El sol se encontraba en lo más alto del inmenso cielo azul, irradiando suaves rayos de luz. Era un día perfecto para disfrutar afuera con la familia, justamente eso hacia la familia Herithol, quienes disfrutaban de un dulce día de campo bajo un gran árbol.Un pequeño niño, de aproximadamente 3 años, era perseguido por su niñera mientras corría de un lado a otro.
-Señorito, por favor, no me haga esto, le estoy diciendo que se va a caer!- Decía la mujer con clara preocupación.
- Jajajajajaja! - El niño solo lo veía como un juego de persecución, por lo que no le tomó importancia a los regaños.
Dianne y Eimel, los cuales se encontraban bajo el gran árbol, cubiertos por la sombra, solo se encargaban de ver a su pequeño hijo divertirse. Dianne estaba recostada en el hombro de Eimel, viendo la escena con extrema dulzura.
Su pequeño había crecido tan rápido.
-Creo que no fue buena idea el que se comiera todos esos dulces de un pronto, ambos sabemos lo intranquilo que se vuelve cuando come mucha azúcar- Comentó Eimel, mientras abrazaba a Dianne por la espalda, para luego plantarle un beso en la frente.
-Es mejor tenerlo actuando como un niño de su edad que como un amargado, Además, Emma y Angeline fueron quienes le dieron los dulces en secreto!-
Eimel ríe para luego besar nuevamente a su esposa.
Desde la llegada del pequeño a la mansión, los días habían sido mucho más coloridos que antes. La mansión ya no era tan silenciosa, una que otra pared estaba llena de innumerables dibujos, y los sirvientes siempre sonreían cada vez que veían al pequeño Ciel.
Ciel ya había cumplido los 3 años, pero su personalidad fue algo que nadie en la mansión esperaba, ni siquiera los Marqués. Ciel era un niño bastante serio para su edad, se preocupaba por pequeñeces y era muy berrinchudo. Entendía las cosas con facilidad, hasta si no se las explicaban. No le gusta hacer casi nada de lo que un niño de su edad le gustaría hacer, como ensuciarse o jugar con juguetes, este tenía una gran curiosidad sobre las cosas, por lo que le gustaba más saber cosas nuevas.
Por estas mismas razones, a los empleados de la mansión les gustaba molestar y preguntar cosas al pequeño Ciel. Habían unos que otros que les daban constantemente dulces al pequeño, ya que al parecer, solo cuando su cuerpo tiene la suficiente azúcar, este se vuelve mucho más vivo y juguetón.
Ciel había crecido con constante amor dado, tanto por sus padres, como con quienes este interactuaba.
Eimel y Dianne se habían encargado de que Ciel creciera con el mayor amor posible, encargándose de hasta mimarlo constantemente. Para ellos, su pequeño era la cosa más importante.
Al principio, cuando Ciel fue creciendo, se confundieron un poco con el género del pequeño, ya que Ciel había desarrollado pequeños rasgos afeminados, los cuales, los más notorios, estaban en sus ojos y su cara.
Sus ojos eran amplios y grandes, con múltiples pestañas largas. Su cara era bastante fina, con pequeñas pecas en forma de corazón bajo sus ojos y mejillas con un constante rosa que parecía que llevaba rubor.
Eran rasgos que denotaban que el pequeño, en un futuro, sería bastante atractivo.
Ambos padres no le tomaron importancia, ya que desde que el pequeño era un bebé, se podían apreciar los rasgos únicos que este contenía.
Eimel se encontraba rememorando los últimos 3 años vividos, hasta que, de repente, escucha un golpe sordo. Fijando su vista hacia donde se encontraba el pequeño, este lo notó en el suelo.
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En la Oscuridad existe la Luz
RandomCiel es el hijo adoptivo de la gran familia Herithol, la segunda familia más importante de todo el imperio Aima. A la corta edad de 8 años, Ciel había desarrollado una gran belleza por sus ojos y cabellos de color peculiar, los cuales eran tan negro...