~~ R, pero no de amor ~~

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¡Qué día tan caluroso!

Acaba de terminar el verano, pero parece que aún sigue aquí, especialmente hoy.

Me pongo ropa muy ligera y aun así siento que sigo sudando, ¿qué es esto?

Mi celular comienza a sonar...

– Buenos días dormilona – bufo en la bocina.

– ¿Por qué piensas que sigo dormida si son las 11 de la mañana? – rezongo por la bocina.

– No te enojes, que no estés dormida un sábado a las 11 es como un milagro – ruedo los ojos, pero sé que no sirve de nada porque Lea no puede verme – pero claro no hablo para regañarte, ponte algo presentable y vallamos a comer algo, no se una soda super fría o algo así.

Ni si quiera tengo que pensarlo, un simple – corre – es mi respuesta antes de colgar.

Considero que no necesito arreglarme mucho, solo lo normal, me cambio el short y mi playera es de tirantes y muy ligera, me pongo unas gafas. Estoy a punto de salir cuando recuerdo que Teresa tiene mis libretas de cálculo e historia así que tomo mi mochila para pasar por ellas de regreso.

Al subir al coche me doy cuenta de que Lea esta vestida casi igual que yo, rio por la coincidencia y ella se me queda viendo raro – arranca que me voy a morir de calor en tu coche – casi le exijo y ella me hace caso sin decir nada.

Llegamos al centro del pueblo y hay demasiada gente, no creo que encontremos lugar en el restaurante, pero a lo lejos veo a Germán y a Joaquín haciéndonos señas, me paralizo...

¿Y si Bruno esta con ellos?... ¿voy a poder verlo sin que le suelte un golpe repentino?

Aun no olvido lo que paso el otro día en el centro comercial, fue muy vergonzoso y Bruno nunca dijo que todo lo que había expuesto José no eran más que mentiras.

Llegamos a la mesa y creo que mi incomodidad es palpable pues Joaquín me dice:

– Ni si quiera está en la ciudad, no te preocupes, realmente lamento el drama del otro día – drama, así les dicen ahora a las mentiras.

– Esta bien, mejor cuéntame cómo te ha ido – él me sonríe y comenzamos a hacer un ambiente amigable entre los cuatro, hablando de todo y de nada al mismo tiempo.

– Las sodas son tan deliciosas aquí – les digo dando un largo sorbo, Germán le hace un gesto a la mesera y le dice:

– Podrías traernos otra ronda de sodas por favor – yo le agradezco con una sonrisa y Lea me da un codazo, la veo y me giña un ojo, pero no le entiendo y pongo gesto de confusión.

– ¿Qué no sabes que Germán y Helena terminaron la semana pasada? – yo abro los ojos como platos, pero ella sigue – sería algo muy tierno que unos buenos amigos como ustedes dos empezaran una relación, Germán siempre te ha querido mucho – yo no digo nada, simplemente volteo a verlo.

Es muy lindo, es gracioso y me llevo muy bien con él, pero siento que sería incomodo que empezáramos algo, de hecho, creo que él piensa de la misma manera que yo y, como si fuera una señal de que no debo pensar de forma romántica en Germán, a lo lejos comienzo a escuchar que celebran un cumpleaños...

– Que los cumplas feliz...que los cumplas feliz... – todos miramos en dirección a las voces cantando y... es el grupo de amigos de Abel, ¡oh no!

¡ES SU CUMPLEAÑOS!

Me volteo rápido como para que no se dé cuenta de que lo veía a pesar de que, si lo veía.

Lea me da otro codazo y yo la miro furiosa, pero no le presta mucha atención a mi gesto y me dice: – se me olvidaba que tú ya tienes algo con Marroquín – siento que mis mejillas arderán en cualquier momento así que me levanto apresuradamente hacia el baño.

R, pero no de amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora