Campanas De Boda

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Hinata usaba un traje blanco, bien arreglado gracias a la ayuda de su madre y hermana

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Hinata usaba un traje blanco, bien arreglado gracias a la ayuda de su madre y hermana. También tenía sus cabellos alborotados peinados hacia atrás, siendo atrapados por el corto velo que portaba. Kageyama todavía recordaba cómo se habían peleado por el traje negro; suerte que cuando el menor pudo ver lo geniales que eran los blancos, y que, para colmo, tenían un velo integrado similar al de un fantasma (sí, a un fantasma, según Hinata), terminó por aceptarlo sin darle muchas vueltas al asunto.

Tobio agradeció que las cosas fueran así, Hinata estaba encantador, sin sus cabellos estorbando su frente, ojos brillantes que resaltaban cada vez que cruzaban miradas, y esa sonrisa que no podía ser borrada por absolutamente nadie. Kageyama ni siquiera podía ocultar su emoción, y eso de cierta forma llegaba a ser preocupante, su sonrisa torcida se dibujaba en su boca, y podía ver por el rabillo del ojo como el idiota de Tsukishima se burlaba de él, con una curvatura que apenas y se notaba en esa cara que aparentemente, quería jugar a ser sería. Sí, cómo no.

La hora de los votos matrimoniales llegó, esos votos tan usados y ya gastados. Tan vacíos e insípidos al ser sólo palabras. 

Justo en ese instante, Kageyama estaba completamente nervioso, teniendo que estar en el altar frente a todos los invitados, con Shoyo esperando pacientemente que dijera sus palabras, con la ilusión en sus orbes cafés y un sonrojo sobre sus mejillas que lo delataban.

Kageyama sintió que se volvía a enamorar una vez más, y ni siquiera su rostro serio e imperturbable que casi siempre mostraba, podía ocultar el pequeño chasquido de lengua que se le escapó, arrugó un poco su nariz, y se sintió mareado porque el sonrojo llegaba a estacionarse en sus mejillas: ojalá y no se trabara.

—En la enfermedad y en la salud, en la felicidad y tristeza, en la riqueza, en la pobreza. —Tuvo que dar un respiro en el monólogo que había estado ensayando incontables veces frente al espejo y frente a su hermana mayor, Miwa. Luego, intentó proseguir... intentó, porque apenas abrió sus labios, la voz se le escapó y el color rojizo volvió a recaer con mucha más fuerza sobre su cara, empezando a esparcirse en sus orejas al ganar terreno.

Kageyama no era alguien muy bueno expresándose, y eso Hinata lo sabía perfectamente. Por eso tuvo la paciencia suficiente (algo raro en él), como para esperar a que él dijera algo. Pero, como respuesta, sólo recibía el pánico amueblado en el rostro serio de Tobio, por los nervios que lo inundaban. Eso casi lo hizo reír, y lo incentivaron a completar la oración.

—Prometo amarte, Kageyama, hasta que la muerte nos separe —soltó de sus labios en un tono algo burlón y juguetón el de hebras naranjas, ampliando su sonrisa todavía más y dando una risa. Tobio escuchó esas palabras, quedándose mudo al principio y sin saber qué decir. No fue hasta que reaccionó después de haberlo procesado a su ritmo, y no perdió el tiempo para tomar de los hombros al chico, para que le prestara atención.

—Hinata, ¡yo también prometo cuidarte y amarte toda mi vida! —contó sus planes, olvidando por completo que estaban dando los votos matrimoniales al exaltarse demasiado.

Tres Son Multitud ¹ [KageHina Family] | CompletaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora