, llevando el fruto interior a su boca.
No sabía nada mal, debía de admitirlo.
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