Capítulo 5

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La pequeña aldea había sido construida estratégicamente para la protección de los habitantes, principalmente los omegas. El lugar constaba de miles de pequeñas callejuelas que permitían esconderse así como una calle principal que llevaba a la plaza mayor completamente rodeada de edificios y con una única entrada. 

La estructura había sido diseñada por los antiguos de manera que permitiera la creación de tres barricadas perfectamente colocadas. La primera barrera se instauraría en la entrada de la aldea aunque en caso de que la amenaza fuera localizada tardíamente se colocaría junto a la panadería, varios metros alejada de su posición inicial. Esta estrategia había sido usada durante los primeros años de vida del lugar cuando un grupo de alfas enfadados por la huida de sus parejas ataco siendo salvados en el último momento a pesar de las marcas de reclamo.

La segunda barricada se erguía pasando la antigua casa principal construida con muebles reforzados en hierro de las casas más pudientes, medida tomada cuando una de las aldeas de alrededor intento llevar  la hoguera al curandero de la villa debido a que era omega e incendiaron el lugar, aquella vez solo habían conseguido salir del problema gracias a los pocos alfa y algunos betas que habitaban.

La tercera y última barrera se encontraba justo en la entrada de la plaza mayor, era la más pequeña y alta de las tres dando un aspecto de montaña inexpugnable, el único lugar a donde no había conseguido llegar ningún peligro y por lo tanto el más seguro del pueblo, hasta ese día.

Severus observó a los alfas y omegas que se agrupaban  con sonrisas burlonas y miradas de superioridad. Todos presentaban rasgos animales propios de los híbridos, aquellos cuya características más salvajes superaban a las humanas. El omega conocía de la existencia de estar particularidades en las personas pero eran el menor porcentaje de la población.

-Entonces- dijo el alfa- ¿empezamos el juego? 

Los jóvenes miraron con miedo a los nuevos intrusos. Los alfas presentaban pechos musculosos cubiertos de pelo así como orejas y una peluda cola propias de los lobos mientras que los omegas solo eran reconocidos por su menor cantidad de pelo y estatura más baja. Severus observó que todos poseían las mismas características animales, quizás debido a que la única manera de aparearse fuera de la manada era con los habitantes de su villa, era claro el gen dominante en tal caso. A pesar del frío apenas iban cubiertos con pocas ropas mostrando con orgullo sus cicatrices. 

Una parte del pelinegro entendía la desesperación de La Tribu por encontrar pareja, a pesar de los avances de la sociedad el que los híbridos encontraran alguien que les aceptara era un tema complicado, sobre todo en aquel paramo de difícil acceso.

-¿Qué pasa?- continuo burlándose- ¿Os ha comido la lengua el lobo?

El omega quería negarlo pero el alfa era verdaderamente atrayente y en su interior no hacía más que ronronear ante la voz grave y, por dios, esos pantalones de cuero le sentaban divinamente.

 -¿Por qué nos asediáis?- pregunto Filch con el pecho erguido como un capitán- Todavía no es época de apareamiento.

-Un pequeño cambio en el itinerario- contesto uno de los omegas mientras atusaba la maraña de rizos que tenía por pelo- pero con fácil solución.

Filch pareció meditarlo unos segundos hasta que se giró a los jóvenes y grito la frase que nunca esperaban oír.

-Joder, huid. Han atravesado las otras barreras no hay forma de librarse de estas mierdas.

Los jóvenes le miraron sorprendidos y, cuando consiguieron entender la orden salieron despavoridos en dirección contraria, hacia el callejón oculto tras los estantes de la tienda de ropa, una pequeña callejuela lo suficientemente escondida para pasar desapercibida y permitir la huida en caso de un error en la protección. 

Atravesaron el lugar en orden de edad sin tener en cuenta su segundo género permaneciendo entre los últimos la joven Evans junto a Lucius y Severus. Entre los tres volvieron a colocar los estantes en su lugar y corrieron junto a los demás hasta las inmediaciones del bosque en los límites del río. 

-Dividámonos- propuso Barty- los pequeños se irán río abajo, los mayores río arriba. Nosotros dejaremos marcas de olor, así los alejamos de los críos.

Los adolescentes asintieron y comenzaron a sacar las barca ocultas en la maleza, los menores de 16 años fueron subidas en ellas y empujados río abajo hasta el lago de donde obtenían el agua. 

Severus comenzó a correr junto a los demás dejando restos de olor e incluso sangre de pequeñas heridas en las manos para despistar a los agresores. El omega jadeo, todavía se encontraba agotado por el tiempo a la intemperie en el bosque y correr sin abrigo adecuado sumado al frío no estaba ayudando.

Poco a poco se fueron separando, tomando caminos diferentes, Severus hubiera querido ir junto a Lily por más tiempo, la omega era verdaderamente agresiva y protectora con él, pero su estado decaído provocó que se separará de los demás antes de tiempo. Su cabeza, poco a poco, empezaba a bombear fuertemente haciendo que el dolor viajara hasta su mandíbula centrándose en la parte baja del cuello y obligándolo a sentarse bajo uno de los árboles mojando su ropa por la nieve.

-Te escondes bien pequeñajo- comenzó a hablar el alfa colocándose frente al chico.

Severus no sabía en que momento le habían alcanzado, pero la fría mano sobre su frente le producía una sensación relajante e indolora.

-Creo que tienes fiebre-continuo- aunque no me extraña, no vas abrigado.

El omega sintió como le cogían cuidadosamente y pegó su cara al pecho de donde provenía ese dulce calor.

-Sinceramente no me creía que ese dulce olor fuera real cuando el imbécil de Sirius llegó apestando a menta y libros- prosiguió con la nariz hundida en el cabello del joven- pero cuando te vi en aquel intento de barrera, el aire atrayendo tu olor  y tu mirada enfadada centrada en nosotros... ¡Me volviste loco!-Severus gimió ligeramente, su lado omega se encontraba feliz por los cumplidos otorgados por el alfa- me alegro tanto de que el jefe me dejara venir por ti antes de la primavera, sinceramente creo que el viejo solo nos ha dado vida libre para crear alboroto porque esta aburrido.

El alfa miró el pequeño cuerpo entre sus brazos debido al silencio por parte del joven. El omega permanecía dormido entre sus brazos con una respiración errática, seguramente por el aumento de la fiebre y el estado de cansancio. Maldijo fuertemente, debía darse prisa en llegar casa y ponerlo a salvo.

El bosque (Harry Potter)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora