Capítulo 8

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La situación los ponía entre la espada y la pared, por un lado querían ir al nido y abrazar a los dos jóvenes, por otro simplemente querían huir y esconderse, ¿qué le dice un padre a su hijo cuando ha vivido una situación así?, Eileen y Abraxas solo podían observar en silencio.

Severus se mantenía bajo las mullidas mantas abrazado a su rubio amigo, el olor del otro omega era relajante, quizás porque ambos habían sufrido lo mismo y, aunque no se hubieran visto, juntos. 

El pelinegro se mantenía pegado a su pecho aspirando fuertemente mientras Lucius le abrazaba enterrando su nariz en su cabello, ninguno de los dos permitían que los separaran ni aunque fuera unos centímetros. 

-Os traigo la cena- dijo Barty mientras entraba en la habitación.

Severus sacó la cabeza de entre las sábanas y se permitió separarse de su amigo, el joven Crouch era la única persona que permitían verlos ahora mismo debido a que su olor todavía estaba impregnado por el de la Tribu. 

-Gracias Barty-dijo con un susurro mientras acercaba la comida a Lucius el cual se encontraba en reposo debido al dolor de sus caderas.

-¿Ha habido noticias?- pregunto el rubio.

-Por ahora no hay movimiento- contesto- pero seguimos atentos. Han vuelto a montar las barricadas pero reforzadas, esta vez no podrán superarlas con tanta facilidad. 

-Antes tampoco- contesto con furia el rubio- sabes que no nos dejaran, ¿verdad?

-Si- contesto con pesar- incluso los omegas de allí dan miedo.

Severus rio tímidamente al ver el escalofrío recorrer el cuerpo del alfa, él no había sido casi marcado pero había pasado lo mismo que ellos en manos de un regordete omega de falsos ojos tímidos.

 -¿Os importa que me quede aquí esta noche?- pregunto tímidamente el alfa- mi familia solo hace preguntar y mirarme con compasión, ya no lo aguanto más.

-Claro- contesto Severus- entendemos perfectamente lo que es eso, aquí al menos podrás relajarte.

La noche cayó y con ella el cansancio inundó a los jóvenes que se acurrucaron juntos bajo las sábanas, cualquiera que los hubiera visto se habría escandalizado pero ese gesto no era más que una forma de hermandad  y apoyo propia de los miembros de una manada.

El pelinegro se mantuvo pegado a Lucius pero las constantes feromonas de Barty tan cerca le agobiaba, lo único relajante del alfa era el olor a la Tribu y este apenas era reconocible en el nido que habían creado.  Con cuidado de no despertar a sus amigos se levantó y salió del lugar.

El frío golpeo su cara en el mismo momento en que  abrió la puerta de la casa, la nieve caía lentamente y, a pesar de llevar tan solo una capa fina de ropa, disfruto de la sensación. Sus pies descalzos dejaban marcas sobre la nieve que Severus veía como un juego en el que, dando saltos, engañaba a los perseguidores y les guiaba por un camino falso.

La aldea se encontraba iluminada por antorchas que colgaban de las esquinas proyectando sombras que, en vez de producirle terror, relajaban su estado ansioso al dar la sensación de que no se encontraba solo. Sus pies poco a poco se iban enfriando hasta adquirir un leve tono morado pero parar de andar era simplemente imposible para él, estaba hipnotizado por aquella inexistente melodía que sonaba insistentemente en su cabeza.

Los brazos le rodearon suavemente alzándolo hasta quedar acurrucado sobre el pecho caliente.

-Me sorprende que hayas aguantado tanto tiempo sin mi- le susurro Tom mientras se escabullía entre los callejones hasta el bosque, Severus simplemente ronroneo ocultando su cara.

Los miembros de la Tribu les esperaban en la inmediaciones de la Aldea alertas, durante varios días habían rondado los alrededores simplemente a la espera, les habían prohibido volver a atacarlos así que solamente necesitaban que los instintos actuaran. 

Tom fue emboscado por Sirius y Remus que miraban con envidia al omega de aspecto dulce debido al sonrojo en su piel.

-¿Crees que el rubio volverá a buscarlo?-le pregunto Sirius a su pareja mientras pasaba un brazos sobre sus hombros sin despegar la mirada de un relajado Severus.

-Antes lo habremos capturado-contesto-no podemos perder a alguien que encaja tan bien con nosotros.

Sirius le besó intensamente con una sonrisa, amaba al castaño, encajaban como almas gemelas y ahora habían encontrado la pieza que les faltaba.

-Dejad de actuar como conejos- interrumpió Tom cuando observó como ambos comenzaban a acariciarse con pasión- terminareis eso cuando lleguemos.

-No olvides el trato Tom, nosotros te ayudamos a cazar a tu omega y tu al nuestro, para eso hay que ser rápidos, así que ninguno tiene tiempo para sexo.

-Joder, es verdad- protesto-James llévalo con la manada.

El moreno asintió y cogió con sumo cuidado a la pareja de su líder, como alfa cualquiera hubiera supuesto una amenaza, cualquiera menos él, después de todo tenía un hermoso omega lleno de sus cachorros esperando en su hogar.

-Tened cuidado no quiero explicarle a Regulus porque su hermano ha perdido la polla- se burlo- el rubio ese daba verdadero miedo. 

-No te preocupes- contesto Remus con una sonrisa- yo la cuidare. 

James rio y comenzó a alejarse con cuidado de no despertar al omega que se quejaba en sueños por la separación de su alfa.

Severus se había acostumbrado a la sensación de despertar entre mullidas sábanas con un abrumante dolor de cabeza y la horrible sensación de haber corrido durante kilómetros. Se levantó con cuidado sin prestar atención a su alrededor y busco el baño a tientas en la oscuridad, esa cabaña que les habían otorgado a él y Lucius no era conocida así que no le extraño tardar varios minutos en localizarlo.

Encontró la bañera llena de agua caliente y pequeños pétalos de rosas que, junto a la humedad, inundaban el cuarto con un dulce olor. Debía agradecer a su amigo. Se desvistió con rapidez y se introdujo en el agua con un suspiro, era una agradable mañana.

-Se supone que el baño era para mi- comenzó una voz- aunque las vistas son hermosas.

Severus miro con la boca abierta a Tom, sus ojos se pasearon por el cuerpo desnudo del alfa coloreando sus mejillas con vergüenza y su voz se negaba a salir. 

-¿Cómo?- pregunto sorprendido-¿cómo has vuelto a capturarme?

-Tu fuiste el que vino a mi- contesto mientras se arrodillaba a su lado, si por él fuera le tomaría hay mismo pero prefería esperar, al menos, a contarle la situación.

-Imposible.

-Por supuesto que no, es normal teniendo en cuenta que un omega marcado necesita a su alfa.

Severus llevó inconscientemente su mano a aquella parte de su cuerpo que había evitado durante tanto tiempo encontrando su temor, la señal de unos dientes en relieve. Sus ojos comenzaron a aguarse lentamente llamando la atención del alfa que con rapidez acaricio sus mejilla en busca de eliminar las lágrimas.

La mirada de Tom era hipnotizante y, sumado a los instinto omegas de Severus, imposible de resistir. Cuando el pelinegro volvió a sus sentidos se encontraba apoyado en el borde de la bañera de madera siendo penetrado por el alfa y gimiendo fuertemente, su libertad tan solo había durado unos días.








El bosque (Harry Potter)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora