Mi Zorro Feroz V

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Aclaración: Los personajes no me pertenecen, son propiedad de Masashi Kishimoto. La historia de caperucita, obviamente, no me pertenece, pero si las locas cosas que pasan por aquí.

Advertencia: Escenas violentas, lenguaje soez, posible sexo explícito (que sé que les gusta cochinillos XD) y si hay algo más, iré avisando.

Historia corta (creo), Algunos personajes OoC.

Mí Zorro Feroz

§

Hinata estaba desorientada cuando comenzó a despertarse.

¿Qué día era?

¿Cómo había llegado a la cama de nuevo?

Ella abrió los ojos y no vió un techo de madera, sus cejas se fruncieron intentando identificar lo que era. ¿Roca? ¿Tierra?

Mientras parpadeaba un ruido de agua correr le llegó a los oídos. Ella se movió un poco y se dió cuenta que no estaba en su casa o en la cabaña de su abuela. No estaba en ningún lugar que conociera. Hinata observó lo que parecía ser una pequeña cueva, el lugar suficientemente grande para que entrara unas cuantas grandes camas. Ella bajó la mirada a donde estaba acostada y se dió cuenta que no era una cama normal, sino que en vez de tener un colchón, tenía pieles. Hinata pasó sus dedos por las pieles, eran suaves y acolchonadas. Ella jamás había visto o sentido una piel tan lisa y cómoda.

Volvió a ver las paredes de tierra, notando su capa roja colgada cerca de lo parecía la abertura, aunque no estaba segura ya que estaba tapada con otra piel. Eso la hizo tensarse, y por primera vez que se había despertado, mirar su vestimenta. Su vestido marrón desgarrado ya no estaba y tenía una enorme camisa blanca en su lugar. Hinata tocó la tela, era mucho más suave que sus vestidos y de mejor calidad.

¿Quién, que viviera en una curva, tendría el dinero suficiente para pagar esa clase de camisas?

Pero se quedó quieta al recordar quién había sido su salvador y de lo había tenido que salvarla. Peor aún, recordó lo que el joven rubio había hecho con el cazador. Su estómago se revolvió y se movió a gatas fuera de las pieles. Llegó justo al borde cuando su estómago decidió que no podía seguir reteniendo nada. Vómito sólo agua, que era lo único que tenía su estómago y se sintió enferma y sucia, todo a la vez.

Se pasó la mano temblorosa por los labios cuando terminó, sintiendo la garganta agria y el estómago revuelto. Aún así, no podía hacer que su cabeza dejara de repetir una y otra vez la imagen.

El rubio había arrancado la cabeza de A, ese era el ruido de desgarro que ella había escuchado. Pero no contento con eso, él, de alguna forma, había abierto su pecho y ella justo miró, cuando sacaba su corazón con una de sus manos sangrientas mientras la otra tiraba de las tripas.

Hinata había degollado a gallinas, las había pelado y preparado para cocinar. Pero esa imagen había sido mucho para ella. Demasiado para su cerebro.

Se sintió mareada y se levantó tambaleante. Su corazón golpeaba sobre su pecho con fuerza, ¿qué pasaba si se había librado de un monstruo para entregarse a otro peor? Sus pies la guiaron a dónde estaba colgada la capa que había sido de su padre y apoyó las manos en la pared rugosa e intentó controlar los jadeos que era su respiración.

—Mujer..

Hinata saltó cuando escuchó la voz profunda y gruñona en su espalda. Se volteó, asustada de ver al mismo rubio de nuevo. Estaba vez por lo menos tenía pantalones, se dijo mentalmente cuando vió que llevaba unos holgados. Su torso seguía desnudo, mostrando un pecho musculoso y marcado, no era exagerado, más bien era proporcionado con su altura. Ella media algo de 1,70 metros, el rubio debería llegar a 1,90 como mucho. Hinata tragó saliva cuando su mirada cayó en su rostro, su ceño estaba fruncido mientras la miraba con una mueca. De su cabello caían gotas de agua, que bajaban por sus sienes, a sus mejillas con tres extrañas marcas de bigotes, y luego a su torso desnudo.

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