Capítulo 1

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Severus se oculto tras el frondoso seto, su oscuro pelo le cubría gran parte de la cara impidiéndole ver con claridad pero un solo movimiento de su brazo podría suponer que su captor lo localizara. Aguanto la respiración, no podía permitir que supiera donde estaba, se jugaba demasiado en aquel momento, su dignidad y orgullo peligraban. El ruido de pasos sobre la hierba se volvió más intenso provocando que un leve temblor apareciera en su cuerpo.

-Te encontré- dijo la mujer sobre su cabeza- y antes de que el sol corone la punta de la montaña.

Severus suspiró con pesar y se levantó. Su madre era mucho más alta que él por lo que tuvo que levantar la cabeza para mirarla.

-¿De verdad es necesario que vaya?- pregunto con pesar.

-Si cariño, la primavera se acerca y no quiero arriesgarme a que te separen de mí.

-Soy lo suficientemente capaz de protegerme solo- protesto.

-Lo se mi vida, pero no nos enfrentamos a cualquier persona.

Severus negó con la cabeza y comenzó a caminar junto a su madre hacia la pequeña casa que poseía el alcalde de la villa.

El pueblo era pequeño, de apenas unos pocos habitantes, en su mayoría omegas que habían huido de sus hogares y habían encontrado su pequeño rincón de paz en aquel valle.

Las casas se habían erguido sobre la fértil tierra con rapidez gracias a la madera de los árboles del bosque que lo rodeaban y tanto las cosechas como el ganado se habían acostumbrado velozmente al nuevo ambiente, si Severus pudiera poner una pega a aquel idílico lugar sería que la ciudad más cercana se encontraba tras la montaña principal, a medio día a caballo y dos días a pie.

-Severus yo tampoco quiero esto- dijo su madre con pesar- por dios sólo tienes 16 años, es edad para vivir tu vida no emparejarte, pero la primavera es demasiado peligrosa.

El omega lo sabía, entendía porque su madre se preocupaba tanto pero la solución le parecía ridícula aunque es verdad que, durante todos los años que el pueblo había estado en pie, había sido la única eficiente.

-Buenas tardes- saludo su madre con una sonrisa a Abraxas.

-Buenas Eileen- contesto- Severus, ¿qué os trae por aquí?

-Severus ha decidido participar.

El rubio omega miro al joven y le dedicó una sonrisa triste.

- Perfecto, sé que es difícil e incluso vergonzoso pero es la única forma de evitarlo.

-Vergonzoso es quedarse cortos- protesto el joven.

-Si tienes una idea mejor para evitarlo estaré encantado de escucharla- dijo consiguiendo que Severus se sonrojara- es la única opción, desde los inicios hemos intentado encontrar algo que los pare pero ha sido imposible. Se llegó incluso a pensar en mudar el pueblo pero aquí es donde únicamente estamos a salvo de aquellos que nos hirieron.

Severus lo sabía, su madre y él habían huido, cuando tan solo era un cachorro, por años del abusivo alfa que tenía por padre y este siempre los encontraba excepto allí, la vegetación ocultaba sus olores y las montañas hacían que más de uno se pensara el arriesgarse a pasarlas, sin duda era el mejor sitio.

-Lo se- dijo el chico- solo me siento impotente.

-Es normal, incluso los que hemos vivido toda nuestra vida aquí nos sentimos así.

Severus quería llorar pero sus lágrimas se negaban a salir, odiaba ser un omega pero era cierto que ni siquiera los alfas se libraban de esa situación.

-¿Hay muchos alfas apuntados?- pregunto su madre.

-Sobre todo los hijos de los comerciantes- contesto consiguiendo una mueca de Severus.

-Esos son gilipollas- dijo el chico ganándose una mala mirada de su madre por la palabra usada- creen que por que sus padres tienen poder y dinero pueden hacer lo que quieran.

-Sabias que eran los principales en apuntarse- interrumpió su madre- tienen verdadero cuidado con quienes se acercan a su familia después de lo ocurrido con los Grindelwart.

Severus conocía esa historia, el como el joven alfa Gellert había sido separado de su familia y estos habían tenido que vender su negocio de años de trabajo al no conseguir un nuevo heredero. Ahora los Grindelwart vivían felizmente en una de las casas más grandes del pueblo pero todavía se observaba al anciano omega pasar horas en la entrada del bosque, simplemente observando.

-Tranquilízate Severus- consoló el alcalde- también se han apuntado otros alfas, además os conocéis desde pequeños, sabéis con quien uniros.

El joven tembló al oír la palabra unión, el ritual solo era de aromatización pero era verdad que la mayoría de los que se impregnaban unos a otros acababan como pareja en el futuro.

-Prefiero no pensar en unión ahora- dijo el joven- me gustaría estudiar antes de emparejarme.

-Sabia decisión, la anciana Pomfrey estará encantada de tenerte como aprendiz, siempre fuiste su favorito.

Eileen sonrió con cariño a su hijo y se despidió del omega rubio. Caminaron con tranquilidad por los caminos de piedra en completo silencio.

El joven omega entendía que era por su bienestar, que si era impregnado sería aborrecible para cualquier otro alfa pero aún así odiaba que alguien a quien no amaba se acercara tanto como para que sus olores se mezclarán.

Severus observó la entrada al bosque separada del pueblo por tan solo un pequeño camino de apenas varios metros, allí sentado en un banco que había sido instalado precisamente para él se encontraba Jhon, la cabeza principal de los Grindelwart, el hermoso omega que había huido de su alfa mientras estaba embarazado y que en el pueblo había encontrado el amor junto a un beta.

-Hermoso verdad- le dijo a Severus devolviéndole una cariñosa mirada- a Gellert le encantaba quizás por eso se lo llevó.

Severus fue incapaz de decirle algo simplemente aparto su mirada y corrió hacia su madre la cual se había adelantado perdida en sus pensamientos sin darse cuenta que su hijo no se encontraba a su lado.

El anciano Jhon tenía razón, el bosque era hermoso pero él nunca entraría por mucho que le llamara, no podía arriesgarse a encontrarse con un miembro de la Tribu, si eso ocurría, nunca volvería.

El bosque (Harry Potter)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora