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Ese día, Sunghoon no se permitió dejar un minuto solo a su amigo Jay. Aunque el rubio, un poco cansado de sentirse perseguido por el pelinegro, le explicó más del tema que Sunghoon desconocía.

Mas no había mucho que contar, ya que cuando trataba de abrir la boca, el pelinegro se le adelantaba diciendo cosas como: «Eso ya lo sé», o simplemente lo cortaba explicando él el tema «Sí, porque ellos...». ¡¿Si tanto sabía por qué le preguntaba a él?!

Sentados en su habitual banco en el campo de la universidad, Sunoo repasaba sus apuntes para un parcial que sería en pocos días, Jay pretendía prestar atención a lo que Sunghoon decía y este hablaba hasta por los codos de ese niño que tanto se lo había ganado.

─¿Eres consciente de que te brillan los ojos cada vez que piensas en él?─ preguntó Jay mientras sostenía su cabeza con una sola mano sobre la superficie de la mesa.

─Jake iría corriendo a mirarse a un espejo para ver si de verdad le brillan los ojos ¡Es tan tierno!─ exclamó Sunghoon, alegre por tener una imagen del pequeño con rostro sorpresivo ante la duda de si sus ojitos podían brillar ─Una vez en mi auto, le canté y sus ojitos fueron como luciérnagas...

─¿Luciérnagas? Dios, estás hasta las manos.

─¿Por qué?

─Hablas de el chico como si fuera el hombre de tu vida─ Sunoo comentó luego de un rato de estar callado, concentrado en sus hojas ─ni siquiera tengo que mirarte la cara para saber que estas sonriendo como bobo y miras al cielo ilusionado, me das asco.

─¡¿Hago eso?!─ preguntó exaltado, levantando un poco su voz y como consecuencia atrajo varias miradas desde mesas lejanas.

─Shh, no grites─ siseó Jay ─no quería decírtelo pero... Pareces un poco enamorado...

Sunghoon sintió sus mejillas arder un poco. Pero lo ignoró y prefirió negar las afirmaciones de sus amigos. Enamorado era un estado muy fuerte y complejo. Quizás Jake tendría un apartado en su cuadernillo donde se hablaba de la química del amor. Y otra vez, Sunghoon volvía a recordar a Jake y relacionarlo con cualquier cosa que se le viniera en la mente. Como por ejemplo, las ramas de los árboles ¡No tenía nada que ver! Pero en las ramas de los árboles se paraban los pajaritos en plena mañana a cantar, y Jake tenía muchos peluches con formas de animales, tal vez tendría uno de un pajarito. Y si no tenía, Sunghoon quería obsequiarle uno.

Cerca de la universidad, se encontraba el centro, y allí siempre habían lugares donde se instalaban muchas de esas maquinitas para agarrar peluches. Quizás, después de clases, podría pasarse por allí y gastar miles de wons por un peluchito en forma de pajarito. ¿Qué nombre le pondría? Tal vez uno peruano, ya que era un país con una de las siete maravillas del mundo. Y ahora se encontraba cuestionando si lo dejarían a Jake tener un viaje con él a Perú ¡Sería tan especial!

─¡Tierra lamando a Sunghoon! Otra vez te quedaste en las nubes... Y creo saber por quién...

─¿Crees que a Jake le gustaría ir de vacaciones a Perú?

─Estás tan perdido, amigo mío...─ murmuró el rubio a la vez que negaba con su cabeza. El trío se puso de pie y caminaron cada uno a sus respectivas clases.

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Otra vez allí, en su ruidoso salón cerca de la persona que amaba. Jake miraba la espalda de Jungwon, como esta se contraía cuando el mayor reía de algo que sus amigos decían. Sí, era lindo, pero Sunghoon era aún más lindo. Era torpe... Sunghoon también era torpe, testarudo, insoportable, infumable, molesto. Jungwon no era nada de aquello; quizás por eso era que Jake prefería más a Yang que a Park, porque con el castaño no creía que saldría de su rutina y con Sunghoon podía imaginarse el caos que sería su vida.

SILENT BURST [JAKEHOON]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora