Imperio Aíma.
Era media noche, el bosque era oscuro, y la luz que reflejaban la luna en lo alto del cielo no lo iluminaban por completo.
En medio del vasto bosque , alguien trataba de abrirse paso entre los arboles y los arbustos. Su respiración era agitada mientras corría lo mas rápido que podía, como si estuviera huyendo de algo que la perseguía. En sus brazos se encontraba un bebé durmiendo placidamente envuelto en varias mantas.
Varios moretones y rasguños se encontraban en la suave piel de aquella chica.
La chica seguia corriendo lo mas rápido que podía. Su largo cabello blanco se había atascado en la rama de un arbol, por lo que el majestuoso encaje de mariposas que tenía en su cabeza había sido quitado, haciendo que la fría brisa de media noche golpeara su cabello y obstaculizara su vista, para luego caer por una gran loma.
Apretó fuertemente al bebé en sus brazos para que este no recibiera ninguno de los golpes, soltando leves quejidos por el dolor sufrido cada ves que chocaba con alguna roca, pero aun asi, su agarre sobre el bebé seguía igual.
Chocó fuertemente con una gran roca en medio del camino mientras caía colina abajo, haciendo que por fin lograra detenerse de seguir rodando. Trató de incorporarse rapidamente, pero un rayo de luz paso justo al lado de su mejilla, ocasionandole un leve rasguño y destrozando la roca que estaba justo detras de ella.
Entrando en panico, esta rapidamente dirige su vista desde donde había venido aquel rayo de luz, y justo allí, entre la oscuridad del bosque, la luz de la luna reflejó a una figura que contenía una expresión fría. La palma de su mano derecha brillaba con intensidad.
-Deja de correr, tu y yo sabemos que sin tu magia no eres nada, solo tienes que entregarme al bebé y te dejaré ir-
Su tono era frío y demandante.-Ni aunque hubiera perdido la cordura te lo entregaría y dejaría que se lo llevarás a su majestad, Acaso no entiendes?! Él solo quiere matarlo, no permitire eso!- Dice mientras aprieta su agarre en el bebé, preparandose para correr nuevamente.
La figura escondida en medio de la oscuridad suelta una sonrisa irónica mientras la ve con burla -Mirate, la sirviente más leal de su majestad en un estado tan deprorable, protegiendo a un niño que ni siquiera los cielos han permitido su existencia. En serio permitiras que tu estatus se vaya hacia abajo solo por la protección de una inmundicia como esa?-
-Ese no es el Rey al que yo le jure lealtad! Y si este bebé es lo único que hara que sus sentidos vuelvan, entonces lo protegeré aun si mi existencia desaparece en el proceso!- Mientras surgía el intercambio de palabras, los moretones que había sufrido por la caída fueron desapareciendo por completo.
-Bien, entonces se te puede considerar como una traidora del Reino de Luz. Te entregare a su majestad para que este pueda destruir tu existencia por completo!- Su mano derecha empezó a brillar con aún más intensidad, formando varias estacas de Luz alrededor suyo.
La chica trató de esquivar todos los ataques que fueron dirigidos hacia ella mientras trataba de correr, pero el bebé en sus brazos dificultaba sus movimientos, ocasionando que algunos de las estacas rasguñaran su piel.
Cuando por fin creyó haber perdido a su perseguidor, una espada de luz atravesó su pecho, haciendo que cayera arrodillada en el suelo.
-Vamos, cuándo te hiciste tan débil? Enserio una simple espada a hecho que ya cayeras ?- Su perseguidor salió nuevamente de la oscuridad, caminando tranquilamente en su dirección.
Tratando de limpiar la sangre que salía por la comisura de sus labios, esta lo ve con rabia, a lo que el contrario responde con una sonrisa burlona con ojos llenos de desprecio.
Ella saca la espada incrustada en su pecho, para luego recitar un encantamiento en voz baja. Un gran circulo magico se formó en medio de las dos personas, y de repente, un golem de Luz apareció.
El hombre ve con sorpresa a la chica, la cual tenía una sonrisa de victoria -Tú... Pensé que su majestad te había privado de tu magia!-
Ella no responde, y simplemente comieza a correr nuevamente, escapando de la vista del hombre, el cual no la pudo seguir por los repentinos golpes del golem que tenía enfrente.
Cundo por fin la chica había logrado salir del bosque, se encontró con una gran mansión que abarcaba gran parte del territorio. Dudó por unos segundos, pero cuando notó que los sonidos de la batalla cesaron, esta empieza a correr en dirección a la mansión. Los guardias que patrullaban la mansión eran formidable, pero cuando ella se acercó, estos no la notaron, y simplemente siguieron con sus exprecciones tranquilas.
Dando un salto a la gran cerca que obstruía la entrada, esta logra entrar a los terrenos de la mansión.
La sangre caía de su herida, formando un pequeño camino por donde quiera que pasaba. Sus ojos estaban decaidos, y varias heridas se habían formado nuevamente mientras escapaba, pero aun asi, sostenía firmemente al bebé en sus brazos.
Sin poder soportar más el dolor, esta cae nuevamente. Sus piernas temblaban fuertemente, haciendola incapaz de siquiera levantarse. Miró a sus espaldas, para luego dirigir su vista al bebé que tenía en brazos, el cual había sido despertado y la observaba con aquellos dos círculos que eran de un color más oscuro que la misma noche, pero que a la vez, tenían el dulce color de las amatistas.
En cuanto lo vio, recordó a aquella persona tan especial, era su viva imagen. Le dirigió una dulce sonrisa, la cual el bebé vio con curiosidad. Sin pensarlo dos veces, esta lo acostó en medio de las rosas del jardín y trató de cubrirlo con las hojas. Cuando lo acomodó, recitó nuevamente un hechizo en voz baja con la últimas piscas de magia que le quedaba. Al terminar, beso la frente del bebé, y un pequeño círculo de magia brillante apareció. Era un hechizo de retención en ilusión.
De a poco, el bebé empezó a cerrar los ojos, sintiendose somnoliento, y quedandose profundamente dormido.
La chica dio una ultima sonrisa, para luego desaparecer junto a la fria brisa de la noche...
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En la Oscuridad existe la Luz
De TodoCiel es el hijo adoptivo de la gran familia Herithol, la segunda familia más importante de todo el imperio Aima. A la corta edad de 8 años, Ciel había desarrollado una gran belleza por sus ojos y cabellos de color peculiar, los cuales eran tan negro...