Capitulo 4

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Un hermoso jardín lleno de flores únicas con todo tipo de colores existentes rodeaba toda la mansión. Fué construido especialmente para la Marquesa, la cual tenía cierto amor por la belleza de las flores y los aromas que estas desprendían.

La Marquesa Dianne se encontraba tomando el té junto a unas  flores de color amarillo que contrastaban con sus hermosos ojos parecidos a la miel. A su lado se encontraba un cochecito de bebé, el cual parecía vacío, ya que ningún ruido había sido emitido de este.

La Marquesa tenía una suave sonrisa mientras veía al pequeño bebé dentro del cochecito. Un bebé con un pequeño rastro de cabello de color negro, ojos que parecían dos pequeña orbes oscuras y mejillas regordetas de un leve color rojizo se encontraba en el pequeño cochecito. El bebé no emitía ningún sonido, ni siquiera de llanto o algun gageo, simplemente se concentraba en agarrar el dedo de la Marquesa de forma juguetona cada vez que esta trataba de agarrar uno de sus cachetes. La Marquesa soltó una leve risa a la adorabilidad del pequeño bebé.

Eimel, el cual parecía que su presencia no había sido notada, quedo sorprendido ante la imagen que tenia en frente. Hace mucho tiempo no veía a su esposa reír tan sinceramente. Vio el coche, donde él suponía, que se encontraba el bebé del cual su esposa le había hablado. Un poco de incertidumbre fué mostrada en su mirada.

Le dolía en el orgullo admitirlo, pero al parecer, Liam tenía razón, su esposa se veía bastante feliz en este momento, y la razón de esa felicidad era aquel bebé que ella había encontrado....

No lo entendía, ni trataba de entender , solo se preguntaba el ¿Por qué? No lo malinterpreten, a él no le importaba mucho el criar a un hijo que no fuera suyo, nunca tuvo prejuicios sobre las cosas, ademas, desde muy pequeños a los nobles se le implantaban la idea de hacer lo imposible para tener un heredero digno de suceder, eso implicaba las posibilidades de la adopción, pero Dianne era diferente, esos ideales nunca se le fueron implementados ya que su padre los aborrecía, él creía que su hija podía hacer lo que quisiera y deseara, si deseaba o no casarse o si queria tener hijos, todas esas decisiones se las dejaba unicamente a Dianne, por lo que Dianne nunca pensó en la posibilidad de criar a un hijo que no fuera suyo, y el que ahora este riendo tan libremente, con un bebé que ni se conocían sus origenes confundían mucho más a Eimel.

Dianne de repente había fijado la mirada en donde se encontraba Eimel, sorprendiendose por su repentina presencia y preguntando desde hace cuanto tiempo está allí. Recuperando la recompostura, esta muestra una cara impacible mientras sostiene nuevamente la taza de té.

–Que requerimiento es necesario para que la presencia del Marqués se encuentre en este lugar?–

Palabras tan formales...

Rápidamente, la cara de Eimel se distorciono por la incomodidad de tan formales palabras. "Marqués"? Dónde quedo el esposo?! Esas palabras solo mostraban lo enojada que estaba Dianne ante su presencia.

Con pasos cuidadosos, este empezó a acercarse hacia la mesa en la cual Dianne disfrutaba del té. Arrastrando una de las sillas hacia fuera, Eimel se sentó para quedarse observando a Dianne fijamente, Dianne le devolvió la mirada con un leve fruncimiento de las cejas. La tensión se sentía en el aire, y el silencio era tan fuerte que se podía oir el aleteo de una mosca.
Pocas veces Eimel miraba de una forma desafiante a Dianne, pero el aun no lograba comprender su actuar, y necesitaba respuestas.

–Te ves feliz–

–Lo estoy–

–Por qué?–

–Es un bello día–

–Enserio? No sera por otra razón?– Eimel dirigió su mirada hacia el cochecito donde encontraba el bebé con una ceja alzada.

Dianne no respondió

–Por que insistes tanto en esto?–

–En qué?–

–En todo esto del bebé. Sabes que te estás comportando de un manera infantil al hacer tremendo berrinche verdad?—

Al parecer, un poco del orgullo de Dianne fué dañado ante ese comentario, así que con un breve y pequeño tic en el ojo derecho, está baja lentamente la taza que sostenía.

–Ya le e dicho que no hay una respuesta concreta ante mis acciones, simplemente quiero ser madre, así que, si me disculpa, este es un hermoso día con un maravilloso clima que aproveche para pasar el tiempo con mi bebé, y su presencia nos está molestando  en este momento, así que, con todo el respeto y paciencia del mundo, le agradecería el que si está aquí para hacerme cambiar de opinión sobre mi comportamiento infantil  le invito a que se retire–

El pelirrojo da un leve suspiro de cansancio.

–Hasta cuando seguirás así?–

–El Marqués es quien decide cuando acabar con este pequeño drama con sólo decir la palabra
"Aceptaré tu decisión"–

–Entonces, seguirás así hasta que lo diga?–

–En efecto– Dice tomando nuevamente la taza.

Eimel da otro suspiro, pero esta vez, es uno de resignación. Dejándose caer en la cabecera de la silla, este tira todo su orgullo a la basura.

–Bien, bien, tu ganas, aceptaré tu decisión, puedes adoptar al bebé, yo haré los papeles correspondientes para declarar que formará parte de la familia Herithol–

Un brillo tenue y una ligera sonrisa se presentaron en la cara de Dianne.

–Muchas gracias, esposo–

De repente, la sonrisa de Dianne se hace mucho más grande, y con unos ojos llenos de amor, dirige su vista hacia la criatura que estaba dentro del cochecito.

– Oíste eso pequeñín? El cabeza de zanahoria por fin acepto y pronto formarás parte de la familia– dice con una voz un tanto infantil.

Eimel solo suspiro, imaginándose la gran disputa que se tendrá en la próxima reunión junto a la corte y el emperador.

Será un desastre.




En la Oscuridad existe la LuzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora