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Sentado en su cama, con sus sábanas limpias, en una habitación de paredes azules, se encontraban dibujos hechos por él mismo. A lápiz, a carbón, a pinturas e incluso en los mejores cuadros.

Un rectángulo de telgopor clavado en su pared, donde miles de premios y diplomas ocupaban todo el espacio posible. En la suavidad de su almohada descansaban dos peluches entre tantos otros dispersados por el piso de madera. Un conejo blanco y un zorro anaranjado.

Los acariciaba mientras recordaba el lunar del chico que conoció esa noche pero que hace tiempo lo había visto en la casa de Park Jiyoon. Era un hombre mayor a diferencia de él, quizás mantenían una relación pero ella se veía incluso mucho más grande que su nuevo amigo.

No le importaba, muchas cosas no le importaban. A un lado en su mesita de luz, la lámpara alumbraba un fibrón junto a miles de colores y lápices negros. Lo tomó y caminó hasta quedar frente al espejo de su cómoda.

Fijó un punto debajo de su ojo. Peinó su cabello del mismo modo que el mayor lo traía pero por más que intentará copiar su postura no se veía igual que él.

No se veía como un chico normal, por mucho que intentará ellos tenían razón...

Era un monstruo, era abominable, un ser diferente y anormal. Lloró en silencio sin saber porque derramaba lágrimas, porque experimentaba esa incomodidad dentro suyo.

─Quizás estoy enfermo─ se dijo a sí mismo mirando su reflejo.

Sus mejillas manchadas de lágrimas pero su rostro serio, tan serio como siempre. Durmió abrazando sus dos peluches favoritos. Soñando con extrañas sensaciones que conocía pero no podía explicar o darle nombre.

Igual, en toda su vida estuvo acompañado por la señorita de enfrente. Ella le leía muchos libros que llamaba juveniles y hablaban de esos “sentimientos”. Gracias a eso Jake sabía que si sentía mariposas en su estómago se trataba de amor, si sentía que se le rompía el alma entonces estaba triste, o si no quería ver a esa persona que quería y se molestaba con ella era porque estaba enojado.

Pero ¿Cómo sabría si sentía las mariposas? ¿Tenía que tragarse una mariposa viva para saber cómo se sentía? ¿O cómo era que algo dentro suyo se rompía? ¿No tendría que sangrar? ¿Para estar triste tenía que sangrar y lastimarse? ¿Si sus órganos hacían ruido era porque tenía hambre o porque estaba enamorado? Ni siquiera era capaz de reconocer si quería a alguien, o si estaba molesto.

Pero no le iba a decir todo aquéllo que pensaba a la pobre mujer soltera que lo ayudaba a seguir adelante, porque por más que nadie se lo dijera, él era consciente de lo que tenía y sabía que debía seguir adelante sin lastimar a las personas que lo cuidaban. El problema era que él nunca sabía si estaba lastimando a alguien.

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El sonido de su alarma lo despertó, otra vez debía alistarse para ir a estudiar y escuchar a sus compañeros llamarlo por apodos que no se amoldaban bien a su físico.

Cambiado con su limpio uniforme desayunó con sus padres. El hombre leía feliz el periódico y su madre mordía una tostada con dulce mientras tecleaba algo en el celular. Era silencioso, porque así le gustaba al menor. Silencioso.

Si había silencio todo estaba tranquilo, él podía escucharse a sí mismo y saber qué sentía. A veces funcionaba y sus padres lo felicitaban por intentarlo y no fallar. Si había silencio había paz, no habían insultos para Jake.

Silencioso estaba bien.

Salió de su casa y caminó hasta el final del destino. Antes era su padre quién lo llevaba pero con el tiempo decidió que era mejor caminar solo y aventurarse, probar que tan fuerte era sin conocer, de qué tanto era capaz dentro de un cuerpo que no reconocía.

Conocía la frecuencia en la que transcurrían las cosas. Dentro de dos cuadras lo esperarían esos chicos. Entonces él debía tomar un atajó y ponerse los auriculares para ignorar al mundo y a su cabeza. Así lo hizo y funcionó, como siempre lo hacía.

Al llegar al colegio, las puertas aún estaban cerradas. Los alumnos llegaban y se reunían con sus amigos pero nadie se sentaba en el escalón que le pertenecía hace tiempo a Shim Jae Yoon.

Los rumores corrían por los pasillos de la institución y no estaba seguro de qué tanto eran verdad y qué mentira.

Los susurros, las miradas y el como sus compañeros se alejaban sin querer hablar con él.

“Es agresivo”

“Tiene problemas”

“No te acerques tanto, es peligroso”

“Es un monstruo”

“¿Por qué sigue aquí? ¿No deberían mandarlo a una escuela para discapacitados?”

Sí, Jake escuchaba todo pero no hacía nada para cambiarlo porque en algunas cosas ellos tenían razón y en otras no tanto. No era agresivo, su madre le había enseñado que debía respetar a aquellos que lo respetarán y si no lo hacían entonces él no debía rebajarse a su nivel.

No era un monstruo, en los libros ellos eran vistos como criaturas malas con cuerpos deformes y muchos ojos, Jake no tenía muchos ojos ni un cuerpo deforme, tampoco sabía si era malo.

Cuando la campana sonó, él lo supo al ver como los alumnos se adentraba al edificio esquivandolo. Se paró y entró como todos, caminó hasta su salón, se sentó en el lugar de siempre y esperó a que la clase comenzará mientras intentaba ignorar los murmurós de las personas o las miradas de algunos indiscretos.

Su cabeza bajó y ya nadie más supo de los ojos del castaño, ni tampoco se escuchó su voz. De hecho, jamás se escuchó la voz de Shim Jae Yoon en el edificio desde que lo conocían.










Hoy por fin pude actualizar, la última vez dije que iba a publicar más capítulos pero me quedé dormida jgdzjdjs.
¿Que les está pareciendo la historia?, ¿Ya tienen alguna idea de que es lo que ocurre con Jakey?

SILENT BURST [JAKEHOON]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora