Capitulo 3

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La nieve continuaba inundando la calles de la villa y el trabajo en los huertos era cada día más difícil. El frío se había vuelto insoportable provocando que incluso las casas se encontraran heladas a pesar de las chimeneas.

-Menudo invierno- se quejo Rabastan.

Severus le miró en silencio, ese día se encontraban en los campos de granada.

-Eso implica que será una primavera intensa- contesto- sinceramente a pesar del tiempo no quiero que termine esta estación.

-Yo tampoco, la sola idea de la impregnación me aterra. No por ti- aclaro.

-Lo se- le tranquilizó con una sonrisa- yo tampoco quiero esa mierda, pero es necesario para sobrevivir a la primavera.

Rabastan rio, el pequeño omega disfrutaba pasando el tiempo con el alfa y con las bromas que eran inevitables entre los jóvenes de la aldea, a pesar del duro trabajo el ambiente era bueno y agradable.

-Snape- llamo Filch- debes volver a tu casa, tu madre ha colapsado debido al frío. 

El omega se levanto con rapidez y corrió hacia su hogar pasando delante del señor Grindelwart hasta su casa en donde el alcalde le esperaba con cara seria.

-¿Qué ha ocurrido?- pregunto mientras entraba y subía las escaleras seguido del rubio.

-Estábamos en la recogida de leña cuando se ha desmayado- explicó.

-Mierda esta ardiendo- protesto al tomarle al temperatura- ¿Y Pomfrey?

-Tardara otra semana en volver, han tenido que ocultarse por culpa de la familia del nuevo omega.

-Joder-maldijo- voy a necesitar hojas de sabia y jengibre.

Abraxas se mantuvo en silencio mirando al joven.

-¿Es la única forma de ayudarla?- pregunto.

-Con la fiebre tan alta si, ¿qué ocurre?

-La cosecha de jengibre no ha sobrevivido a la nieve y las pocas reservas que quedaban se han agotado.

Severus pensó durante varios segundos, la situación era complicada, en cualquier otro momento podría haberlo solucionado con un poco de miel y paños fríos.

-¿Severus?- llamó el mayor.

-Voy a intentar bajarle la fiebre, necesitaré miel pero no nos queda.

-Te la conseguiré rápidamente.

Los días pasaron poco a poco y para cuando Pomfrey llegó la situación había empeorado considerablemente, sin jengibre sería imposible conseguir mejora. El omega se pasaba las horas ayudando a la anciana y cuando tenía tiempo libre simplemente lloraba en su habitación.

-Deberías dar una vuelta para despejarte- le aconsejo un día la beta- yo me quedaré con tu madre.

Severus no contesto, simplemente abandono la habitación y camino calle abajo hasta el banco frente al bosque en donde se sentó a observar el elegante balanceo de las copas de los arboles. 

-No esperaba compañía hoy- saludo el anciano omega- ¿cómo se encuentra tu madre?

-No mejora- contesto con pesar- Madame Pomfrey intento conseguir jengibre en la ciudad pero ha sido imposible, debido a la nieve apenas hay cosechas.

-Triste escucharlo. Sabes mi pequeño Gellert se pasaba horas allí dentro-comenzó mientras señalaba el bosque- decía que en el fondo, cerca de la cascada había claros con todo tipo de hierbas y frutos. Un día vino cargado de jugosas ciruelas, como le gustaban.

-¿Qué esta intentando decirme?

-Las ciruelas no prosperaban aquí debido a la tierra- continuo sin prestar atención al joven pero ganado su atención- a veces hay que arriesgarse para conseguir lo que uno quiere, por eso Gellert entraba a buscar las ciruelas. Bueno, hace demasiado frío para mis viejos huesos, espero que tu madre mejore.

Snape observó al anciano irse y luego el bosque, con decisión se levanto y corrió hacia su casa.

-Madam Pomfrey- llamo.

-Dime querido.

-¿Podría quedarse esta noche con mi madre?- pregunto- Lucius me ha invitado a dormir a su casa, dice que así me relajare.

-Me parece una idea maravillosa- contesto la mujer con una sonrisa.

-Voy a preparar la mochila.

 Cuando la noche llegó Severus se despidió de Madam Pomfrey y salió de la casa ocultándose entre las sombras hasta la entrada del bosque, cogió aire profundamente y se introdujo en el lugar con rapidez, no podía permitir que nadie le viera. 

El pequeño omega no conocía el bosque, siempre había intentado evitarlo, así que camino hasta un claro cubierto de nieve y el cual, según él, parecía el lugar idóneo para que creciera la planta que necesitaba. Se hinco de rodillas sobre la nieve y comenzó a escarbar en busca del tan ansiado producto, sus guantes pronto estuvieron fríos y mojados siendo inútiles así que se los quitó y los tiró a un lado.

-Joder, que frío- se quejo- y ni rastro de jengibre. 

Durante toda la noche se mantuvo despierto buscando por todo el claro, para cuando el sol asomó sus manos estaban moradas por el frío y su respiración era errática. Se levanto con dificultad, su visión se volvía oscura y sus rodillas fallaron, cuando volvió a abrir los ojos se encontraba tumbado sobre la nieve. 

Severus gimió, no sentía sus extremidades pero el frescor en su cara era reconfortante.  El omega permitió que su cuerpo se relajara lentamente, no había que ser un genio para saber que sufría una hipotermia severa y que si no recibía ayuda rápido no conseguiría sobrevivir, por eso se permitió gastar la poca energía que tenía en recordar a su madre, sabía que nadie se introduciría en el bosque a buscarlo y si alguien lo hiciera sería demasiado tarde, no había informado de hacia donde iba en realidad.

-Sin duda odio el jengibre- bromeo entre toses, ya era casi imposible hablar. 

Con la poca fuerza que consiguió recoger se dio media vuelta y miró con una amplia sonrisa el cielo, aquel hermoso cielo que no había podido disfrutar en su niñez por culpa de su padre y que ahora le mostraba la libertad que su madre tanto había luchado para conseguir.

Si, había sido muy feliz en la pequeña aldea junto a su madre y no se arrepentía de haber arriesgado su vida  para intentar salvarla, ella había luchado contra mucho más.

Intento estirar el brazo hacia las nubes sin éxito, le quedaba cada vez menos tiempo. Fuertes pisadas comenzaron a sonar a su alrededor y un gruñido se escucho a su lado, según la hora seguramente se trataba de algún depredador en busca de comida, el omega se quejo levemente, esperaba que al menos su madre pudiera descansar al encontrar su cuerpo pero parecía que no iba a ser la situación.

Sus párpados se cerraron lentamente no sin antes percibir unos fieros ojos marrones, una hermosa imagen que el agradecía antes de la eterna oscuridad.

El bosque (Harry Potter)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora