Camino rápidamente hacia mi salón, la noche anterior me quede hasta tarde leyendo un libro y ahora no se ni dónde tengo la cabeza, pero afortunadamente logro llegar a tiempo.
La inevitable rutina de las clases se hace presente como todos los días, algunos profesores hacen emocionantes sus clases y otros nos dejan con más dudas y ganas de no vivir...
En la cafetería Lea y yo nos sentamos junto a Germán, nuestro amigo de la infancia, que nos platica sobre su ultimo viaje que hizo con sus padres mientras yo devoro mi almuerzo, pues no me dio tiempo de desayunar.
Escucho risas no muy lejos y vuelvo mi cabeza, logro ver a Abel que está sentado con los chicos atléticos.
La regla general es no girarse en su dirección cuando están todos juntos en la cafetería, pues tus ojos se pueden desorbitar de tantos cuerpos marcados y musculosos que hay ahí.
Nunca había visto a Abel o, más bien, nunca le había prestado atención. De hecho, me extraña que no hubiéramos hablado antes, pero supongo que como no va a las fiestas, nuestra comunicación se extiende a las clases y nunca hemos tenido una clase juntos...creo.
Es un chico lindo, de buena altura y cuerpo esbelto. No tiene ningún piercing y no hay tatuajes a la vista, eso quiere decir que es 100% parte de los atléticos de la escuela. Sus labios son muy lindos y sus ojos se ven acaramelados a la luz del sol, cuando ríe muestra una hermosa sonrisa, en general muy atractivo, pero es el tipo de chico con el que yo no saldría, además...
— ¿Hola? — Lea me dirige una mirada seria, — ¿estás ahí o te hemos perdido en el mundo de los músculos? — Germán hace como si me limpiara la baba, yo les ruedo los ojos.
— No me negaran que están para comérselos — comento al tiempo que mis ojos se pasean por todos, — a cada uno de ellos — agrego.
Mis amigos me dan la razón y, así de la nada, comenzamos a fantasear en voz alta con casi todos ellos el tiempo que nos queda antes de nuestra siguiente clase.
Después de terminar todas mis clase me dirijo hacia mi casillero. A medio camino me encuentro a Lea, tiro mi mochila al piso y la arrastro dramáticamente por el pasillo al mismo tiempo que hecho la cabeza hacia atrás.
— ¡Sálvate del aburrimiento antes de que nos lleve a todos! — dramatizo a medio pasillo.
— No sé porque metiste esa materia si sabias quien la iba a dar — enfatiza Lea.
Hago un puchero, — creí que tal vez todos exageraban al decir que era la más aburrida.
—Pues ya ves que todo es muy real — desvía su mirada, — mira...ahí está tu príncipe azul.
— ¿Qué? — pregunto confundida antes de percatarme que justo frente a nosotras va pasando Abel, sin embargo, él no nos nota porque va concentrado leyendo una hoja.
—No te hagas, te vi viéndolo en la cafetería — me asegura y un segundo después abre los ojos como platos.
Sé lo que ese gesto significa y se que esa es una muy mala señal porque seguro se le ocurrió una de sus locas ideas.
—Lo que se te haya ocurrido descártalo antes de que salga de tu boca —le advierto, entrecerrando mis ojos y señalándola con mi dedo.
—Pero Olivia — se queja, — deberías invitarlo a la fiesta de Bruno como un gesto de agradecimiento — agrega, mas emocionada de lo que debería estar.
— Seguro que ya sabe de la fiesta, todo el mundo está invitado — le respondo como si fuera lo más obvio del mundo.
— Ya lo sé, pero si además le dices tú se verá como un gesto amable, tal vez se conviertan en amigos — ella lo mira y luego me mira a mi pensativa, — recuerda que si no fuera por él posiblemente ahora tendrías o un yeso o una cita con un chico del cual no sabes ni su nombre — tuerzo los labios.
Sé que tiene razón, hago mi mano en forma de pistola y mientras disparo el gatillo imaginario en mi cien, comienzo a caminar hacia él.
— ¡Hey Marroquín! — llamo su atención, él se voltea hacia mí y cuando me ve, percibo la confusión en su rostro.
— ¿Pasa algo? — me pregunta desconcertado.
— Quería disculparme por lo que paso el otro día — intento entablar una conversación pero él no dice nada y el momento se vuelve incomodo.
— No creo que debas disculparte — me responde, simple, sin tratar de agradarme en lo mas mínimo.
¿Por qué es tan serio?
— Claro que sí, no debí tratarte de ese modo — insisto y espero un segundo, pero el silencio es abismal, así que comienzo a jalar nerviosamente la manga de mi suéter. — Soy Olivia, por cierto.
— Se quién eres... — por fin me mira y no puedo evitar sentir un ligero apretón en el pecho al sentir sus ojos sobre los míos.
Y es que es imposible no detenerse a mirarlos, sus cejas son pronunciadas haciendo que sus ojos se noten mas masculinos, sus ojos son duros y fríos, pero su color suave provocan una especie de embrujo.
— ... pero ya está atrás todo eso —continua hablando, — es más ni lo recuerdo — agrega y en sus labios aparece una sonrisa dulce que me hace sonreírle de vuelta.
— ¿Vendrás el sábado a la casa de Bruno? — su sonrisa desaparece y sube una ceja, como dudando la razón por la que le pegunto.
— No creo, tengo entrenamiento y...
— Deberías ir —lo interrumpo, — relajarte un poco y alejarte un día de los entrenamientos.
— Debo pensarlo — me responde sin ánimos, — pero gracias por invitarme — no lo veo muy convencido, así que solo hago un gesto con la mano a modo de despedida y me voy a reunir con Lea.
— ¿Cómo estuvo todo? — me pregunta emocionada.
— Raro — no sé qué más decir y solo hago una mueca.
De hecho, "raro" lo describe muy bien.
Lea imita mi mueca rara, se nota a leguas que ella se esperaba que sucediera alguna otra cosa.
— Siempre pensé que Marroquín era mas divertido pero que mas da — me confiesa mientras se encoge de hombros, — larguémonos de aquí que tengo muchaaa hambre.
Hecho un último vistazo a Abel, pero ya se ha ido, un suspiro se escapa de mi boca.
— Yo igual, llevo 3 clases pensando en comida — Lea me sonríe y levanta la mano para que las choquemos.
— Esa es mi chica — me dice animadamente.
Y para cuando nos damos cuenta, ya estamos en un puesto de tacos devorando una gran orden de los mismos.
***
Holaaa... nuevo capitulito...
Gracias por llegar hasta aquí, espero que te guste lo que lees :)
A. Vega <3
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R, pero no de amor
Teen FictionMuchas veces los miedos e inseguridades se esconden detrás de una barrera que no quiere ser traspasada, pero ¿el amor genuino es un sentimiento mayor a todo esto? Uno no puede negarse a sentir cuando todo indica que está bien, cuando todo parece est...