—Lou, por favor.
El Omega negó con la cabeza mientras sonreía de lado. —No, Hazz. —rió mirando a su Alfa con diversión. —Tienes cinco pares iguales en casa.
Harry y Louis habían decidido ir a dar un paseo por la ciudad, alejándose así un poco del encantador bosque en el que se alojaban. El Alfa propuso ir de compras, y Louis aceptó emocionado. Compraron algunos recuerdos de Canadá, como figuritas e imanes para la nevera. Ahora se encontraban en una tienda de zapatos, ya que Harry había visto unas botas marrones en el escaparate que le fascinaban, e insistía en querer comprarlas.
—Pero estas son canadienses, Lou. —ladeó la cabeza, sin apartar su mirada de las botas.
Louis suspiró, pasando una mano por su corto cabello para peinarlo hacia un lado. —Es una compra innecesaria, Harry. —el Alfa agachó la cabeza e hizo un puchero. —Pero es tu dinero, cómpralas si quieres.
—Las voy a comprar, Lou. —habló Harry seriamente. Louis lo encontró adorable.
—Vale, Harry. —sonrió tiernamente. El Alfa asintió decidido y buscó una caja con su número de zapato. Una vez las encontró, se acercó a la caja registradora para pagarlas con una tarjeta de crédito. Salió de ahí junto con su Omega y sus nuevas botas dentro de una bolsa de papel. —¿Ya estás feliz?
Harry sonrió, pasando un brazo por los hombros de su Omega. —Por supuesto.
Siguieron caminando hasta que Louis se detuvo. Una pequeña cafetería había llamado su atención; se veía muy hogareña y pintoresca, además de que siempre era un buen momento para tomar un café.
—Hazz, ¿Podemos ir allí a tomar un café? —señaló la cafetería.
—Claro, Lou. —asintió, tomando la mano de su Omega y caminando hacia allí. —¿Pedimos lo de siempre?
—Obviamente. —rodó los ojos con diversión.
Harry rió levemente y ambos procedieron a entrar a la cafetería.
Las paredes eran altas y estaban pintadas de un color marrón oscuro, tenían pequeños cuadros con marcos dorados colgados en ellas y algunas plantas nacían del techo, luciendo como enredaderas. Las mesas y sillas estaban repartidas adecuadamente por el lugar, eran de un metal plateado y tenían formas ovaladas. Louis se enamoró del lugar.Divisaron una mesa para dos personas cerca de una ventana decorada con plantitas, Louis sonrió con emoción. —Vamos a sentarnos allí. —el rizado asintió y ambos se sentaron el uno delante del otro, esperando pacientemente a que alguien viniera a anotar sus pedidos.
Como el sitio, además de ser bastante pequeño y privado, se encontraba casi vacío, un camarero no tardó en venir a atenderlos. —Hola, ¿Ya saben lo que quieren pedir? —sonrió amablemente, sacando una pequeña libreta de uno de sus bolsillos.
—Eh, sí. —comenzó a decir Harry. —Un Capuccino para él y un Macchiato para mí, por favor.
—Enseguida. —apuntó el pedido en la libreta y se retiró no sin antes sonreír hacia la pareja.
Louis suspiró, tomando la mano de Harry por encima de la mesa. —Hazz.
—¿Mhm?
—¿Te gusta Canadá?
Harry sonrió acariciando la mano de su Omega. —Por supuesto, es increíble. —Ladeó la cabeza. —¿Por qué lo dices?
—Mmm... no sé, siento como que esto ha sido muy repentino. —bajó su mirada. —El viaje, me refiero.
Harry frunció el ceño. —Lou, no. —se levantó de su lugar para sentarse al lado de Louis. El Omega se acurrucó el su pecho. —Todo esto del viaje es perfecto, Omega. Me encanta viajar junto a ti, siento que podría visitar cada país existente en el mundo solo para ir contigo.
—Hazz...
—Y no quiero que sigas pensando lo contrario. —tomó las mejillas de Louis con sus manos y lo besó suavemente. El Omega se derritió en sus brazos. —¿Entendido?
—Sí. —Sonrió.
—Bien. —dejó otro beso en sus labios y volvió a sentarse en su asiento inicial, frente al Omega. En ese momento, el camarero llegó a su mesa con los dos cafés en una bandeja. Los dejó frente a ellos, y después de que le agradecieran se retiró nuevamente.
Louis colocó su café junto al de Harry y se levantó de su sitio, acercándose al Alfa para sentarse en su regazo con una sonrisa en su rostro. Harry rió. —¿No era que no haríamos esto más, Louis?
—Mmm, no. —dejó un beso en sus labios. Se giró un poco y tomó las dos bebidas entre sus manos, tendiéndole a Harry la suya.
—Gracias, madame. —bromeó el rizado. Louis le estiró uno de sus rizos. —Auch.
Louis sonrió bobamente mientras veía como Harry se sobaba el lugar del cabello que Louis le había estirado. El Alfa le gruñó con fastidio fingido. Tomó su Macchiato y le dio un pequeño sorbo, pero movió su brazo un poco más de la cuenta y derramó un poco de café sobre el hombro de Louis. Oops.
Harry quería levantarse e irse corriendo de allí.
Louis lo fulminó con la mirada. —Harry.
El Alfa tragó saliva. —Louis.
El Omega lo miró seriamente durante unos segundos, para luego estallar en carcajadas, dejándo caer su rostro en el hombro del Alfa. —Eres imposible, Harry.