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Han pasado seis meses desde que Harry había despertado por primera vez en aquella habitación, con la respiración agitada y las lágrimas cayendo por sus mejillas. Siempre solía ser una pesadilla, algunas veces no soñaba nada pero muchas otras veces se despertaba después de haber soñado con él.

Cada vez que esto pasaba se ponía de pie y se sentaba frente al escritorio, tomaba un pedazo de pergamino y tomaba tinta con la pluma. Dejaba que algunas lágrimas cayeran sobre el papel antes de comenzar a escribir, escribía línea tras línea tratando de arrebatar esos sentimientos de él. Aveces funcionaba y muchas otras veces simplemente no lo hacía, él le había dicho que le ayudaría a sentirse mejor pero Harry aún no lo entendía.

«Sigo soñando contigo, soñé que estabas conmigo, soñé con el cariño que decías tenerme, soñé con lo que estúpidamente creí que éramos y lo que pensaba que seríamos. ¿Sabes lo mucho que me duele despertar y saber que nada de eso volverá a pasar? Cada vez me despierto deseando poder seguir durmiendo, porque aunque sea por unos momentos, yo vuelvo a ser feliz.

Hoy soñé con nosotros bajo la sombra de ese viejo árbol, soñé que de nuevo tu piel hacia contacto con la mía con el ligero roce de nuestras manos, sentí esa calidez que me daban y la tranquilidad que me inundaba cuando tu aroma me hacía compañía. Sigo soñando con aquello que solía tener... Y odio eso, odio el hecho de que por más que no te vea tus recuerdos siguen obligándome a no olvidarte, y aborrezco esta situación de amarte tanto hasta tal punto de no poder odiarte.

No preguntes porque lo hago, créeme que yo tampoco lo sé. Aunque me gustaría dejar de esperarte, dejar de pensarte, y de dejar de ser esta persona en la que me convertí desde que te fuiste de mi vida... Esta persona que no es capaz de vivir sin ti.

Pero a decir verdad no entiendo porque sigo extrañándote cuando tu ya no lo haces, cuando tu ya tienes a alguien más. No sabes cuanto desearía poder dejar de desvelarme por pensar en nosotros, en lo que fuimos y en lo que no seremos. Desearía encontrar el modo de superarte y arrancarte de lo más profundo de mi ser, sin embargo, no se como hacer eso cuando te metiste tan profundo en mi que de algún modo...eres una parte de mi. Juro que aun te extraño, aunque me gustaría poder jurar que ya no lo hago.

¿Qué fue lo que hizo que dejaras de amarme? ¿Acaso no fui suficiente para ti? ¿Podrías solo responderme eso? Por favor. »

Dejó la pluma a un lado, jamás ponía un saludo o una despedida, simplemente doblaba el pedazo de pergamino y lo guardaba en el cajón del escritorio, dejándola juntar polvo al lado de todas las demás cartas. Sabía que no las enviaría, sabía que la persona a la que iban dirigidas jamás las recibiría, jamás las leería y jamás se enteraría de su existencia.

Ese era el plan.

Esa era la razón de que se hubiera ido lejos de todo.

Solo debía olvidarlo.

Debía aprender a vivir sin Draco Malfoy.

—Ya despierta bello durmiente—Giro la cabeza dejando de observar el montón de cartas, y dibujo su mejor sonrisa cuando encontró a la dueña de la voz.

—Estas loca—Respondió riendo, la chica le sonrió desde la puerta sosteniendo un gorro de navidad.

—¡Hey! ¿Por que dices eso? Es navidad, es fecha de celebración, amor, cariño y todas esas cosas cursis—Respondió ella haciendo un puchero con diversión

—Ni siquiera es navidad, ¿ves como si estas loca?—Respondió él poniéndose de pie y caminando hacia ella sin dejar de sonreír-Feliz no navidad, enana.

—Feliz no navidad, Jamie—Respondió ella abrazándolo, Harry sonrió devolviendole el abrazo tratando de no romper en llanto. Era su primera navidad lejos de Hogwarts, lejos de Ron y Hermione, lejos de los Weasley y sus amigos, lejos de él...

Habia pedido que lo llamaran como su padre, ya que en cierto modo le hacia olvidar quien se supone que debería ser. Sabia que muchos esperaban grandes cosas de él, entre ellas salvar a toda una comunidad, sin embargo, en este nuevo lugar eso no importaba. Ahí solamente era James Potter, alumno nuevo en aquella escuela de magia en algún lugar del mundo, donde podía ser quien deseara sin tener que cuidar cada uno de sus pasos.

Era libre, y eso para él estaba más que bien.

—¿Acaso no hay abrazo para mi?—La voz sonó unos pocos metros de ellos, ambos se separaron encontrándose con la silueta de un chico bastante apuesto.

—Ni loca dejare que James se te acerque, eres un peligro andante para él—Respondió la chica mirándolo con los ojos entrecerrados de manera exagerada.

—Pequeña Isa, no tengo ni idea de lo que estas hablando—Respondió él sin dejar de mirar a Harry con una sonrisa.

—¿Pueden dejar de discutir? Desde que los conozco solo he escuchado peleas entre ustedes—Harry giro los ojos con diversión evitando la mirada fija del chico—. Leo, ¿puedes dejar de mirarme así?

—¿Por qué? ¿Te pone nervioso?—Pregunto el contrario aun con la sonrisa en los labios.

—Porque me molesta—Respondió Harry sonriendo con suficiencia.

—Vaya, anotare esta a la lista de las veces que Jamie te rechaza—Dijo Isa riendo divertida.

—¿Llevas una lista?—Pregunto Harry mirándola divertido.

—Por supuesto, no te imaginas lo larga que es—Dijo ella apareciendo en su mano un gran rollo de pergamino.

Harry rió viéndola escribir con emoción, negó con la cabeza sin dejar de sonreír mientras volvía a la habitación para pode cambiarse.

—¿Volviste a escribir?—Pregunto la voz desde la puerta

—Como todos los días—Respondió Harry dando media vuelta con una sonrisa frustrada.

—Lo siento, me siento como un inútil por no saber como ayudarte—Leo lo miro con preocupación.

—Bueno, coqueteando no vas a lograr mucho—Interrumpió Isa entrando y sentándose en la única cama de la habitación, la de Harry.

—Saben que lo hago de broma—Respondió él mirando a Harry con una sonrisa—. Pero si quieres no es broma.

Harry giro los ojos divertido tomando su ropa y metiéndose en el cuarto de baño, cuando se miro en el espejo un suspiro lleno de cansancio salió de sus labios.

Cada mañana se miraba en el objeto con la vaga esperanza de reconocer a quien lo miraba, sabia que era su rostro, sabia que la cicatriz estaba ahí, sabia que sus ojos aun eran esmeralda y su cabello seguía siendo igual de desordenado, la diferencia era que por más que lo intentara, ya no lograba encontrarse en aquel reflejo que lo observaba fijamente. Y ya no sabía dónde buscar.

Eso lo asustaba.

Eso lo estaba volviendo loco.

Eso lo hacía sentir vacío, un desconocido.

Eso solo le hacía preguntarse:

"¿Quien se supone que eres?"

~YC 𓆗

Sentido de la ironíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora