Tras volver a su vida cotidiana, Louis retomó todo con la misma normalidad que antes de ir de viaje con su Alfa. Volvió a centrarse en sus estudios y a intentar dar el máximo de sí mismo en todos sus aspectos, dejando atrás la flojera y volviendo a ser un Omega enérgico y alterado la mayor parte del tiempo.
Y Harry tenía sueño.
Constantemente.
Sin importar aquel pequeño factor, ambos lograron graduarse en la universidad, cada uno especializado en su propio ámbito, y así fue como comenzaron su vida laboral.
Louis quiso dedicarse a la escritura en términos más profesionales, comenzó a escribir una nueva novela, a la cual le dedicó demasiado tiempo para elaborarla correctamente. Además, para poder pagar sus gastos, tuvo que trabajar en una pequeña cafetería para así poder aportar dinero a casa.
Harry, de igual manera, también tenía que ejercer algún trabajo mientras seguía estudiando un máster. Encontró un puesto libre en una librería cercana a su hogar, por lo que decidió presentarse como candidato y, tras pasar una entrevista y un corto período de prueba de una semana, consiguió el puesto. Louis se encontraba levemente celoso por el hecho de que su pareja hubiera conseguido un puesto de trabajo en una librería y él no, teniendo en cuenta cuánto amaba los libros, el Omega, pero con el tiempo lo fue superando.
Ambos formaron una familia y decidieron mudarse a un pequeño pueblo irlandés, dónde compraron una gran casa situada en medio del campo, y dónde criaron a su único hijo.
Y pasaron los años. Años en los que todo le parecía tan remotamente monótono a Louis, todo era demasiado repetitivo e incluso podía llegar a ser tedioso algunos días. Pero nunca nada, cuando estuviera cerca de su familia, llegaría a desagradar a Louis.
Amaba su vida, y amaba a aquellos con los que tenía el privilegio de compartirla.
Fin.