¿De Dónde Vienen Los Bebés?

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El 14 de febrero, ese día maravilloso donde las chicas se encargaban de regalar chocolates a la persona de la que estaban enamoradas, a sus amigos cercanos o familiares

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El 14 de febrero, ese día maravilloso donde las chicas se encargaban de regalar chocolates a la persona de la que estaban enamoradas, a sus amigos cercanos o familiares.

La familia Kageyama no era la excepción a esa regla. Tobio y Shoyo, ambos de 27 años de edad, con claridad podías saber que no eran colegialas enamoradas que le llevarían chocolates a esa persona tan amada y anhelada; pero, que ya no fueran los estudiantes de preparatoria que con timidez se entregaban chocolates caseros tras su primer año de salir juntos, no significaba que no se fueran a divertir.

Una pequeña tradición creada desde que se casaron y que terminó incluyendo a Hishou cuando éste cumplió sus cinco años de edad. 

A sus recién ocho años cumplidos, seguían todavía conservando esa idea: hacer chocolates caseros. Esa vez se decidió por una intensa pelea de los tres integrantes de la familia. 

Tenían los ingredientes ya comprados, que fueron obtenidos por Tobio y Hishou cuando el mayor recogió a su hijo de la escuela.

Sin embargo, algo que también era anual en esa aparente y dulce tradición familiar, era el desastre y el desorden, literalmente.

En una olla se estaba calentando a fuego lento la crema de leche y el chocolate, esperando que el chocolate se derritiera por completo. Hishou era de los más impacientes, sentado en una de las sillas del comedor, sin aceptar la propuesta de Shoyo de que fuera a jugar. Sus pies se movían al compás del aire, de arriba a abajo, y con sus pequeñas manos se entretenía, jugando con sus dedos. Shoyo, por su parte, era el más inquieto, cada minuto se paraba de su sitio e iba a revisar que estuviera todo en orden.

Tobio también se aburrió demasiado rápido, saliendo del cuarto en menos de un segundo tras esperar con éxito 3 minutos, y regresó más tarde tras un viaje a la habitación que compartía con Shoyo con un balón en las manos. Cuando hizo acto de presencia su alta figura en la sala, los ojos de sus dos personas más importantes se iluminaron de la emoción y se acercaron hasta él. Hishou se notaba entusiasmado, con su carita brillando de la emoción, su boca abierta en forma de «O» y sus rasgados ojos azules brillaban de la emoción. Shoyo estaba igual, con su boca formulando una radiante sonrisa y sus pupilas brillando. Kageyama enrojeció un poco y apartó la mirada, aceptando muy dentro de su mente que las acciones de los dos eran extrañamente parecidas; pero más bien se sentía aliviado porque Hishou había vuelto a ese interés por el voleibol que en alguna parte de su corta vida perdió.

—¡Mientras el chocolate se derrite, juguemos un poco! —Invitó el número diez de la selección, con la emoción cargada en su cara y miró a su esposo, antes de tomarlo del brazo y sacarlo del comedor; más tarde, de la casa—. ¡Pases, Tobio, pases! —exigió, cuando sus pies tocaron la salida, y sus manos simulaban las acciones más comunes de un armador al fingir poner el balón en el aire de una forma que fuera fácil de rematar.

El atractivo hombre de cortos cabellos negros arqueó una de sus cejas, pensando que de cierta forma no era una buena idea. No, en definitiva no lo era. Apretó más el balón contra sus manos y tuvo un mal presentimiento.

Tres Son Multitud ¹ [KageHina Family] | CompletaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora