Una Mascota Para Hishou

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Capítulo dedicado a: torrico90, por seguir esta historia

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Capítulo dedicado a: torrico90, por seguir esta historia. ¡Muchas gracias!

A Hishou le habían dicho que su tanuki no era una verdadera mascota sus compañeros de clase

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A Hishou le habían dicho que su tanuki no era una verdadera mascota sus compañeros de clase. Le habían alegado que una mascota no tenía que estar libre por las montañas, también se burlaron de él cuando les dijo cómo se llamaba.

No era un secreto que Hishou se había puesto a llorar, derrotado. Koushi Sawamura no pudo hacer más que tener un ligero temblor en su ceja derecha por el enojo acumulado de ver al niño que veía como su segundo hijo en esa situación. 

Fue por esa razón que le dirigió primero un vistazo a su hijo que apenas salió de su aula, y llegó para verlo. Koushi, con un gesto apacible y amable, colocó una de sus manos en su hombro para llamar su atención.

—Sal por ahí con Hishou, yo estaré ocupado charlando sobre valores básicos con algunos de mis alumnos, Hiroshi —exclamó el hombre, dando un breve vistazo a la pequeña carita llorosa de Hishou.

—Está bien. —Fue primero Hiroshi quien decidió tomar en alto la posición de su padre. Él era el hermano mayor de la familia Sawamura, cursando cuarto de primaria, y era el que mayor parecido tenía hacia Koushi, con piel un poco más pálida, cabellos grises alborotados y unos ojos mucho más redondos de color café que remarcaban el poco parecido que tenía a Daichi. Hiroshi tenía un hermano menor llamado Hiro. Hiroshi era una persona muy cálida y amable, fácil de hablar y tratar, por lo que fue fácil para él sólo llamar la atención del niño al quien había cuidado como si fuera su hermano en las tardes de juego, y captó su atención con demasiada facilidad—. ¡Vamos a casa! Te acompaño, te compraré algo en la tienda de 24 horas más cercana. —Hiroshi levantó un poco su mano al aire para que fuera escuchado, subiendo un poco sus gruesas cejas grises.

Hishou sorbió sus mocos antes de aceptar la condición de Sawamura, dando un pequeño asentimiento y mirar a los ojos al chico que era dos años mayor que él.

Así pudieron salir del aula que se empezaba a tornar de un ambiente espeso y antipático que reñiría a un pequeño grupo de personas, con el pensamiento de Hiroshi de agradecimiento por no haber hecho nada como para portarse mal y ser atrapados entre las garras de su padre al enojarse. Sí, porque Daichi daba miedo, pero Koushi daba todavía más miedo.

Fue ahí cuando se toparon con Ryusei, el hijo de Tsukishima Kei y Tsukishima Tadashi. El niño estaba esperando a sus dos amigos, y sólo pudieron notar como sus delgadas cejas rubias fueron arqueadas hacia abajo, provocando que sus gafas resbalaran un poco del tabique de su nariz y se mostrara reacio, antes de correr hasta donde estaba Hishou y lo tomaba de las manos.

—¿Por qué lloras? —cuestionó el más bajo, queriendo encontrar el problema en la situación. Hishou tuvo un ataque de lloriqueo gracias a él.

—Me dijeron que mi tanuki no era mi tanuki —chilló. Ryusei dibujó un claro gesto de sorpresa, notablemente perdido porque no entendía nada.

«¿Eso qué quiere decir? ¿Hishou tenía un tanuki?», sus ojos estaban perdidos en los rasgados ajenos, y el agarre en sus manos se apretó al verlo llorar con más fuerza. Lo único que éste pudo hacer fue sacudir su cabeza para salir de su trance, todo para animarlo.

—¿Era tu mascota? —interrogó, y Hishou volvió a asentir, dando un carraspeo en su boca, notablemente triste. Muy al contrario de él, Ryusei se mostró alegre y brillante, haciendo que el agarre de manos se convirtiera en dedos entrelazados con mucha fuerza y Ryusei se esforzara lo más que podía para poder alcanzar el rostro del mayor, poniéndose de puntas con sus pies, y acercándose lo suficiente como para que sus narices rozaran. Hishou tuvo un sobresalto, pero no se alejó—. ¡Pues eso es algo muy genial!

—Pero realmente no es mi mascota...

—¿No lo es?

—Para que sea una mascota debe de estar adentro de mi casa —expuso Hishou lo que había aprendido gracias a sus compañeros de aula.

Ryusei guardó silencio tras eso, teniendo pequeños pensamientos que su mente trataba de captar, antes de sacar a relucir una conclusión final. Cuando la halló, sus pupilas tuvieron una pequeña iluminación, y el color verde de sus ojos se vio demasiado radiante a vista de Hishou.

—¿No puedes pedirle una a Tobio-san y Shoyo-san? —Trató de darle opciones, pero sólo se llevó una negación del menor.

—No podemos, hay veces en las que no estamos en casa, no le prestaríamos demasiada atención... —susurró lo que Shoyo le había repetido en más de una ocasión.

Ryusei volvió a guardar silencio, desanimándose por momentos y aflojando un poco el agarre. Su pequeña mente pensó en más de un sentido, empezó a repasar y rodear los cabos antes de llegar a un recuerdo enterrado de la clase de manualidades que habían tenido ese día con la profesora Amai. Sus ojos dieron un extraño brillo de ilusión ante su idea, soltó las manos de Hishou, tomó sus distancias, y se quitó su mochila de sus hombros antes de hurgar dentro de ésta. Después de buscar, sacó de ese lugar los materiales con el resultado final que mucha flojera le causó: una roca del río cercano a su casa demasiado lisa, y le colocó ojos movibles. Al tenerla entre sus manos, se la extendió a Hishou.

—¡Te regalo una mascota! —dijo con alegría, empezando a llenarse de un rubor en sus mejillas que solo marcaron más sus pecas en ese sitio. El menor tomó entre sus manos la piedra, todo ante la mirada de Hiroshi que se sentía fuera de lugar en esa situación.

—¿Una mascota? —repitió Hishou, mostrando emoción en sus pequeñas facciones y su sonrisa de siempre volvía a aparecer. Ryusei rio.

—¡Sí!, ¡podrá estar dentro de tu casa y le pondrás el nombre que tú quieres! —animó, feliz de que uno de sus mejores amigos se entusiasmara en demasía.

—¡El que yo quiera! —Volvió a repetir el niño, entusiasmado. Sus pupilas azules estaban brillando y captaban el objeto inanimado con un cariño inexplicable.

—¡Sí!

Ante el ánimo ajeno, Hishou no pudo hacer más que reír de felicidad y mostrar toda su euforia con esa sonrisa aterradora que había heredado de su padre y que sólo se había remarcado conforme crecía.

—¡Lo llamaré Roca...! —atribuyó con entusiasmo el pequeño hijo del número 10 y 9 de la selección nacional japonesa, dejando a todos lo presentes helados.

Bueno, al menos algo verdadero que le habían dicho esos niños era que Hishou no sabía poner nombres.

Bueno, al menos algo verdadero que le habían dicho esos niños era que Hishou no sabía poner nombres

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Tres Son Multitud ¹ [KageHina Family] | CompletaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora